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Abrazo entre el presidente Dwight D. Eisenhower y el general Francisco Franco, en el aeropuerto de Torrejón

Franco y Eisenhower, un abrazo que marcó el futuro del franquismo

La visita a Madrid no estaba planeada y varios senadores demócratas mostraron su inconformidad

«Estoy viviendo en este momento uno de los grandes sueños de mi vida: visitar España y visitar Madrid», dijo Dwight D. Eisenhower, el presidente de Estados Unidos, durante su discurso minutos después de que el Boing 707 aterrizase en la base conjunta de Torrejón de Ardoz el 21 de diciembre de 1959. Era la primera vez que un presidente norteamericano visitaba España y el abrazo entre Eisenhower y Franco simbolizó el reconocimiento de la mayor democracia de occidente al régimen franquista, que inauguró una nueva etapa en la que España empezó una apertura hacia Europa y hacia el Mundo.

La parada en Madrid no formaba parte de la gira inicial del Eisenhower, pero resultó una cita histórica y fugar –a lo Mister Marshall– de gran relevancia internacional que cubrieron más de 500 periodistas acreditados de varios países del mundo. El «amigo americano» de España, como lo apodaron los medios desde entonces, subió a un coche descapotable junto al caudillo y la comitiva recorrió las calles de Madrid, donde esperaban un millón de personas, en unas calles adornadas con 60.000 banderas de Estados Unidos y unos 20.000 retratos de ambos, según informó la prensa de la época.

Ya en el palacio de la Moncloa mantuvieron una rápida reunión en la que se trató el problema soviético, asuntos económicos y estratégicos de ambos países. Durante el encuentro solo hubo un momento de discrepancia cuando Eisenhower mostró su preocupación ante la falta de libertad que había en España, a lo que el caudillo respondió que se trataba de un «asunto local», que afecta a muy pocos, «ni siquiera a una persona de cada mil», matizó, aunque unas horas antes defendió que «nuestros dos países están alineados en el mismo frente de la paz y la libertad». Después, Ike Eisenhower acudió a la cena en el Palacio de Oriente y pasó la noche alojado en la Moncloa.

La amistad con Washington impulsó el crecimiento económico durante la década de los sesenta y principios de los setenta

Aunque el apoyo norteamericano a Franco llevaba años forjándose. En 1953 ambos países firmaron los Pactos de Madrid, tres acuerdos de carácter militar y económico que ayudaron al régimen a salir del aislacionismo. El más importante fue el acuerdo de asistencia de defensa mutua –enmarcado en plena Guerra Fría– por el que Estados Unidos compartió la soberanía conjunta con España de las bases navales y aéreas de Morón y Rota, Torrejón de Ardoz y Zaragoza.

Ambas naciones compartían entonces su lucha contra el comunismo y la amistad con Washington impulsó el crecimiento económico durante la década de los sesenta y principios de los setenta. Llegaron los vaqueros, la música internacional y otros elementos culturales que cambiaron la sociedad y la mentalidad. Además, aunque en un principio la Comunidad Internacional vetó el ingreso de España en la Organización de las Naciones Unidad en 1945, tras los acuerdos firmados con los norteamericanos, la España franquista consiguió formar parte de la ONU el 14 de diciembre de 1955.

Desde entonces y a raíz de la visita del presidente norteamericano, ese aperturismo mejoró la imagen internacional de España y trajo cambios sociales y económicos esenciales para la transformación del país. Poco después de las diez de la mañana del 22 de diciembre, Dwight Eisenhower subió de nuevo al avión para continuar su gira por Europa.

El «amigo americano» de España defendió durante su visita la necesidad de trabajar juntos para «dejar a nuestros hijos la paz, la justicia, la amistad y la libertad», que en plena Guerra Fría pasaba por la lucha contra el comunismo en la que tenía al dictador Franco como aliado.