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07 de julio de 2024

El proyecto “Vesuvius Challenge” descifra el texto de un papiro de Herculano

El proyecto «Vesuvius Challenge» descifra el texto de un papiro de HerculanoVesuvius Challenge

El proyecto 'Vesuvius Challenge' descifra el texto de un papiro de Herculano

Los descubridores han anunciado la emoción que les supone ser testigo por primera vez de un texto que ningún ojo humano ha visto desde la Antigüedad

En la década de 1750 se descubrió y excavó en Herculano la conocida como «Villa de los Papiros», una opulenta mansión en la ciudad vesubiana que muy probablemente había pertenecido en algún momento a Lucio Calpurnio Pisón, el suegro de Julio César. Esta villa albergaba una impresionante biblioteca compuesta por cientos de rollos de papiro que contenían, entre otros, abundantes textos filosóficos, fundamentalmente epicúreos (al menos 44 obras de Filodemo).

Tras la erupción del Vesubio en el 79 d.C., los pergaminos se vieron completamente carbonizados por la intensa explosión de gas caliente, hasta el punto de que los excavadores pensaron, en principio, que se trataba de troncos chamuscados y en ocasiones los utilizaron como combustible.

La gran mayoría de estos papiros (aquellos que fueron excavados, ya que muchos permanecieron in situ), que componen la mayor y mejor conservada biblioteca del mundo antiguo, se conservan en la Biblioteca Nacional de Nápoles. Pero también hay algunos en la Bodleian Library (Oxford), en la British Library (Londres) y en el Institut de France (París). A lo largo de los siglos, numerosos intentos por intentar desenrollar los papiros con el fin de leerlos han visto la luz con mayor o menor éxito, aunque en casi todos los casos los intentos se han saldado con la destrucción del documento carbonizado.

En marzo del año pasado, el científico Brent Sales, ingeniero informático de la Universidad de Kentucky, que llevaba varios años trabajando en el desarrollo de sistemas tecnológicos para el procesado radiológico de esta clase de documentos, se unió al magnate y programador Nad Friedman.

Tras convencer a algunas personalidades del mundo de la arqueología y la filología clásica, como Federica Nicolardi, de la Universidad de Nápoles, lograron el permiso para escanear dos de los papiros que albergaba el Institut de France. Juntos lanzaron el «Vesivius Challenge»: pusieron a disposición del público los cientos de imágenes del escaneo mediante rayos X de los dos rollos, así como un software que desarrollaron, consistente en entrenar una inteligencia artificial para ser capaz de identificar las sutiles diferencias (imperceptibles para el ojo humano) en las áreas de las imágenes donde hubiera tinta, y así ser capaces de identificar –y, posteriormente, descifrar– texto.

El «Vesuvius Challenge» consistía en una serie de premios, que sumaban un millón de dólares (el mayor de ellos era de 700.000 $), para quienes fuesen capaces, utilizando el software y las imágenes, de identificar una palabra, cuatro pasajes contiguos, etc.

La tinta utilizada para escribir estos textos, con base de carbón y carbonizada a su vez, es completamente invisible para el ojo humano. Mediante el uso de infrarrojos se pueden identificar las letras de la capa superficial, pero no las del interior del rollo. El papel del algoritmo consiste en identificar las sutiles diferencias que presenta la superficie del papiro en las áreas donde hay tinta para, así, poder aplicar ese patrón a las capas ocultas y enrolladas y generar una imagen que de otro modo es inaccesible.

El pasado mes de octubre se anunció que el estudiante de informática de Nebraska, Luke Farritor, había mejorado el sistema de búsqueda con su propio software y logró identificar la primera palabra («púrupura»), lo que le valió ganar la primera de las recompensas.

Ahora, según ha anunciado este lunes Nat Friedman, Farritor, junto con un estudiante de doctorado de Berlín y otro de Zúrich (todos ellos del ámbito de la ingeniería informática), han logrado descifrar los primeros verdaderos fragmentos de texto coherente. Se trata de quince columnas de texto procedentes del final de uno de los rollos, lo que les ha valido la recompensa de 700.000 dólares.

Los descubridores han anunciado la emoción que les supone ser testigo por primera vez de un texto que ningún ojo humano ha visto desde la Antigüedad. Se trata, con toda probabilidad, de un texto de Filodemo, que versa sobre la música, la comida y cómo disfrutar de los placeres de la vida. Hacia el final, lanza una afrenta a sus adversarios ideológicos (posiblemente los estoicos, aunque no se los nombra), a los que acusa de no tener «nada que decir» acerca del placer, ni en general, ni en particular.

El Vesuvius Challenge continuará hasta haber completado la lectura de los dos rollos de papiro escaneados. Sus impulsores, sin embargo, son ambiciosos: aspiran a que este triunfo les abra las puertas de la biblioteca napolitana que alberga la mayor parte de los rollos, o incluso que esto sirva para reexcavar la Villa de los Papiros y poder hallar nuevos documentos.

El trabajo de Friedman, Sales y compañía es, indudablemente, asombroso. Marca un antes y un después en los estudios de papirología. Sin embargo, y aunque este tipo de prácticas de mecenazgo privado sea tan habitual en Estados Unidos, cabe cuestionarse hasta qué punto es ético convertir el patrimonio histórico en una competición.

¿Leemos papiros para ganar (mucho) dinero, al modo de un concurso? ¿No porque importan en sí mismos? Quizá sería sabio y prudente invertir ese dinero en contratos para que investigadores, tanto de ramas filológicas y arqueológicas como de ingeniería computacional colaboren juntos en una tarea que tiene importancia propia, y que no necesita del bombo y platillo de lo mediático. Los textos llevan 2000 años esperando a ser leídos –las prisas, aquí, están fuera de lugar.

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