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TribunaNuria María ríos sánchez

La «descontextualización» del ministro Ernest Urtasun

En unas polémicas declaraciones realizadas este lunes durante la Comisión de Cultura, el recién nombrado ministro propone llevar a cabo una «descolonización» de los museos españoles

En la mañana del pasado lunes 22 de enero, el ministro de Cultura del Gobierno de España, Ernest Urtasun, planteaba al resto de miembros de la cámara parlamentaria los principales ejes de trabajo en los que se va a centrar su actividad política al frente de la cartera ministerial durante los próximos cuatro años. En ellas sorprendía a algunos –y horrorizaba a otros tantos– al declarar la importancia de llevar a cabo un proceso descolonizador de los museos de nuestro país, con la intención de «establecer espacios de diálogo e intercambio que nos permitan superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas que han lastrado, en muchas ocasiones, la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico».

Ante estas circunstancias, muchos historiadores y expertos en el campo se preguntan a qué marco colonial se refiere exactamente el ministro, dado que éste no ha sido definido con mucha exactitud, al tiempo que intentan comprender a qué se refiere con «visibilizar y reconocer la perspectiva de las comunidades y la memoria de los pueblos de los que proceden los bienes expuestos». ¿Implica esto que, de seguir esta línea de actuación, acabaremos teniendo que devolver también a Egipto el Templo de Debod?

El ministro de Cultura, Ernest UrtasunPaula Andrade

Observamos en estas afirmaciones un reflejo clásico del fenómeno de descontextualización histórica que experimenta nuestra sociedad actual, influenciada por las corrientes ideológicas predominantes del momento. Inmersos en la obsesión por «reconocer», «igualar», «devolver», y «admitir» las culpas que España supuestamente tiene con respecto al proceso colonial, olvidamos lo más fundamental y lo primero que aprende cualquier historiador –formado u autodidacta– cuando se interesa por esta disciplina: no se puede juzgar el pasado con ojos del presente. El periodo histórico, las circunstancias, la mentalidad de la época y el ambiente preexistente son imprescindibles a la hora de comprender el por qué no sólo de los diferentes acontecimientos históricos, sino del desarrollo de los mismos.

La historia no son cajones inconexos que se puedan separar unos de otros, y en los que se pueda señalar con el dedo para identificar a quién «echar las culpas»; es una bufanda, en la que los diferentes sucesos están entretejidos unos con otros, formando una red inseparable de vivencias y conocimiento, que nosotros en el presente tenemos que cuidar, estudiar e intentar comprender. Pero sin perder nunca la perspectiva histórica.

Al sugerir el ministro de Cultura que es necesario «un proceso de revisión de las colecciones de los museos estatales dependientes del Ministerio de Cultura», lo que está mostrando es en realidad la malinterpretación histórica que domina la conciencia colectiva de hoy en día. El aprendizaje, reconocimiento y comprensión de nuestra propia historia, primero como Península Ibérica, y más adelante ya como Reino de España, no se puede hacer desde la cosmovisión occidental posmoderna. Se tiene que hacer desde el más absoluto respeto a las circunstancias históricas, desde un punto de vista interpretativo y antropológico, así como una perspectiva guiada por el interés y el deseo de aprender, no por la necesidad de adaptación a un marco ideologizado contemporáneo.

Es por ello que la «descolonización» de un museo no sólo carece de sentido, sino que va en contra de la esencia misma de una institución museística, que es mostrar los elementos empíricos fruto del desarrollo histórico de un país, dando lugar precisamente a un espacio de diálogo e intercambio entre el presente y el pasado, en el que no hay cabida para cuestiones como el género u el etnocentrismo. Y para poder entrar en estos espacios de encuentro ya existentes en nuestros museos nacionales lo único que tenemos que hacer es cruzar sus puertas, con una mente dispuesta y ganas de encontrarnos con la historia de España, que estará dentro esperándonos siempre con los brazos abiertos.