Operación Archery, la misión secreta para sabotear la producción de aceite de pescado nazi
En la operación participó Jack Churchill, un oficial apodado el loco por ir la batalla con el típico kilt escocés, un arco, su espada y la gaita
La Segunda Guerra Mundial no solo se disputó en los amplios frentes de batalla. Tras las líneas enemigas, los grupos de operaciones especiales y de inteligencia de ambos bandos realizaron acciones de sabotaje, misiones encubiertas y ataques secretos. En el invierno de 1941, la Dirección de Operaciones Combinadas del ejército británico, que dirigía lord Louis Mountbatten, decidió organizar una misión de sabotaje a instalaciones industriales en Noruega, un país que estaba bajo control nazi desde 1940 ¿Por qué? Por el aceite de pescado.
Noruega se había convertido para los nazis en su despensa de materias primas necesarias para la guerra. Al oeste del país, en la pequeña isla de Vaago, de apenas 12 kilómetros cuadrados, los alemanes contaban con fábricas donde producían grandes cantidades de aceite de pescado del que se extraía glicerina, que empleaban para la fabricación de explosivos. Las instalaciones estaban protegidas por una guarnición de un centenar de hombres y en la isla de Maaloy, próxima a la de Vaago, habían colocado unas baterías antiaéreas para repeler cualquier ataque.
La Dirección de Operaciones Combinadas quiso contar para la misión con el SOE (Special Operations Executive), un grupo de operaciones especiales nacido de las entrañas del MI6, que creó Winston Churchill para emprender este tipo de acciones. Sin embargo, los miembros del SOE habían creado buenas relaciones con la resistencia noruega y rechazaron la petición del ministerio porque sabían que los nazis tomarían represalias contra los noruegos si la misión tenía éxito. En su lugar, el ministerio ofreció la operación a la Royal Navy y la RAF.
El objetivo principal de la misión era el sabotaje a la fábrica de Vaago, aunque en el plan de órdenes se incluyeron tres objetivos secundarios: la destrucción de las baterías de Maaloy, capturar cualquier información más o menos secreta y sacar, si era posible, a miembros de la resistencia noruega de la región. Además, como curiosidad, debían hacerse con cualquier máquina de escribir que encontrasen u objetos que se les pareciera. A penas unos meses antes, en junio de 1941, la Marina Real Británica encontró en el interior de un submarino alemán captura una máquina de criptografía Enigma.
Una batalla bajo cero
A las siete y treinta y nueve de la mañana del 27 de diciembre de 1941, frente a las costas de Vaago apareció una formación de un crucero, cuatro destructores, dos trasportes de tropas y un submarino. Los alemanes detectaron su presencia, pero pensaron que se trataba de un convoy que esperaban y no dieron la alarma hasta que las bombas de la RAF empezaron a caer sobre la isla.
La operación Archery había comenzado. Los cuatro destructores abrieron fuego con sus más de 20 cañones sobre las posiciones alemanas en tierra, las baterías antiaéreas y las fábricas de aceite. Pocos minutos después, 570 soldados británicos formados en comandos de asalto subieron a bordo de las lanchas de desembarco que los dejaron en dos puntos diferentes de la isla. Una vez pisaron la playa, avisaron a los buques y aviones para evitar fuego amigo y avanzaron hacia sus objetivos separados en cinco grupos de ataque.
Mientras unos comandos atacaban las defensas alemanas, otros se encargaron de desmantelar del todo las fábricas de aceite, que ya habían sufrido daños por el bombardeo británico. No fue una batalla tradicional sino de comandos coordinados con objetivos específicos.
A mediodía las tropas alemanas que custodiaban los fiordos, el pueblo y las fábricas habían sido superadas, pero en el cielo se seguía disputando una batalla aérea contra aviones de la Luftwaffe que habían despegado de bases cercanas ante al ser avisadas del ataque. Aun así, los pilotos alemanes tuvieron que esquivar la artillería de los buques británicos mientras combatían. En tierra, con la situación controlada y la misión principal cumplida, empezó la evacuación de los noruegos junto a los comandos. Con todas las tropas embarcadas, y las últimas luces del día, sobre tres de la tarde, los buques se replegaron rápidamente de vuelta a Inglaterra. La primera operación de comando de gran escala fue un éxito con solo 20 bajas y algunos aviones derribados.