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"Selección" de judíos húngaros en Judenrampe, en mayo o junio de 1944. Vrba trabajó aquí desde agosto de 1942 hasta junio de 1943. La Entrada de Auschwitz II-Birkenau se puede observar al fondo

La entrada de Auschwitz II-Birkenau se puede observar al fondo

Los diplomáticos españoles que salvaron a miles de familias judías durante la Segunda Guerra Mundial

En el primer semestre de 1944, diplomáticos y agentes consulares españoles en toda Europa tuvieron roces con autoridades alemanas, por intentar lograr la salida de judíos y buscar personas desaparecidas a petición de sus familiares

Como se ha expuesto en artículos anteriores, entre 1940 y 1943, España pudo negociar la cuestión de los judíos sefarditas en la Europa ocupada al ser considerada un país neutral favorable al Eje. Esa postura fue una ventaja para su cuerpo diplomático hasta casi el final del conflicto, si bien resulta evidente que a los nazis no les gusto la actitud española, pero se mantuvieron las formas diplomáticas en muchos casos.

El amparo tuvo que lograrse en pequeñas comunidades, pues, solicitar una libertad en masa de toda la población judía caía en la utopía. Por ello, los diplomáticos españoles prefirieron solicitar, primero, privilegios para los sefarditas y, más adelante, una evacuación y libertad de grupos reducidos pese a las dificultades que mostraron las autoridades alemanas. En este asunto, el Gobierno español se situó entre sus necesarias relaciones con Alemania –económicas y políticas– y las presiones de los Aliados, como en tantos otros asuntos de índole diplomática durante esa época.

En el primer semestre de 1944, diplomáticos y agentes consulares españoles en toda Europa tuvieron roces con autoridades alemanas, por intentar lograr la salida de judíos y buscar personas desaparecidas a petición de sus familiares. Como, ya durante esos años, España era de las pocas naciones que tenía representantes diplomáticos en la Europa del Eje –junto a Suecia, Turquía, Suiza y El Vaticano–, su Gobierno recibió numerosas peticiones de países aliados para proteger a la población judía, aunque en muchos casos ya no fueran sefarditas.

En el mes de marzo de 1944, el ministro español en Bucarest, Barzanallana, solicitó la intervención de Madrid para que se concediera visado de tránsito hasta Irún de un grupo de 40 sefarditas, miembros de la colonia española en Rumania, que se habían distinguido por su conducta irreprochable durante la Guerra civil. Al parecer, una parte de ellos había financiado gastos de estancia, víveres y medicinas a soldados de la España nacional.

De esta manera, Madrid autorizó 700 visados para judíos que se encontraban en campos de concentración, para llegar a Tánger, vía España. Durante ese año, los diplomáticos españoles, con poco dinero, tuvieron que hacer frente a muchas solicitudes de auxilio en medio de serias dificultades, pues, a partir del mes de agosto, a los alemanes no les interesó colaborar con los diplomáticos españoles.

No se debe olvidar que, en mayo, el gobierno franquista firmó unos acuerdos con los Aliados, por los cuales España limitaría a un tercio las exportaciones de wolframio a Alemania, se acordó la total retirada de los escasos efectivos que aún quedaban de la División Azul y la liberación de barcos italianos detenidos en puertos españoles después del armisticio del Rey Víctor Manuel III.

Se abordó igualmente el delicado tema de los refugiados judíos, se acordó clausurar el consulado alemán en Tánger, considerado un centro de espionaje y se reanudaron los suministros de gasolina a España por parte de potencias aliadas.

El Ángel de Budapest

En 1944 también eclosionó la humanitaria gestión de dos representantes diplomáticos españoles en Hungría: Miguel Ángel de Muguiro y Ángel Sanz Briz, que lograron defender la vida de numerosos judíos, tanto de los alemanes como de sus aliados, los nazis húngaros, que desplegaron una fuerte actividad antisemita. Muguiro había informado periódicamente sobre las ordenanzas antisemitas y sus despachos se hicieron más críticos desde la llegada a Budapest de las tropas alemanas.

Cuando fue obligado a volver a Madrid como consecuencia del deterioro de las relaciones entre ambas naciones, el nuevo encargado de negocios, Sanz Briz, continuó informando puntualmente sobre las atrocidades y abusos de los nazis. Sus despachos aludieron a la expropiación de los bienes inmuebles de los judíos, a la prohibición de andar por determinados barrios, así como a su detención indiscriminada.

Sanz Briz firmó junto a los representantes de la Santa Sede, Portugal, Suiza y Suecia una nota conjunta protestando por las deportaciones de judíos

A la llegada de Adolf Eichmann a Hungría, el diplomático español solicitó protección para los sefardíes, al comenzar su deportación, concentración en guetos y los envíos a campos de exterminio. A finales de mayo llegaron a Tánger 500 jóvenes judíos provenientes de Budapest y se iniciaron los trámites para enviar otros tantos niños. El 21 de agosto de 1944, Sanz Briz firmó junto a los representantes de la Santa Sede, Portugal, Suiza y Suecia una nota conjunta dirigida al Ministerio de Asuntos Exteriores húngaro protestando por las deportaciones de judíos.

Momentáneamente, se consiguió cierto decrecimiento de las mismas, aunque duró bien poco ante la crisis política: el almirante Horthy, regente del país, intentó realizar una paz separada con los soviéticos, cuyo avance militar era imparable, lo que provocó su destitución por los alemanes y la formación de un nuevo Gabinete formado por miembros del partido nazi húngaro, el 15 de octubre, el cual intentó ser reconocido como legítimo por las potencias neutrales.

Detalle del listado de los salvados por Ángel Sanz Briz, «el ángel de Budapest»

Detalle del listado de los salvados por Ángel Sanz Briz, «el ángel de Budapest»Centro Sefarad-Israel

Sus representantes diplomáticos intentaron aprovechar esa situación para presionar en sus medidas a favor de los judíos. Ocho días más tarde, el embajador español en Washington, a petición del Congreso Judío, rogó que se extendiera la protección en Hungría al mayor número posible de judíos perseguidos. La reacción del ministro de Asuntos Exteriores español, Félix de Lequerica, fue enviar órdenes terminantes a Sanz Briz para que dispusiera de la máxima protección a los judíos en la forma que él mismo dispusiera.

Sanz Briz recibió de sus superiores la autorización para conceder 200 pasaportes de forma individual a favor de sefarditas, que él y sus colaboradores interpretaron deliberadamente colectiva, de manera confusa, extendiéndolos a familias de judíos azkenazis. Igualmente, envió sucesivas notas de protesta por el maltrato que estaba recibiendo la comunidad judía a las autoridades húngaras y logró la libertad de judíos confinados en el campo de Bergen-Belsen, mientras albergaba en su Embajada –por decisión personal– y anexos a varias familias, y amparaba, con la bandera de España, varios edificios en el gueto judío de Budapest, protegiendo diplomáticamente a un cada vez más elevado número de judíos que buscaban en él su salvación.

La Cruz Roja solicitó a Sanz Briz que colocara también la bandera y carteles en sus inmuebles –hospitales, orfanatos y maternidades– al ver que lograba cierto respeto de las autoridades locales. El diplomático español también ayudó económicamente a la compra de medicinas y comida, a los gastos de su gestión con dinero propio y de la embajada.

En diciembre se alcanzó el cenit de la persecución nazi y Sanz Briz envió nota al Gobierno húngaro solicitando la inmunidad diplomática para los edificios bajo bandera española. Ante la llegada de tropas soviéticas, abandonó la capital con destino a Suiza pero sus colaboradores continuaron utilizando sus sellos y fondos dejados por él para proteger, en medio del caos de la guerra, a esas familias.

A comienzos de 1945, comenzaron a manifestarse el agradecimiento oficial de asociaciones judías en Perú, Argentina y Estados Unidos por las actuaciones españolas, así como alguna nota británica. Se desvelaron los intentos del consulado general español en Atenas para salvar sefarditas y judíogriegos, que fueron constantes aunque la mayoría fueran asesinados por los alemanes. Tras la desaparición de la embajada española en Berlín fueron las de Bruselas –en zona dominada por los Aliados– y Berna quienes asumieron protagonismo para facilitar visados y viaje de judíos hacia Grecia y Palestina.

Judíos salvados a último momento de la deportación en Budapest, Hungría, noviembre de 1944

Judíos salvados a último momento de la deportación en Budapest, Hungría, noviembre de 1944Yad Vashem, centro mundial de conmemoración de la Shoá

Finalmente, el número exacto de judíos salvados se desconoce, aunque todo apunta a varios miles de personas de todo género y condición. En el caso de Sanz Briz –que recibió el título de Justo entre las Naciones el 18 de octubre de 1966– están registrados 4.534 personas beneficiadas y salvadas por sus gestiones y las de sus colaboradores; otros diplomáticos españoles distinguidos en estas actuaciones humanitarias fueron Bernardo Rolland, Miguel Ángel Muguiro, Alfonso Fiscowich, Sebastián Romero, Eduardo de Erice, José Rojas, Julio Palencia... y ya se ha hecho alusión a los miles de judíos que fueron ayudados por Sousa Mendes y Propper de Callejón.

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