¿Quién fue el otro intérprete de Hernán Cortés?
Los intérpretes y traductores jugaron un papel esencial en la conquista de América. De ellos dependía que las negociaciones entre europeos e indios tuviesen éxito
Por todos es sabida la historia y la importancia de doña Marina, a quien conocemos como La Malinche, intérprete y amante de Hernán Cortés, en la conquista de México. Bernal Díaz del Castillo, conquistador y cronista, dijo que sin ella «no podíamos entender la lengua de Nueva España y México». Su papel fue fundamental pues el descubrimiento de América supuso un encuentro entre civilizaciones muy distintas por lo que «el papel de estos intérpretes y traductores iba más allá de transmitir mensajes orales o escritos: eran verdaderos mediadores culturales, es decir, personas versadas en culturas y lenguas que negociaban y administraban qué comunicarle a los europeos y a los indígenas para obtener resultados concretos», apunta la profesora Berenice Alcántara Rojas, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH).
En esta labor clave, Jerónimo de Aguilar fue esencial acompañó a Hernán Cortés y colaboró con doña Marina para elaborar un sistema de traducción en el que él traducía del español al maya, mientras que la Malinche traducía del maya al náhuatl.
La historia de Jerónimo de Aguilar comienza en La Española a comienzos de 1509. Bajo las órdenes de Diego Colón es enviado al Darién con el conquistados Diego de Nicuesa tomando parte en las luchas de esta región entre Nicuesa y Vasco Núñez de Balboa. En 1511 pone rumbo a La Española para informar sobre los desórdenes en el Darién, así como en busca de avituallamiento y refuerzos. Sin embargo, la carabela en la que iba a bordo es sorprendida por una tempestad provocando su naufragio en unos islotes llamados de las Víboras, próximos a Jamaica. 20 hombres sobrevivieron entre los que se encontraban el propio Aguilar, Valdivia y el marinero Gonzalo Guerrero.
Después de 15 días de penurias y hambre, ocho de los veinte supervivientes que quedaban lograron arribar a la costa oriental del Yucatán tras poner a flote un inestable batel, pero instantes después fueron capturados por los indios mayas. Valdivia junto a cuatro hombres más fueron sacrificados a sus dioses por el cacique y el resto de los náufragos fueron hechos prisioneros. Este pequeño grupo, entre los que se encontraba Aguilar, logró escapar y ocultarse en la selva hasta caer en manos de otro cacique al que los cronistas llaman Aquincuz, quien gobernaba la región de Xamahná. A diferencia del primer cacique, éste proporcionó amparo a los fugitivos a cambio de su servidumbre. Pronto los españoles fueron enfermando y muriendo, hasta quedar vivos solamente Aguilar y Guerrero.
El traductor de Cortés
Tuvieron que pasar unos cuentos años, concretamente en 1519, para que Hernán Cortés entrase en escena. El conquistador extremeño que marchaba a la conquista de México, arribó con su hueste a la isla de Cozumel, frente a la costa de Yucatán. Allí, siguiendo las instrucciones del gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllas, el capitán de la hueste se dispuso a averiguar qué había sido de estos náufragos y rescatar a los que todavía quedasen con vida.
Tras enterarse de lo que había sucedido con los españoles, vio oportuno llevar cartas para los prisioneros y abalorios para sus amos e indicó al capitán Diego de Ordaz «esperar en el cabo Catoche la llegada de los náufragos durante un plazo de ocho días», relata Cristina González Hernández en el perfil de Jerónimo de Aguilar de la Real Academia de la Historia. Pasado esos ocho días y sin obtener respuestas de los prisioneros, la partida del capitán Ordaz regresó para reanudar el viaje hacia México.
Sin embargo, instantes después de volver a embarcar para poner rumbo a su principal destino, vieron como una canoa se dirigía hacia ellos. Al acercarse, los españoles pudieron identificar a Jerónimo de Aguilar a pesar de su aspecto muy cambiado –con el pelo peinado y cortado al estilo maya y con unas vestiduras propias de los indios–, pues iba acompañado de los tres mensajeros indígenas que Diego de Ordaz había dejado en la costa de Yucatán.
El gran conocimiento que tenía Aguilar de la lengua maya –había convivido con ellos durante ocho años– le permitió convertirse en uno de los intérpretes fieles de Cortés, pieza clave para las negociaciones con los indígenas. Junto a doña Marina, quien se incorporó a las filas del explorador extremeño en 1519, formó un sistema triple de traducción: los aztecas hablaban a la Malinche en su lengua y ésta lo traducía al maya para que Aguilar, a su vez, se lo comunicara en castellano a Cortés y sus hombres. Pero cuando doña Marina aprendió el castellano, se hizo innecesaria la colaboración de Aguilar como intérprete por lo que éste se integró en la hueste de Cortés como soldado. En calidad de tal, participó en todos los sucesos de la Conquista y en los combates librados contra los aztecas hasta la caída de su Imperio en agosto de 1521.