La desconocida historia de los primeros españoles en la Pampa, Patagonia y Tierra de Fuego
Hasta la Conferencia de Berlín de 1885, no se exigía a las potencias que colonizaban –en ese caso África– presencia efectiva y autoridad sobre el territorio para que las otras potencias reconocieran la soberanía sobre un nuevo territorio
El dominio español de las tierras americanas era desigual. En algunas zonas del sur del continente apenas existió. Ni se tenían medios para explorar y colonizar, ni intereses económicos, ni gente suficiente para nuevos poblamientos. Era el caso del sur de Argentina y Chile. Eran territorios españoles porque así se determinó en el siglo XV en las bulas papales y no se discutía. El concepto actual de soberanía surge con el Estado-nación. Y hasta la Conferencia de Berlín de 1885, no se exigía a las potencias que colonizaban –en ese caso África– presencia efectiva y autoridad sobre el territorio para que las otras potencias reconocieran la soberanía sobre un nuevo territorio.
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No obstante, los españoles reconocieron en algunas ocasiones esas regiones desde el viaje de Magallanes y Elcano. En 1534 se organizó la expedición de Simón de Alcazaba al estrecho de Magallanes para formar una nueva provincia que debería llamarse Nueva León. En febrero de 1535 llegaron al Puerto de Lobos y desde allí iniciaron las expediciones al interior sin encontrar ningún atisbo de presencia humana. El desánimo y la falta de perspectiva acabó en sublevación y vuelta a Santo Domingo en junio de ese año. En 1539 otra expedición quiso posesionarse de la tierra desde el límite sur del adelantado Mendoza hasta el estrecho de Magallanes. Iba al frente el comendador Francisco de Rivera, financiado por el obispo de Plasencia. Ni llegaron a desembarcar, el mar arruinó la expedición.
Los siguientes esfuerzos se hicieron desde Chile aunque, debido a las dificultades propias de la empresa y a las rivalidades entre españoles, tampoco tuvieron éxito. En ese momento tanto Chile como el Río de la Plata pertenecían al Virreinato de Perú y, tras una larga contienda, Valdivia consiguió, cuando ya había muerto, que la Tierra de Fuego y la Patagonia se asignaran a la gobernación chilena. En 1557 el capitán Juan Ladrillero reconoció el estrecho, sitio de muy peligrosa navegación, para regresar a Chile un año después sin dejar establecimiento.
Aquellos extensos parajes se quedaron sin dominio efectivo español. Y esa dejadez era aprovechada por piratas y expediciones de ingleses y holandeses. Así Drake en 1577, cruzó por el estrecho hasta llegar a Nueva España en sus destructivas correrías. Era esencial fortificar el paso marítimo para controlas la navegación y en 1576 el virrey Toledo envió una expedición al mando de un hombre casi mítico Pedro Sarmiento de Gamboa. Un personaje que tuvo problemas con la Inquisición en España y América por su fama de astrólogo.
Había estado en 1567 en el viaje que descubrió las islas Salomón y fue el primero en atravesar el estrecho de poniente a oriente en 1580. No pudieron tampoco establecer una posición permanente, por lo que un año después el Rey Felipe II mandó otra flota al mando de Flores de Valdés y con el propio Sarmiento como segundo con la misión de fundar dos fortalezas. El mar también obligó a los marinos españoles a realizar hazañas contra los elementos y solo llegó a la región la Santa María de Sarmiento de Gamboa. Estos detalles se pueden extraer de sus obras, en especial de su Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Magallanes, publicado en Madrid en 1768 según el manuscrito que se conserva en la Biblioteca Nacional.
Por primera vez se tomó contacto con los indios nativos y se fundó dos poblaciones: Nombre de Jesús y Real Felipe. Intentó Sarmiento volver al Río de la Plata para regresar con más bastimentos y hombres. De nuevo las tormentas lo desviaron de la ruta hasta Brasil y, en la vuelta, fue apresado por el inglés Raleigh que lo llevaron a Inglaterra donde pasó un año retenido. En 1587 el pirata Cavendish rescató al único superviviente que quedaba en la zona.
En lo que se refiere a la Pampa y la Patagonia, las expediciones se encontraban con otra dificultad añadida porque allí habitaban indios belicosos que no estaban dispuestos a admitir la presencia extranjera. Algunos lo intentaron. En 1620 Juan Fernández llegó al lago Nahuel Huapi y en 1627 a Nauquén. Los corsarios holandeses iniciaron una actividad continuada en la zona, por lo que se envió una expedición en 1649 al mando de Luis Ponce de León para combatir a los mapuches comandados por holandeses.
En 1696, el Rey ordenó al gobernador de Buenos Aires que fortaleciera las fronteras del sur para contener los ataques indios. Entonces la gobernación llegaba a Tucumán. También los ingleses atacaban las costas patagónicas y en 1690 se posesionaron de las islas Malvinas. Luego los jesuitas los que establecieron las primeras misiones de vida efímera. El fuerte construido en Puerto Deseado en 1790 y abandonado en 1807.
Cuando llegó la independencia, el dominio que heredaron los argentinos era el mismo que tuvieron los españoles
Cuando llegó la independencia, el dominio que heredaron los argentinos era el mismo que tuvieron los españoles. Así, la expansión de la agricultura y la ganadería exigía tomar posesión de las tierras del sur en posesión de los pueblos originarios. La conquista del sur argentino es paralela a la del oeste estadounidense.
Las tropas trataban de someter a los indígenas a sangre y fuego para poder sostener las nuevas colonias de pioneros. Los indios hostigaban continuamente a las granjas que se instalaban mediante unos ataques llamados malones que acaban con los asentamientos, mataban a los colonos y se quedaban con el ganado. En Argentina el encargado de las expediciones fue el general Roca, que llegaría a ser presidente de la República. Se llamó la campaña del desierto y comenzó en la Pampa y siguió por el sur, concluyendo hacia 1879.
El resultado fue un enorme crecimiento económico que puso a Argentina en esos momentos entre los países más ricos del mundo. Sirvió además para delimitar la frontera con Chile. Pero la gran matanza de patagones (en su mayoría mapuches, tehuelches y ranquel) es considerada hoy por algunos como algo parecido a un genocidio. Pero en 1867 se consideró una hazaña nacional que Roca, siguiendo planes anteriores de Rosas, lideró con enorme popularidad. Eran otros tiempos con otra mentalidad.
Para los americanos que hoy defienden un indigenismo radical, muchos de ellos descendientes de europeos, hay que recordar estas ocasiones y que los indígenas se pusieron de parte del ejército real en su mayoría.