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Pioneros españoles en el Río de la Plata

Así fue la travesía de los pioneros españoles en el Río de la Plata

La historia de la América española está llena de personajes prodigiosos con vidas extraordinarias. En cualquier época y territorio se pueden encontrar ejemplos

La historia de la América española está llena de personajes prodigiosos con vidas extraordinarias. En cualquier época y territorio se pueden encontrar ejemplos. Uno de ellos es Ruy Díaz de Guzmán, el primer cronista mestizo. Era hijo de Alonso Riquelme y nieto de Ruidiaz de Guzmán, de la casa de Medina Sidonia. El padre, paje del duque, se embarcó hacia América en 1540 con Alvar Núñez Cabeza de Vaca, adelantado y gobernador del Río de la Plata. Su madre fue Úrsula Martínez de Irala, una hija mestiza del gobernador Domingo Martínez de Irala. Perteneció siempre a la élite de conquistadores sin importar su condición mestiza.

Ruy Díaz de Guzmán, primer cronista mestizo

Nació el historiador en Asunción (Paraguay) en 1559. Hombre de acción, se inició con Torres de Vera quien le mandó fundar la ciudad de Santiago de Jerez del Igurey (en el actual Brasil). Participó en varias expediciones militares y obtuvo cargos en las gobernaciones y ciudades. Fue, durante tres años, uno de los primeros habitantes de la recién fundada Buenos Aires. Entonces la gobernación del Río de la Plata todavía pertenecía al Virreinato de Perú. También vivió en Santa Fé, Tucumán y Santiago del Estero. Contribuyó a la fundación de Salta y, casi al final de su vida, se le nombró gobernador y capitán general de los Chiriguanos y Llanos de Manso y fundador de San Pedro de Guzmán (en la actual Bolivia). Falleció en Asunción en 1629.

Aunque su existencia es interesante, aventurera y digna de ser contada, hay otra circunstancia que convierte a este personaje en importante para la historia. Escribió varios libros sobre los descubrimientos en la región. El más importante de ellos fue un manuscrito perdido, redactado en 1612, titulado Anales del descubrimiento, población y conquista del Río de la Plata. Ha llegado a nosotros incompleto y gracias a copias que se hicieron en la época. La primera de las ediciones de imprenta, Pedro de Ángelis en 1836 la tituló La Argentina, que es el nombre con el que ha pasado y que responde al fervor patriótico propio de los primeros años de independencia. En 1914, Paul Groussac director de la Biblioteca Nacional Argentina la hizo editar de nuevo.

Ruy Díaz de Guzmán es el primero que describe los pueblos y ciudades que se fundaron en las orillas del Río de la Plata. Se llamó así porque se creía que era la entrada a una Sierra de la Plata, de riquezas infinitas, gobernada por el rey blanco. Siguió en su narración los cursos de los ríos Paraná y Uruguay y describió los lugares donde ya había población española y las poblaciones indígenas que habitaban las orillas. Describió también otras partes que no están en la Argentina de hoy, la Cordillera boliviana, el río Charcas, Potosí, Paraguay, donde residió en la próspera ciudad de Asunción, y mencionó la existencia de los guaraníes.

La expedición a Río de la Plata

El historiador era nieto del gobernador Domingo Martínez de Irala. Por eso, la parte de su obra dedicada a él tiene un especial interés y está escrita con mayor conocimiento y también más parcialidad. En 1537, el gobernador Mendoza –entonces en Corpus Christi– mandó una expedición de trescientos hombres para descubrir lo que existía en los ríos que llegaban al Río de la Plata. Iban en tres navíos al mando del Juan de Ayolas con Domingo Martínez de Irala, Carlos de Guevara, Juan Ponce de León, Luis Zepeda y Carlos Vumbrim entre otros. El viaje, como todos los de la época, estuvo lleno de dificultades.

Al llegar a tierra de guaraníes, en el puerto de Nuestra Señora de la Candelaria, Juan de Ayolas decidió explorar por tierra con doscientos hombres buscando la Sierra de la Plata, dejando en Candelaria los navíos y el resto de la expedición al cuidado de Irala con órdenes de esperarlo seis meses y regresar si a ese término no volvía. Seguramente iba en busca de la mítica Sierra de la Plata. Mientras tanto Mendoza, sin noticias de Ayolas, regresó a Buenos Aires, donde se encontró la ciudad asolada y la mayor parte de los habitantes muertos.

Juan de Ayolas

Irala no regresó tras el plazo marcado sino que se internó «por ver si podían tener alguna noticia de los de la entrada, y hecha, dejaron en aquel puerto en una tabla escrito todo lo que se ofrecía poder avisar, y que no se fiasen de aquella gente por estar rebelada, y con mala intención», escribió Ruy Díaz. En su búsqueda, Irala trató con indios guayarapos y payaguaes. En principio parecían pacíficos, desarmados y obsequiosos. Pero era una trampa para acometer a los españoles cuando estuvieran confiados. Previendo la añagaza, Irala pudo plantarles cara y vencerles. Más arriba de la corriente, encontraron por fin un indio que había sido criado de Ayolas y que les narró el trágico final de éste y su expedición. Ayolas había llegado a la cordillera peruana, al Chaco, a la tierra de los pueblos samócocis y sibócocis, pacíficos y con abundantes alimentos.

Había descubierto para los españoles la sierra donde años más tarde Ñuflo de Cháves, que sucedió como gobernador de Asunción a Irala, fundaría Santa Cruz de la Sierra. Volvía Ayolas para dar cuenta de su comisión, cargado de metales, cuando los payaguaes los atacaron en la noche dándole muerte como a todos los hombres que iban con él. La manera en que lo atacaron era similar a la vivida por Irala y, aunque Ayolas escapó en un primer momento, lo encontraron a la mañana siguiente escondido en unos matorrales y lo mataron. Cabeza de Vaca, enemigo irreconciliable de Irala, acusó a éste en sus Comentarios de responsable de la muerte de Ayola por haber abandonado Candelaria en vez de esperarlo allí. Acusación que no tenía fundamento.

Tras la destrucción de Buenos Aires, la muerte posterior de Pedro de Mendoza y la tragedia sufrida por el general Juan de Ayolas, el Rey encargó al veedor Alonso Cabrera que organizara una junta de pobladores y eligieran nuevo gobernador y capitán general. Y en 1538 fue Domingo Martínez de Irala el elegido al ser el sustituto de Ayolas en su ausencia y presentar mejores títulos y acciones. Comenzaba entonces una larga gobernación llena también de hechos sorprendentes. En 1537, Juan Salazar de Espinosa fundó, siguiendo los proyectos de Ayolas e Irala, la ciudad de Asunción en la que vivió el cronista Ruy Díaz de Guzmán.