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El derrumbe del Muro de Berlín o «la prueba de que una revolución pacífica puede vencer a una dictadura feroz»

34 años después del derrumbe del Muro, Madrid ha sido la ciudad elegida como primera sede de la primera exposición itinerante titulada El Muro de Berlín. Un mundo dividido que la Fundación Canal acoge en su Sala Castellana 214

«Nunca aceptaremos la división brutal de esta ciudad, la división antinatural de nuestro país», dijo Willy Brandt, el alcalde de Berlín Occidental, el 13 de agosto de 1961, día en el que se cerraba la frontera entre la parte occidental y la oriental de la capital alemana. El estancamiento económico soviético y la floreciente Berlín occidental provocaron que un año antes, alrededor de 20.000 personas abandonasen de forma definitiva la parte este dejando a la República Democrática Alemana (RDA) al borde del colapso social y económico.

Por ello se decidió levantar un Muro, una «franja de la muerte», «una cárcel», en palabras de la embajadora de la República Federal de Alemania en España, María Margarete Gosse. Y es que el objetivo real de aquella muralla era evitar que los jóvenes siguiesen marchándose a buscar mejores oportunidades, a pesar de que su construcción se justificase como «un método de resistencia antifascista».

Un policía de Berlín Occidental (d) habla con un ciudadano de Berlín Oriental (i) a través de un agujero en el Muro de Berlín el 19 de septiembre de 1962©GTRESONLINE

Ahora, 34 años después del derrumbe del Muro, Madrid ha sido la ciudad elegida como primera sede de la primera exposición itinerante titulada El Muro de Berlín. Un mundo dividido que la Fundación Canal acoge en su Sala Castellana 214 y disponible al público desde el 9 de noviembre. En ella, «la gente puede entender por qué se creó el Muro, cómo se creó, lo que supuso para los habitantes de Berlín», explicó Luis Ferreiro, director de Musealia, compañía a cargo de la exposición en colaboración con la Fundación Muro de Berlín.

Vivir en una cárcel

El público puede hacer un recorrido por diferentes salas con más de 300 objetos acompañados con vídeos y testimonios como el de Ines Sonder, quien nació en 1964 en la República Democrática Alemana (RDA). En 1983 llegó a Berlín Oriental para estudiar en la universidad. Se alojó junto a su familia en un apartamento estudiantil a la linde de la ciudad y tiempo más tarde se mudó a un piso situado en plena franja fronteriza del Muro. Para aquel entonces, algunas restricciones se habían relajado, por lo que no necesitaba permisos especiales para circular por la zona.

Historias como las de las familias Radischewski y Hildebrandt. Ambas familias amigas sufrieron el intento de escape de uno de los hijos de la primera poco después de la construcción del Muro. La hermana de este, Regine Radischewski, deja por escrito en su diario –uno de los objetos que conforma la muestra– lo siguiente:

«No queríamos irnos. El único que quería escapar era mi hermano, y yo estaba triste. (...) Había que tener cuidad de que no nos cogiesen ayudándole: huir de la República [RDA] era un delito grave y quienes asistían a un fugitivo también eran castigados, así que mis padres y yo nos organizamos para no estar en casa cuando se fugase. Y se marchó. Él solo. Bajó por una cuerda desde el primer piso y pasó al lado oeste».

Una mujer, sobre el muro de Berlín, saluda sus familiares en Berlín-Este, 1961

Desde su fundación hasta su caída más de 5.000 ciudadanos de la RDA escaparon con éxito; más de 3.000 personas fueron detenidas y al menos 138 perdieron la vida. «La RDA ha gobernado a través de un régimen autoritario que se llamaba comunista», expresó la embajadora alemana durante el acto de apertura. «Controlaba la libertad de la gente».

El Muro de Berlín. Un mundo dividido muestra cómo Berlín se posicionó, luchó, escapó, se acomodó y, finalmente, venció la división de la Guerra Fría. Por ello el punto central de la exposición son las personas: «Siempre se trata de las personas», indica el profesor y director de la Fundación Muro de Berlín Axel Klausmeier. La exposición es relevante hoy porque muestra «que los individuos pueden cambiar el mundo, pueden hacer de él un lugar mejor si las circunstancias políticas son las adecuadas. Ese es uno de los mensajes claves de esta exposición», reconoce el alemán.

«Los individuos pueden cambiar el mundo»

Fue gracias a «una revolución pacífica sin precedentes en la historia alemana» que el «milagro» de la caída del Muro de Berlín fue posible, destacó Gosse. Con la llegada de la época reformista de Mijaíl Gorbachov que la crisis económica le había obligado a adoptar, el bloque comunista empezó a debilitarse.

En consecuencia, los núcleos periféricos como Polonia y Hungría aprovecharon para manifestarse y exigir la independencia. Esa ola revolucionaria llegó a Berlín de forma pacífica. A principios del mes de noviembre, un millón de berlineses se dieron cita en la plaza de Alexanderplatz en la parte oriental de la ciudad para pedir igualdad y el cese de la represión: «Fueron los propios ciudadanos quienes dijeron 'queremos otra vida, queremos nuestra libertad, queremos derechos humanos y lo queremos sin violencia'», explicó la embajadora alemana.

Con la exposición, sus responsables quieren «invitar a la reflexión crítica del pasado y los valores universales sobre la convivencia, la democracia y la libertad, en un momento en el que la democracia parece frágil y el autoritarismo, el nacionalismo y el antiliberalismo están resurgiendo», sentenciaron.

Los ciudadanos de la RDA son bienvenidos en Bösebrücke , 10 de noviembre de 1989Bundesarchiv / Wikimedia Commons

Finalmente, el 9 de noviembre de 1989, el Muro de la Vergüenza caía y con él la Unión Soviética: «Fue una experiencia muy bonita. Todo el mundo notaba ese ambiente especial, ¡el optimismo que se respiraba era increíble! No se podía comparar con nada que hubiera visto antes. Para mí también fue muy emocionante. Estuve jugando con otros niños y picamos algunas piedras del Muro», recoge uno de los testimonios de la muestra.

La importancia de conocer la historia

Por ello, «los fragmentos del Muro de Berlín nos recuerdan el pasado, un pasado brutal y nos instan a que no bajemos la guardia contra los peligros que amenazan la libertad y la democracia». Ante la importancia de «introducir a todos los más jóvenes que no vivieron esta época en el significado del Muro», desde la Embajada alemana han lanzado un programa educativo que permitirá el acceso gratuito de 2.000 alumnos a esta exposición porque solo conociendo nuestra historia entenderemos «quiénes somos, de dónde venimos y sobre todo, a dónde vamos», destacaron las autoridades de la exposición.