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Salvador de Madariaga

Salvador de MadariagaReal Academia de la Historia

Dinastías y poder

Salvador de Madariaga y su estirpe europeísta

«¿Qué hacemos los Estados desunidos de Europa frente a los Estados Unidos de América?» llegó a afirmar Madariaga

Ahora que la Unión Europea hace aguas, conviene traer a colación a uno de esos personajes, quizá molestos, que marcaron el comienzo de aquel gran proyecto. Su busto figura en Estrasburgo, junto al de Robert Schuman o Winston Churchill. «¿Qué hacemos los Estados desunidos de Europa frente a los Estados Unidos de América?» llegó a afirmar. Tal debió de ser su empeño, que su pariente, Javier Solana Madariaga, fue durante décadas uno de los rostros más visibles de un sueño común, como jefe de la diplomacia europea.

Salvador de Madariaga es una figura que parece no dejar indiferente. Intelectual, diplomático, escritor y político, abiertamente anticomunista, aunque también antifranquista. Nació en La Coruña en 1886, en una familia de tradición militar con madre criada en La Habana. Entre sus once hermanos encontramos nombres de interés en el mundo de las artes que estudiaron, como él, en el Instituto Eusebio da Guarda, el mismo en el que acababa de terminar su formación infantil Pablo Picasso.

Por empeño paterno, se marchó interno a París a cursar ingeniería, en la prestigiosa École Polytechnique, destino al alcance de muy pocos. Nunca le gustó, pero le dio el aire cosmopolita que marcará el resto de su carrera. Era poco vocacional y regresó por un tiempo a España donde entró en contacto con los círculos intelectuales de la Liga para la Educación Política. Hasta que una oferta del propietario del Times cambió su tumbo: ¿encargado del servicio inglés de información sobre la guerra? De Madrid a Londres, pese a que no dejó de colaborar con El Imparcial, la revista España y El Sol. Su pluma, ágil pero comprensible, tuvo éxito de inmediato. Admiraba a Unamuno, amigo de Marañón y valoraba positivamente a Azaña, aunque en este caso, el afecto no resultó del correspondido.

Dicen que durante la Gran Guerra escribió artículos de propaganda intervencionista a favor de la entente que pretendían burlar la neutralidad española decretada por Eduardo Dato, también coruñés. Por mediación de su pariente, Rogelio Madariaga, entró en los círculos de la Sociedad de Naciones de los que ya no salió. En 1930 tomó posesión de la cátedra de Estudios Hispánicos en la Universidad de Oxford.

Fue crítico con los sucesos Revolucionarios de octubre de 1934 que terminaron con las posibilidades democráticas del régimen del 14 de abril

Cuesta creer que no supiese de su incursión en las listas electorales de la ORGA –Organización Regionalista Gallega Autónoma– que le llevó a ganar un puesto de Diputado en 1931, una vez proclamada la II República. Estaba en México en aquel momento. Como tampoco su desconocimiento de que iba a ser designado embajador en Washington.

Pero en esos años desempeñó puesto como funcionario internacional en Ginebra, ministro de Instrucción Pública y de Justicia. ¿Republicano? Entonces sí, aunque tan alejado del izquierdismo militante de Azaña y los suyos como de la CEDA de Gil Robles, con el que tiempo después compartirá oposición en Múnich, en aquel «contubernio» de 1962 que tanto encolerizó a determinados sectores del régimen.

Quizá, su mayor afinidad estuvo con el partido de Lerroux, aunque nunca afiliado. Fue crítico con los sucesos Revolucionarios de octubre de 1934 que terminaron con las posibilidades democráticas del régimen del 14 de abril, aunque entonces ya desempeñaba labores como Embajador en Francia. Acababa de ser nombrado miembro de la Real Academia Española (RAE). Escribió poesía, novela, ensayo histórico y político. España, es de lo mejorcito. Propuesto para el Nóbel de Literatura y también para el de la Paz, lo que no resulta mala marca.

Salvador de Madariaga quedó siempre en tierra de nadie: reaccionario para la izquierda y liberal para los vencedores de la Guerra

Cuando comenzó la Guerra Civil estaba en Toledo. En su trayecto hacia Madrid, fue requerido por simpatizantes de la CNT que lo confundieron con el diputado de la CEDA Dimas Madariaga, con idea de llevarlo al paredón. Aclarado el equívoco consiguió llegar a la capital, desde donde salió lo antes que pudo de España: desencantado con la República y también con Franco, al que consideraba un cuartelero.

Desde entonces vivió en el extranjero y trabajó como miembro activo del movimiento europeo. Sólo regresó a España una vez muerto el general. Llegó incluso a valorar positivamente a Juan Carlos I como Rey, pese a que su designación vulnerase la línea de legitimidad dinástica, y a apostar por la Monarquía. Pero lo cierto es que Salvador de Madariaga quedó siempre en tierra de nadie: reaccionario para la izquierda y liberal para los vencedores de la Guerra.

Fue un hombre de gustos exquisitos, elegante y un señor. Contrajo dos veces matrimonio, la primera con la escocesa, historiadora económica formada en la Universidad de Glasgow y talentosa pianista, Constance Archibald. Con ella tuvo dos hijas, Nieves e Isabel, una de las mayores conocedoras en relaciones anglo-rusas y autora de una exquisita biografía sobre Catalina la Grande, zarina imperial.

Salvador de Madariaga

Salvador de MadariagaReal Academia Española

Al poco de quedarse viudo en 1970, volvió a casarse con la que había sido su secretaria, Emilia Rauman Szeleky, Mimí, de origen húngaro y nacionalidad británica. Ya eran mayores y no tuvieron hijos. La escritora María Rosa de Madariaga, historiadora especializada en la diplomacia hispano-marroquí es también su sobrina, igual que lo son los políticos Luis y Javier Solana Madariaga.

Salvador de Madariaga falleció en Locarno (Suiza) el 14 de diciembre de 1978, pocos días después de que se aprobase la Constitución en España. Años más tarde, las cenizas del diplomático e intelectual que había apostado por la Unión Europea fueron esparcidas en el Atlántico coruñés, el mismo que había contemplado desde su casa del Orzán en su primera década de vida. Gran parte de su legado, cartas y documentos, se custodian en el Instituto José Cornide de esta ciudad.

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