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Louis Michel Aury: la extraordinaria vida del último pirata del Caribe

Fue el más temido y cometió un sinfín de ataques y saqueos contra España al servicio de distintos gobiernos rebeldes

Los especialistas consideran que la edad de oro de la piratería en el Caribe se produjo entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, para ir declinando desde entonces. Sin embargo, las guerras de independencia de la América española entre 1810 y 1824 permitieron un breve y último repunte de los ataques piratas, aprovechando el caos en que se encontraba sumido el Imperio.

El pirata más temido fue el francés Louis Michel Aury, que cometió un sinfín de ataques y saqueos contra España al servicio de distintos gobiernos rebeldes. Nacido en París a finales de 1780, en plena Revolución Francesa, se enroló muy joven en la Marina y fue destinado a América, donde sus andanzas son oscuras.

Según Antonio Cauca, desertó junto a otros hombres al saber de la coronación de Napoleón como Emperador, lo que consideraban una traición a los principios republicanos de la Revolución Francesa que defendían. Otras versiones apuntan a que acumuló un copioso botín como corsario francés atacando a los ingleses hasta poder comprar su propio barco y dedicarse a la piratería por cuenta propia.

Retrato de Luis Aury de un borrador, por José María Espinosa

Aury aprovechó su experiencia naval y conocimiento de las aguas del Caribe para ofrecer sus servicios al mejor postor. Durante un tiempo trabajó para el gobierno de Estados Unidos, pero en 1813 fue contratado por el gobierno de Nueva Granada (hoy Colombia), que lo nombró comodoro de su pequeña marina de guerra con patente para armar buques y hacer corso contra navíos y puertos españoles.

En 1815, el ejército de Pablo Morillo puso sitio a Cartagena de Indias, obligando a Aury a emprender la huida antes de la ciudad cayese en manos españolas, evacuando en sus barcos a Simón Bolívar y otros líderes independentistas. Los rebeldes supervivientes se refugiaron en Haití, pero allí Aury tuvo un violento enfrentamiento con Bolívar, que prefirió nombrar almirante a su amigo Luis Brión antes que al francés. Resentido por ello, el corsario y sus hombres abandonaron la causa de Bolívar, al que odiaría el resto de su vida.

Aury pasó entonces al servicio del autoproclamado gobierno de la República de México. Aunque casi todo el territorio mexicano estaba en poder español, Aury se estableció en el pequeño puerto texano de Galveston, y fue nombrado por el gobierno insurgente gobernador civil y militar de la provincia de Texas.

Dado que la supuesta República Mexicana apenas existía realmente, Aury pudo gobernar Galveston como un feudo pirata personal, hostigando y saqueando desde allí con su pequeña flotilla particular, formada por marineros ingleses, estadounidenses y haitianos, con oficiales en su mayoría franceses. En 1817 ayudó a la expedición del español renegado Xavier Mina contra México, pero la derrota de esta por las tropas realistas obligó a Aury a huir, pues durante su ausencia su subalterno Jean Lafitte se rebeló y le arrebató el control de Galveston.

Vagando por el Caribe en busca de una nueva base, intentó sin éxito junto con el aventurero escocés Gregor MacGregor proclamar la independencia de Florida. Finalmente, en 1818 fue contratado por el gobierno de Buenos Aires, hondeando desde entonces sus buques la bandera blanquiceleste. En julio de 1818 conquistó las islas de Santa Catalina, Providencia La Vieja y San Andrés, un archipiélago casi despoblado que proclamó como Estado dentro de la Confederación de Buenos Aires y Chile. Allí estableció una fortaleza y, aunque oficialmente bajo bandera argentina, gobernó como un señor de la guerra independiente convirtiendo las islas en un pequeño Estado pirático.

Desde esta base, Aury siguió atacando a los españoles, aunque todos sus intentos de expulsarlos de Panamá se saldaron en sonoras derrotas por la resistencia realista. Intentó ofrecer al gobierno francés un plan para conquistar Panamá y entregarla a Francia a cambio de dinero y apoyo, pero París rechazó la oferta.

También intentó reconciliarse con Bolívar, por entonces victorioso dictador de la Gran Colombia, pero éste le rechazó diciendo: «Sr. Capitán Aury, contra los esfuerzos de usted y sin necesidad de sus servicios, se ha elevado la República de Colombia al estado de no necesitar más corsarios que degraden su pabellón en todos los mares del mundo». En 1821 murió Aury al caer de un caballo en su fortaleza de Santa Catalina, pasando su efímero Estado a incorporarse a la actual Colombia.