Revelan las impactantes cartas del primer testigo de la carnicería en Waterloo horas después de la batalla
Un estudio da a conocer el relato del comerciante Thomas Ker, quien, fue el primer civil que visitó el escenario de la contienda un día después de la lucha
«Muchas son las lágrimas que he derramado al ver sus sesos y miembros esparcidos por el sangriento campo de batalla, donde he estado 18 veces desde aquel horrible día... Es imposible presenciar semejante escena sin conmoverse», con estas palabras describe Thomas Ker, un comerciante escocés, el escenario de la batalla de Waterloo, la última derrota de Napoleón Bonaparte.
Hace 208 años, hacia las nueve de la noche, los cañones de Waterloo enmudecieron. Alrededor de 20.000 personas yacían muertas en el campo de batalla. Una hora más tarde, en la aterrorizada ciudad de Bruselas, Thomas Ker hacía las maletas y recorrió el corto, pero peligrosos camino hacia el lugar del enfrentamiento. Este comerciante, olvidado por la historia, se convirtió en el primer testigo ocular que registró la carnicería que se había desatado horas antes de su llegada.
Todo lo que presenció Ker fueron cuerpos desmembrados, soldados y caballos muertos y heridos, humo y ruinas por todas partes. Quedó tan destrozado tras presenciar aquel horror que relató su vivencia. Unos manuscritos que han sido recuperados por Tony Pollard, profesor de la Universidad de Glasgow. Mientras indagaba entre los archivos universitarios, al profesor le llamó la atención una serie de cartas y un libro completo que resultó ser el testimonio del comerciante escocés, quien visitó el campo de batalla de Waterloo en los meses posteriores a la derrota de Napoleón a manos del duque de Wellington.
El descubrimiento ha sido considerado como único y de gran valor al ser la primera descripción de la escena inmediatamente posterior de uno de los combates importantes en la Historia universal. Ker llegó a visitar el lugar en 18 ocasiones durante los años siguientes, hasta 1817, a pesar de quedar profundamente afectado. El resultado de su vivencia fueron las cartas y el libro encontrados en la universidad y que fueron donados en 2018 por la familia del comerciante.
Para el profesor Pollard la información que aportan los escritos de Ker además de ser valiosa, completan los trabajos ya publicados acerca de la batalla que enfrentó a las fuerzas napoleónicas contra las tropas británicas, neerlandesas y alemanas del duque Wellington y el ejército prusiano del mariscal de campo Gebhard von Blücher. Del mismo modo, el también director de la organización benéfica arqueológica Waterloo Uncovered, considera que el estudio de estos documentos es inédito y «arroja una nueva luz sobre algunos aspectos de estos primeros escritos, incluida su relación con la guía del campo de batalla, que hoy es casi un subgénero de la historia militar».
Pollard insiste a través de un artículo publicado en Journal of Conflict Archaeology, en la nueva visión que aportan los manuscritos de Ker sobre lo cruenta que fue la batalla: «nunca he leído nada tan impactante en otros relatos de visitantes al campo de batalla», asegura. «En este caso, la vívida descripción de los muertos y moribundos marca la experiencia de Ker como muy diferente a la registrada por aquellos que acudieron después de él. La mayoría de los primeros relatos civiles describían visitas al escenario de la batalla que tuvieron lugar entre tres semanas y un mes después de que esta se produjese. para entonces los heridos y los muertos ya habían sido retirados».
En sus escritos, Ker describe vívidamente lo que vio y sintió, y reflexiona sobre la tragedia que representa la guerra: «No puedo sino intentar débilmente dar al lector una descripción de la escena de matanza que los campos presentaban [...]. Nadie que no lo haya visto puede imaginarse lo conmovedor que era ver a miles de moribundos, heridos y muertos a tu alrededor, y a todos los que eran capaces de articular palabra pidiendo agua para beber, sin que hubiera nada o muy poca para ellos. Aliados y franceses morían unos junto a otros. Los gritos de todos exigían ahora la compasión del espectador sin excepción», cuenta en uno de sus párrafos.
¿Patriotas o saqueadores?
Los primeros visitantes describen que por todo el campo se extendían las posesiones de los combatientes: gorras, zapatos, guantes y cinturones, así como vainas de obuses e incluso cartas de amor. Todos estos objetos eran recogidos por los lugareños para luego ser vendidos a los curiosos.
De hecho, los visitantes británicos del campo de batalla de Waterloo, que llegaron a ser con el tiempo unos 5.000 al año, consideraban que llevarse todas aquellas reliquias era un acto casi patriótico, mientras que, sin embargo, en el caso de los lugareños consideraban que estas gentes actuaban como simples «saqueadores». Pero los lugareños también empezaron muy pronto a hacer de guías y enseñaban el lugar a los cada vez más numerosos visitantes, lo que hizo del turismo al campo de batalla algo muy rentable. Con el tiempo, Waterloo se convirtió en un destino popular y no tardó en incorporarse a las guías turísticas.