La retirada de Xauen o el principio del fin de la Guerra del Rif
La operación tuvo lugar entre 1924 y 1925 y fue una de las operaciones militares más complicadas, en algunos momentos se pensó que iba a acabar en otro desastre porque el escenario era parecido al de Annual
La ocupación del protectorado español en Marruecos fue una tarea lenta y poco fructífera. Cuando se firmó el Tratado hispano-francés de 1912 que lo instauraba, los españoles ya habían llegado al río Kert, ocupado la península de Tres Forcas y las minas de Uixan al sur de Melilla, que era lo único económicamente rentable de la zona. En la parte oriental, también estaban ocupadas las ciudades de Larache y Alcazarquivir.
Durante años no se avanzó nada más, con el riesgo de que Francia ejercitara sus derechos reconocidos en el Tratado de 1912 y ocupara lo que se adjudicó a España. La llamada penetración pacífica, es decir atraer a los jefes de cabilas mediante el pago de pensiones, no fue seguida de la ocupación. España estaba en Marruecos, tras el desastre de 1898, como una manera de participar en la política internacional y ser tenida en cuenta en el orden europeo. La dejación de responsabilidades adquiridas voluntariamente iba en detrimento de su prestigio internacional como país.
Por esto se decidió ocupar el territorio militarmente. Se hizo desde dos posiciones de entrada. Silvestre, desde Melilla, trataba de tomar el Rif oriental y Berenguer, desde Tetuán y Larache, haría lo propio con la parte occidental. Ambos debían confluir en la bahía de Alhucemas, núcleo central de la rebeldía y de la oposición a la presencia extranjera. Al comenzar el verano de 1921 las cosas parecían ir bien.
Silvestre había llegado a Annual y se aproximaba al centro de la costa. Lo hizo sin oposición y esto lo volvió optimista. En ese momento atravesó la frontera prohibida del río Amekran al establecer posiciones en Abarrán e Igueriben, sin una reserva suficiente en retaguardia y con las tropas dispersas. Lo que pasó después ya es conocido.
Berenguer, por su parte, dejaba hacer a Silvestre sin pararle los pies mientras avanzaba por las duras montañas del Ajmas. Tenía el doble de hombres y mejor armamento, aunque su zona era más difícil de controlar. Lo cuenta, con algo de propósito de disculpa, en sus dos tomos de Campañas del Rif y Yebala (Madrid, 1923 y 1948). El punto central de la zona era la ciudad de Xauen (en la terminología geográfica política española), hoy denominada oficialmente Chauen.
Esta ciudad había sido ocupada en octubre de 1920, después de largas negociaciones, por el coronel Castro Girona que entró solo en la ciudad vestido de marroquí y la abrió, con acuerdo de los jefes locales, a las tropas españolas.
Después del Desastre de Annual en julio de 1921, Berenguer siguió conservando posiciones en la zona occidental, pero sin avances y cada vez más hostigado por Abd el Krim. Al acceder al poder Primo de Rivera, decidió cambiar el modo de actuar, replegar estas tropas hacia Tetuán, con una línea fuerte defensiva (que se llamó Estella en su honor) y esperar hasta el desembarco de Alhucemas para volver a las montañas de Beni Arós y el Ajmas.
Es decir, reorganizar las tropas en retaguardia asegurando las comunicaciones de Tetuán con Tánger, Ceuta y Larache, conservar el Gorgues que eran las montañas próximas a la capital del Protectorado español y Río Martín, el puerto de ésta. Eso implicaba la retirada de Xauen.
Las tropas enviadas por Abd el Krim se hicieron con el control político y militar y los españoles quedaron en una situación muy complicada
Todo el repliegue se llevó a cabo entre septiembre de 1924 y principios de 1925. La retirada de Xauen tuvo lugar al principio y fue una de las operaciones militares más complicadas, en algunos momentos se pensó que iba a acabar en otro desastre porque el escenario era parecido al de Annual: pasos estrechos entre montañas, perfectos para emboscadas y carnicerías si se dominaban las alturas, un enemigo organizado y con buena moral de combate, muy poca capacidad de maniobra y dificultades para el apoyo artillero y la acción de la incipiente aviación militar.
Se dejaba el territorio a un enemigo crecido y con la población local abocada a apoyarlo. Además, el momento era malo porque comenzaban las lluvias que volvían los caminos casi impracticables. Una decisión errónea a todas luces, dice Fontenla Ballesta en La Guerra de Marruecos 1907-1927 (Madrid, 2017). Las cabilas de la zona se rebelaron inmediatamente. Las tropas enviadas por Abd el Krim se hicieron con el control político y militar y los españoles quedaron en una situación muy complicada.
Se protegió la retirada de la ciudad con tres posiciones en Xeruta, Dar Acoba y Zoco el Arbaa de Beni Hasan. La primera fase consistía en retirar las tropas españolas desde Xauen a Dar Acoba el 17 de noviembre, dos días después llevar el contingente al Zoco el Arbaa y el 11 de diciembre replegar las fuerzas a Ben Karrich, ya en el llano.
El entonces teniente coronel Franco, al frente de cinco banderas de La legión, fue el encargado de evacuar la ciudad. Lo hicieron de noche, disimulando mediante la colocación de muñecos de paja vestidos de legionarios en las aspilleras. Con mucha audacia y valentía y el tanto de fortuna necesaria en la guerra.
La columna, que encabezaba Castro Girona, salió sin contratiempo hasta que el enemigo se dio cuenta de la operación y atacó con saña. Solo la disciplina y el coraje de combatir a los atacantes impidió el nuevo desastre. Algo se había aprendido de lo sucedido en 1921.
Abd el Krim entró en Xauen el 14 de diciembre y se encontró un buen botín de guerra
No obstante, la retirada de los puestos de Xeruta y Hamara dejó más de quinientas bajas. Al reducir el frente de batalla se consiguió establecer una línea defensiva que fue un freno a los rifeños, se tuvo seguridad en la retaguardia y se pudo, por fin, licenciar a unos 24.000 soldados de reemplazo.
No obstante, Abd el Krim había conseguido otro éxito. Entró en Xauen el 14 de diciembre y se encontró un buen botín de guerra. Material y un hospital de campaña. Los españoles habían machacado más de medio millón de cartuchos para que no fueran utilizados, pero los pacientes rifeños lograron recuperar muchos de ellos.