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William y Caroline Herschel puliendo la lente de un telescopio

William y Caroline Herschel puliendo la lente de un telescopio

William Herschel, el músico y soldado que se convirtió en el mejor astrónomo de su época

Fue uno de los más notables astrónomos de su tiempo. A él se le debe el descubrimiento de Urano y de algunas de las más interesantes lunas de los planetas gaseosos del sistema solar

Aunque Herschel no llegó a revolucionar la astronomía, como si hicieron algunos de sus predecesores como Copérnico, Tycho Brae o Galileo, fue uno de los más notables astrónomos de su tiempo. A él se le debe el descubrimiento de Urano y de algunas de las más interesantes lunas de los planetas gaseosos del sistema solar. También descubrió que el sol no estaba «fijo» en el universo y catalogó un buen número de cúmulos y galaxias del universo profundo. Pero su interesantísima vida no se circunscribió solo a la astronomía, por lo que merece ser recordada.

William nació como Friedrich Wilhelm en Hannover, en 1738. Era hijo de un músico militar, por lo que, siguiendo la estela de su padre, se convirtió en un buen intérprete de Oboe y como su padre y su hermano Jacob se unió a la banda del regimiento de guardias de infantería del electorado de Hannover.

La guerra de los Siete años

En 1756 estalla la guerra de los siete años. Un conflicto que, aunque en origen, se limitó fundamentalmente a Francia y Gran Bretaña, acabaría involucrando a todas las potencias europeas y teniendo un muy amplio campo de operaciones, tanto en Europa como en América, África y Asia, razón por la que muchos historiadores consideran que fue, en realidad, la verdadera primera guerra mundial.

La batalla de Hastenbeck. Obra de Louis Edouard Rioult

La batalla de Hastenbeck. Obra de Louis Edouard Rioult

En el conflicto, Hannover era aliado de Gran Bretaña y Prusia, por lo que el joven Herschel participó en la batalla de Hastenbeck, en las inmediaciones de Hamelín, en donde 80.000 franceses comandados por el Duque de Estrées se enfrentaron a 60.000 aliados dirigidos por el Duque de Cumberland. Hastenbeck no fue una batalla decisiva, pero debido a lo abrupto y boscoso del terreno fue un combate complejo e intenso en donde la iniciativa y la suerte de la batalla cambio de bando, varias veces, a lo largo de la misma.

Herschel luchó bravamente y sobrevivió, pero quedó horrorizado por la barbarie y la crueldad de la guerra, razón por la que decidió dejar el ejército

Finalmente, se impusieron los franceses y aunque las maniobras de Cumberland permitieron una retirada bastante digna, unas cinco mil personas perdieron la vida. Herschel luchó bravamente y sobrevivió, pero quedó horrorizado por la barbarie y la crueldad de la guerra, razón por la que decidió dejar el ejército y la propia Hannover y refugiarse en Gran Bretaña.

De director de orquesta a astrónomo

Dados sus pocos medios económicos, Wilhelm, reconvertido ya en William, pero dotado de una gran habilidad manual, construía sus propios instrumentos y comienza a trabajar como organista, hasta que en 1766 lo nombran director de orquesta en Bath, donde pasa a ser un reconocido músico de prestigio.

En 1772 su hermana Caroline va a vivir con él a Bath. Su hermana era muy aficionada a la astronomía, mientras que William estudiaba, ya entonces, la relación entre música y matemáticas. Su interés por la ciencia y la afición de su hermana le llevaron a comprar un libro de Astronomía en 1773. No es exagerado decir que la lectura de aquel manual cambiaría su vida. Había descubierto su gran pasión. El estudio del firmamento.

La Nebulosa Esquimal en la constelación de Géminis, descubierta por Herschel en 1797

La Nebulosa Esquimal en la constelación de Géminis, descubierta por Herschel en 1797

Aunque su puesto de director de orquesta le reportaba un cierto prestigio social y un salario digno, no era lo suficiente para adquirir los telescopios que ambicionaba, así que decidió construirlos él mismo, al igual que había hecho con sus instrumentos musicales en el pasado. Así, escudriñando el cielo como cada noche, el 13 de marzo de 1781 observó un objeto no catalogado, que confundió al principio con un cometa, siguió observándolo todas las noches sucesivas hasta convencerse que estaba frente al mayor descubrimiento astronómico del siglo XVIII.

William había descubierto el séptimo planeta del sistema solar, al que bautizó en un principio como «planeta Jorge», por Jorge III de Inglaterra, y así fue conocido durante algunos años, aunque finalmente se impuso la tesis del astrónomo Johann Bode, que insistía en mantenerse en la mitología griega, por lo que de Jorge se pasó a Urano, tal y como se sigue conociendo en la actualidad.

El descubrimiento le supuso un galardón de la Royal Society de Londres y que Jorge III lo nombrase astrónomo real. Pero el inquieto William siguió asombrando a la sociedad científica de su época con nuevos y fabulosos descubrimientos mientras dirigía la construcción de más potentes telescopios. Herschel descubrió también la radiación infrarroja de los astros, la «movilidad» del sol dentro de la galaxia, así como muchas nebulosas y galaxias del universo profundo. Antes de él se conocían 130 objetos celestes, a su muerte más de 2500 y cuando su hijo, también astrónomo, llevó su telescopio al hemisferio austral serían 4000. William fue, igualmente, el descubridor de algunas interesantes lunas de los gigantes gaseosos del sistema solar, como Titania y Oberón, satélites del propio Urano o Mimas y Encelado de Saturno.

El “Gran Cuarenta-Pies” de Herschel

El «Gran Cuarenta-Pies» de Herschel

Precisamente me gustaría concluir con el descubrimiento de Encelado, que recibió el nombre de uno de los mitológicos gigantes, hijo de Urano y de Gea. Fue descubierto por William en 1789 y durante los siglos siguientes pasó por una más de las lunas de Saturno, apenas, con sus 500 km de diámetro, la sexta más grande. Sin embargo, en las últimas décadas se ha convertido, junto a la joviana Europa y a su compañera Titán, en una de las tres más fascinantes de todo el sistema solar. Encelado, al igual que Europa, es un mundo acuático, como el waterworld de la película protagonizada por Kevin Kostner. La diferencia es que los, nada confortables, – 193 grados centígrados de temperatura hacen que su superficie se mantenga siempre helada, sin embargo, tras esa capa de hielo hay un sorprendente océano de agua líquida y un núcleo rocoso que debido a las tensiones gravitacionales de Saturno genera numerosos volcanes y fumarolas, lo que a su vez provoca gigantescos géiseres y vapor de agua lanzados al espacio.

La sonda Cassini, de la NASA, que ha analizado los componentes de dichos géiseres, continúa aportando una información fascinante. Recientemente, se ha descubierto fósforo en dicho océano, un componente fundamental para la vida. Dicho de otra manera, no es descartable que en los mares de Encelado se den algunas formas de vida simples. Lo que lo convierte en uno de los satélites más interesantes para los astrobiólogos.

Herschel realizó descubrimientos sorprendentes y fue reconocido internacionalmente por ello. Sin embargo, incluso sus descubrimientos «menores» como el de Encelado nos pueden deparar aún muchas e increíbles sorpresas.

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