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Retrato de Felipe II, por Sofonisba Anguissola

Felipe II, ¿rey de Inglaterra?

El 25 de julio de 1554 Felipe de España y María I de Inglaterra contraían matrimonio, convirtiéndose así en los gobernantes con el imperio más grande del momento. De haber tenido un hijo, habría sido heredero conjunto de las coronas inglesa y española

Felipe II de España, más conocido como «Felipe el Prudente» por su naturaleza calmada y observadora, nacido fruto de la unión ente el Emperador Carlos I y su esposa Isabel de Portugal, es uno de los gobernantes más relevantes de nuestra historia, dentro de la dinastía de los Austrias. Si bien su implicación en el desarrollo del Imperio español y el periodo de esplendor que caracteriza su reinado son lo que más tendemos a destacar sobre su persona, existe un importante punto de inflexión que tiende a pasarse por alto. Y ese es su matrimonio, en segundas nupcias, con María Tudor, heredera de la corona inglesa por derecho de nacimiento.

María I de Inglaterra, conocida popularmente como «María la Sanguinaria», fue la única hija superviviente del matrimonio entre el Rey Enrique VIII y Catalina de Aragón. Nieta de los Reyes Católicos y prima o sobrina de algunos de los gobernantes más destacados en el panorama europeo de la época, fue apartada de la línea sucesoria tras la separación de la Iglesia católica propiciada por su propio padre: el cisma anglicano. Daño colateral de una de las crisis eclesiásticas más destacadas de la historia del cristianismo, es apartada de la corte durante su juventud y olvidada en favor de otros herederos, como su media hermana Isabel o su único medio hermano varón, el futuro Eduardo VI.

Tras la muerte de su padre y la subida al trono de su hermano con apenas nueve años, será readmitida en la corte, teniendo que enfrentar paralelamente numerosos intentos de conversión forzosa a la corriente anglicana. Inesperadamente, y tras un giro del destino, la corona recae en su cabeza con el fallecimiento de Eduardo en plena adolescencia.

En contra de la gran mayoría de la opinión pública inglesa María se decanta por aceptar al joven Felipe, aún no rey de España

Ello resucita la importancia de un acuerdo matrimonial, a ser posible con un noble inglés que reforzara su posición en el trono y la ayudara a revertir el cisma provocado por su progenitor. En contra de la gran mayoría de la opinión pública inglesa, que teme la interferencia de otra potencia extranjera en su política interna y externa, María se decanta por aceptar la oferta extendida por su tío Carlos I, quien ofrece en matrimonio al joven Felipe, aún no Rey de España.

Un segundo matrimonio olvidado

Ante estas extraordinarias circunstancias, y después de haber enviudado de su primera esposa, Felipe aceptó el matrimonio con María dada la fuerte dimensión internacional y reforzamiento de las relaciones España-Inglaterra que ello implica.

Lo que nos indican las fuentes es que, si bien era renuente a este enlace y no encontraba especialmente agraciada a su tía, era consciente de la enorme ventaja que ello supondría para su futuro imperio. Desde el punto de vista contrario María, una mujer relativamente mayor para la época (contaba con 37 años cuando se casó con Felipe), esperó poder encontrar en él un apoyo contra la creciente fuerza del anglicanismo, y un padre para sus futuros hijos.

Felipe II y María Tudor

En estas condiciones se celebró una de las uniones más ignoradas, y al mismo tiempo más relevantes de la historia de ambos países, pero especialmente de Inglaterra. En verano de 1554 María y Felipe contraen matrimonio en la catedral de Winchester, a pesar de las dudas de él y la complicada situación política de ella.

Esta boda y sus inexistentes frutos marcarán el futuro de la corona inglesa que, tras fallecer María sin herederos, recae en una de las reinas que más marcan la historia de Gran Bretaña: su media hermana, a quien recordamos como «la reina virgen» o Isabel I de Inglaterra.

Y decimos inexistentes frutos porque, de haber tenido un heredero varón, probablemente Inglaterra habría revertido su camino hacia el anglicanismo, y ese niño habría sido de forma simultánea rey de dos de las coronas más fundamentales en la historia no sólo de Europa, sino del mundo entero. Pero estos, y otros interrogantes, son los típicos misterios de la historia que quedarán siempre sin resolver y abiertos a nosotros para especular.