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La policía británica patrulla las calles de Belfast en los 70 al lado de un niño

La policía británica patrulla las calles de Belfast en los 70 al lado de un niño

Así fue el conflicto en Irlanda del Norte que convirtió Belfast en un campo de batalla

El gobierno británico de Sunak aprobó la amnistía para los investigados por asesinato durante el conflicto norirlandés que dejó más de 3.500 muertos, y mil casos de asesinato sin resolver

Los soldados británicos ya no patrullan las calles de Belfast, pero los muros siguen separando el barrio católico y protestante, y sus puertas se siguen cerrando por la noche. Sin embargo, el conflicto en Irlanda del Norte es un asunto olvidado para la mayoría de los europeos. El origen está en 1921, cuando la guerra de independencia irlandesa acabó en guerra civil entre irlandeses y la isla quedó dividida entre la zona norte gobernada por los británicos, y el recién creado Estado Libre de Irlanda en el sur. La creación de esta frontera política artificial cambiaría el rumbo de Irlanda y Reino Unido de los próximos cien años.

Los católicos eran una minoría (40 %) en la nueva Irlanda del Norte, y los protestantes lo aprovecharon para gobernar durante décadas y favorecer un parlamento de mayoría unionista. En ciudades como Derry se prohibió que los católicos participasen en la vida política de la ciudad implementando diferentes restricciones, y se les apartó también de la vida social a pesar de que los católicos suponían dos tercios de la población. Además, los policías norirlandeses de la Royal Ulster Constabulary eran en su mayoría protestantes y también discriminaron a los católicos.

En este nido de malestar y sumisión el viejo Ejército Republicano Irlandés (IRA), ahora reconvertido en una organización clandestina, intentó hacer frente a los británicos desde la frontera, pero muchos fueron detenidos. No es hasta la década de los 70 cuando el IRA reapareció como una banda terrorista que asesinaba a soldados británicos, policías protestantes y líderes políticos con el objetivo de unificar toda la isla bajo una república.

La Operación Banner desplegó a 300.000 militares británicos por las calles de Belfast y Derry para apoyar a la policía local y acabar con la violencia

The Troubles (el conflicto norirlandés) fue un periodo negro de la historia de Irlanda y Reino Unido en el que Irlanda del Norte se trasformó en un campo de batalla con muchos grupos armados de uno y otro bando.

La vida diaria era muy complicada por los secuestros y asesinatos que cometían miembros del IRA, pero también otros grupos terroristas contrarios que eran defensores de permanecer en Reino Unido. En 1969, Londres ordenó la intervención del ejército británico sobre suelo norirlandés para combatir a sus propios ciudadanos. Sin duda fue un insólito, aunque ahora puede parecer normal porque es habitual ver a los militares patrullando por Roma o París tras los diversos atentados yihadistas.

La Operación Banner desplegó a 300.000 militares británicos por las calles de Belfast y Derry para apoyar a la policía local y acabar con la violencia. El papel que jugó el ejército fue muy discutido e incluso se abrieron diligencias penales posteriormente por acciones como la del Bloody Sunday, el domingo sangriento. El 30 de enero de 1972, la Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte (NICRA), organizó una manifestación en el barrio católico del Bogside en Derry. Querían protestar por el encarcelamiento de varios irlandeses católicos. Algunos manifestantes increparon y lanzaron objetos a los soldados británicos, que respondieron abriendo fuego real sobre la multitud y matando a 14 personas, la mayoría jóvenes de veintipocos años. No obstante, los militares también fueron el objetivo de los terroristas del IRA y a lo largo del despliegue murieron 763 militares británicos. En total durante los «problemas» norirlandeses murieron 3.500 personas entre civiles, paramilitares y fuerzas armadas británicas.

Después de varios meses de negociaciones, en 1998 el gobierno británico, la República de Irlanda y varios partidos norirlandeses firmaron el Acuerdo de Viernes Santo, un texto que ponía fin a un conflicto sangriento y diseñaba el nuevo estatus de Irlanda del Norte como «parte del Reino Unido y esto solo puede cambiar a través de un referéndum, si la mayoría de las personas en Irlanda del Norte así lo desean», según estipulaba uno de los puntos. También se pidió que los grupos terroristas entregasen las armas y que ningún paramilitar o político relacionado con acciones directas podría ocupar un cargo en la nueva administración. Los puntos acordados aquel día fueron ratificados por los norirlandeses y le siguieron unas elecciones que favorecieron a los grupos políticos partidarios del acuerdo.

A pesar de los esfuerzos por la paz, en los años siguientes hubo varios asesinatos perpetrados por nuevas escisiones del IRA provisional, que en 2007 entregó las armas. Como consecuencia del desarme, el ejército británico dio por finalizada la Operación Banner, los paracaidistas británicos dejaron de patrullar las calles y el contingente se redujo a 5.000 soldados que recuperaron las funciones habituales de protección exterior del territorio.

Sinn Féin, el partido más votado

Las repercusiones del conflicto y el acuerdo de paz son palpables en la actualidad. A principios de septiembre el gobierno británico aprobó una ley de amnistía para todos los investigados por asesinato durante el conflicto armado norirlandés entre 1968 y 1998. Esta decisión ha conseguido poner de acuerdo por primera vez a los cinco partidos republicanos y unionistas que forman el parlamento norirlandés. Incluso el gobierno regional estudió denunciar en a Reino Unido ante el Tribunal de Estrasburgo por esta ley, que deja más de mil casos abiertos en el aire, sin que puedan esclarecerse a pesar de que algunos lleven cinco décadas investigándose.

Hay que recordar que el Sinn Féin, brazo político del IRA, fue el partido más votado en las elecciones autonómicas y logró una victoria histórica en las municipales de abril de 2023. Este panorama político podría cambiar las relaciones entre el parlamento norirlandés y Westminster. Además, la frontera política que separó Irlanda hace más de 100 años, sigue jugando un papel fundamental en las relaciones de Reino Unido y la Unión Europea tras el Brexit. Sin ir más lejos, en febrero de 2023 el primer ministro británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lograron cerrar un acuerdo para solucionar los problemas del Protocolo para Irlanda del Norte.

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