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Heridos en el Hospital Militar de Madrid donde están atendiendo a enfermos y heridos durante la Guerra CivilBiblioteca Nacional de España

El médico que llegó a general, ganó en combate la Medalla Militar Individual y tuvo doce hijos

A lo largo de sus años de servicio, muchos aplaudirían el gran heroísmo que demostró en combate

Manuel María Acosta Pagoaga ingresó con su reemplazo para hacer el Servicio Militar en la caja de reclutas número 40 de Bilbao, donde solicitó y obtuvo prórroga por estudios de Medicina. El primer día de 1932 se incorporó como soldado raso en el batallón de Montaña Garellano, número 6, también en la capital vizcaína, donde serviría hasta el día 31 de julio del mismo año, en que su reemplazo fue licenciado. No obstante, continuaría prestando servicios como médico auxiliar en el citado batallón, a propuesta del jefe de Sanidad de la División y con la aprobación del capitán general de la Sexta Región Militar.

El 18 de octubre de 1934, con motivo del alzamiento armado del PSOE y demás izquierdas contra la República, en virtud de una orden de la Comandancia militar de Vizcaya, Acosta pasó a formar parte del equipo quirúrgico que marcha a Asturias a las órdenes del comandante médico José de Larrosa y Cortina. Embarcaron en el vapor Arayamendi con destino a Gijón llegando el mismo día 18.

Prisioneros de la Guardia Civil y de Asalto en Asturias

Al día siguiente pasó al vapor Escolano convertido en buque hospital, recogiendo heridos y emprendiendo viaje para Santander en evacuación de bajas, donde llegan a puerto el día 23. Tras entregar los heridos, volvieron el mismo día a Gijón, permaneciendo en esta plaza hasta el día 26. El personal sanitario de la expedición regresó por ferrocarril a Bilbao el día 28, una vez más por orden de la Comandancia militar de Vizcaya.

Acosta pasó a formar parte de la columna volante que a las órdenes del comandante de infantería Ricardo García Poveda se dedicó a desarmar a los elementos incontrolados en los pueblos de la carretera de Almaseda, permaneciendo en ella hasta el 5 de noviembre, cuando fue disuelta la columna. Acosta se incorporó entonces al batallón Garellano donde continuaría prestando sus servicios hasta 1936.

Condenado a muerte

El 19 de julio el médico es detenido por los sicarios frente populistas y condenado a la pena de muerte, junto al resto de la oficialidad, por el Tribunal Popular de Bilbao. En su caso, por considerarle uno de los principales cabecillas fue sentenciado a tres penas de muerte. Sin embargo, logró escapar y se refugia en un convento del pueblo vizcaíno de Lujua, Vizcaya, donde finaliza el año escondido.

El 14 de junio de 1937 logra pasarse a las filas rebeldes presentándose en Derio a la columna que mandaba el coronel Maximino Bertomeu siendo pasaportado para Burgos para hacer la información reglamentaria, efectuándola ante el juez teniente coronel Agustín Navarro. El 3 de julio fue asimilado a alférez médico y destinado a los hospitales de Bilbao.

El general Manuel Acosta Pagoaga

El 21 de agosto, a petición propia, quedó a las órdenes del general jefe de las fuerzas de Marruecos. Destino al que parte el día 6 de septiembre. Le incorporan al batallón 279 de Cazadores del Serrallo, en el campamento de Xauen. El 22 de octubre embarca con su unidad a la Península Ibérica, llegando a Ariza (Zaragoza), el 28. Y marchando a Monreal del Campo el 4 de noviembre, donde presta servicios de campaña. Sale para Alhama de Aragón, Zaragoza, y el 29 para Fuentes del Ebro, relevando en las trincheras al 9º tabor de Regulares de Melilla.

El 11 de marzo de 1938 rompen el frente en el sector de Fuentes del Ebro, participando con su unidad en la ocupación del Vértice Corona, donde permanece en servicio de seguridad y vigilancia hasta el día 15 en que es destinado con su batallón al kilómetro 33 de la carretera de Zaragoza a Castellón. Dos días después ingresa en el 10º tabor de fuerzas regulares indígenas de Ceuta para cubrir la baja del médico del mismo, que ha sido herido por los gubernamentales.

La unidad pierde oficiales

Iniciado el asalto de la cota 728 de la Figuera avanzó desde las siete hasta las diez de la mañana, hasta que entran en contacto con el enemigo y mantienen el fuego todo el día y el día siguiente. Entre asaltos y contraataques en los feroces combates caen tres oficiales, un capitán jefe accidental del tabor y fueron heridos otros tres oficiales. Murieron en total dos suboficiales y otros siete fueron heridos. Los combates fueron sin cuartel. Perdieron la vida 340 regulares de tropa. La unidad quedó huérfana de mandos y el oficial sanitario ha de suplirlos.

El teniente médico Acosta multiplicó sus esfuerzos y con hechos y palabras animó a sus hombres. Los atendió y dirigió el fuego. En la investigación que luego se llevaría a cabo, destacó el testimonio del entonces capitán José María Bellas Jiménez, jefe del batallón 175 del regimiento Toledo número 26.

La infantería atacando una posición

El 27 de marzo, su unidad recibe la orden de reforzar al 10º de Regulares en la cota 7280 de la Codoñera. Los testigos informan: «Al llegar vi al teniente Manuel María Acosta dando prueba de un gran espíritu y valor, animando a los soldados del tabor, los cuales se encontraban presionados por un enemigo muy superior en número y colocado en posiciones muy favorables para él, por cuyo motivo le habían hecho al tabor de referencia un gran número de bajas. Las pruebas del espíritu que pude comprobar destacan al teniente médico Manuel María Acosta, cuya actuación continuada fue considerada decisiva en momentos tan críticos». La carta va firmada con fecha del 1 de abril de 1938 en la Figuera.

Posteriormente, el 10º tabor de regulares relevó a un batallón de asalto italiano. El déficit de oficiales llevó a Acosta a hacerse cargo de la ayudantía de la unidad indígena.

Al mando de ésta, toman Fórnoles y acampan en el vértice de San Pedro. El tabor abandona pertrechos y ganado para iniciar el asalto: con los hombres cargados de munición se internan en las líneas enemigas para hacerse con el Puerto de las Heras y facilitar que la 15 División cruzase la Sierra de las Razas. Tras ello, nuestro protagonista marcha en servicio de enlace de operaciones con la columna legionaria italiana. Su tabor es relevado por el batallón Flechas Negras, interviniendo regulares e italianos en las últimas operaciones de la Sierra hacia Tortosa.

En Teruel, el tabor recibe un intenso bombardeo artillero, lo que les causa más de medio centenar de bajas. Asalta las líneas de trincheras en Corbalán, a continuación también la cota 1500 e interviene en la toma de Cerro Gordo. Sus bajas son muy altas, el 10º tabor de regulares de Larache lo releva. Son destinados como reserva al primer regimiento de la Brigada. El 13 de julio recibieron la orden de romper el frente. Conquistaron Cencerros y Canalizos, arrebatando un blindado al enemigo.

El teniente coronel Antonio Cubilla, Jefe de la primera Brigada de la 15ª División, escribe sobre el teniente Acosta al general Meléndez de sanidad militar. «Pido a Dios que todos los médicos militares, que por experiencia sé que son muy valientes, alcancen siempre el mismo grado de heroísmo, sencillamente, de heroísmo como el que un día vi alcanzar al teniente médico Acosta», entonces oficial médico del tabor de regulares de Ceuta, el 15 de junio de 1938.

Condecorado

Italia concedería a Manuel Acosta su Cruz de guerra al valor militar. Las tropas de la 15 División habían combatido sin tregua en Fórnoles, Torre Velilla, Puertos de Beceite, La Codoñera, Alcotas, Manzanera y Sarrión.

El general Francisco García Escámez, jefe de la 15 División del cuerpo de Ejército de Castilla, felicitó a sus hombres el 2 de noviembre de 1938. «Nuevamente os cubristeis de gloria rechazando los violentos y constantes ataques que, a pesar de su superioridad en hombres y material, el enemigo no consiguió avanzar un solo paso». La unidad había sufrido 4735 bajas en los durísimos combates, donde el teniente médico de regulares Manuel Acosta hizo tanto de médico en la evacuación de heridos bajo el fuego como de oficial de primera línea cuando era necesario.

Manuel Acosta de Teniente de Regulares, tocado con el tarbuch

En noviembre de 1938 su unidad fue batida por la artillería enemiga en la Pericona. Acompañado por un violento fuego de ametralladoras, un batallón gubernamental intenta dar un golpe de mano en las posiciones de los regulares que son batidas. El contraataque puso al enemigo en huida y los regulares llegan al pueblo de Paraíso. Alto donde consiguen un botín de municiones del calibre 7 mm, un fusil ruso automático y una caja de bombas de mano. Por su actuación en el sector, Manuel Acosta recibe la Medalla Militar Individual en 1943. Se suma a una Cruz de guerra, una Cruz Roja al mérito militar, la medalla de la campaña, la Cruz al mérito militar con distintivo blanco, la medalla de la paz de Marruecos, la medalla de plata conmemorativa de la jura de Alfonso XIII, la Cruz y las placas de la orden de San Hermenegildo y la Cruz de guerra italiana.

Y como no sólo de la guerra y la medicina vive el hombre, con su esposa tuvo 12 hijos. El 21 de abril de 1972 le fue concedido al empleo de inspector médico con el grado de General de Brigada en situación de reserva.