Picotazos de historia
Uno de los días más tristes para la cultura universal o la destrucción del Partenón de Atenas
El Partenón se había mantenido en buen estado a lo largo de los siglos y había servido como templo para diversas culturas y religiones, pero ese día era almacén de pólvora. La subsiguiente explosión destruyo completamente la cella y el friso
La República de Venecia ha aportado grandes logros y su historia es tan extensa como fascinante. En ese sentido les recomiendo a ustedes la lectura de la magistral Historia de Venecia de John Julius Norwich. Pero en esta hermosa sinfonía hay dos notas absoluta y dolorosamente discordantes: una de ellas es la Cuarta Cruzada (1198 – 1204) de la que les hablaré a ustedes pronto, la segunda nota discordante se la narraré ahora mismo.
El 12 de septiembre de 1683 el gran visir Kara Mustafá fue estrepitosamente derrotado frente a las murallas de la ciudad de Viena. La República de Venecia, que hacía apenas una década había perdido Candia, se tomó su tiempo para sumarse a la alianza que se había creado para aprovecharse de la derrota turca. El 19 de enero de 1684 Venecia se sumó a ello, aportando su flota, su experiencia naval y el resentimiento hacia aquel que había devorado su otrora prospero imperio comercial.
Nombraron capitán general a Francisco Morosini, el defensor de Candia, quien a sus 64 años seguía siendo uno de sus generales más capaces. Morosini, al mando de 67 galeras de guerra venecianas, más las papales, las del ducado de Toscana y las de la orden de Malta inició un rosario de capturas por el mar Mediterráneo: la isla de Leuca, Prevenza, Corone, Modone, Navarino, Argos, Nauplia, Lepanto, Patrás y Corintio.
El sitio de Atenas
En septiembre de 1687 Morosini puso sitio a la ciudad de Atenas. El día 26 de septiembre fue lunes. Amaneció claro y despejado el cielo, un magnifico día para que las piezas de artillería ,que se habían situado en torno a la ciudad, iniciaran la labor para la cual habían sido fundidas. A las siete de la mañana un joven teniente alemán, que había venido con las tropas del sueco conde de Konigsmark, dio la orden de fuego a las piezas de mortero que estaban bajo su mando y que estaban situadas en la colina de Mouseion.
Uno de los morteros consiguió un impacto directo en el Partenón. Este edificio se había mantenido en buen estado a lo largo de los siglos. Había sido templo para diferentes culturas y distintas religiones pero ese malhado día era almacén de pólvora. La subsiguiente explosión destruyo completamente la cella (cámara interior de los templos clásicos) y el friso que lo adornaba, hundió el techo y derribó ocho columnas del lado norte y seis del sur, así como todo el entablamento que soportaban.
No acabó ahí lo que se considera como uno de los sucesos más tristes de la cultura. Capturada la ciudad, el Capitán general ordenó que se removieran las esculturas que adornaban el frontón oeste del Partenón. Todo ello muy en la línea con lo que hizo Venecia con Constantinopla durante la Cuarta Cruzada. Pausanias nos describió las esculturas que adornaban el Partenón y gracias a él sabemos que el grupo representaba la disputa entre Poseidón y Atenea por la ciudad de Atenas. Atenea estaba representada, majestuosa, en un carro tirado por fogosos caballos. Lamentablemente toda la operación de desmontaje se realizó con una torpeza extrema y el conjunto de las esculturas cayeron al suelo y se hicieron pedazos.
Morosini tuvo que contentarse con trofeos menores, como fue el caso de las esculturas de leones que adornaban la puerta del Pireo y que hoy se pueden admirar en la entrada al arsenal de Venecia.
Una vez destruido el edificio se inició su lento deterioro y saqueo, culminándose con el traslado de los restos de esculturas, metopas y relieves denominados «Mármoles Elgin», que el escocés Thomas Bruce, séptimo conde de Elgin, llevó a Inglaterra. Lo dicho: uno de los días más tristes para la cultura universal.