La llegada de Elcano a Sevilla: «Aquello que más debemos estimar es que hemos dado la vuelta al mundo»

La Especiería era la manera de referirse al archipiélago más codiciado por españoles y portugueses durante los siglos XV y XVI. Las islas Molucas fueron motivo de enfrentamiento entre ambas potencias. El clavo y la nuez moscada, entre otras, eran de gran atractivo para los europeos por lo que, descubrir rutas que les condujeran hasta allí para comerciar con estos productos pasó a convertirse en el objetivo de los navegantes.

El Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494 entre los Reyes Católicos y Juan II de Portugal, había trazado una línea de polo a polo a 370 leguas al oeste de las Islas Cabo Verde. Esta línea dividía al mundo en dos partes: la occidental en manos de España y la oriental en manos de Portugal. Por aquel entonces, unos y otros creían que tan codiciado archipiélago quedaba en la parte portuguesa y así se mantuvo hasta que en el S. XVI otros viajes y viajeros demostraron lo contrario.

Las Molucas ¿portuguesas o españolas?

Fue el portugués Francisco Serrão el primer europeo en llegar a las Molucas y quien comunicó a su amigo Magallanes que estas islas quedaban dentro de la demarcación española. Fernando de Magallanes, enfrentado ya al rey de Portugal, aprovecha la noticia para ganarse el apoyo del monarca español, Carlos I, asegurándole que cree conocer el modo de llegar a las Molucas por medio de una ruta diferente a la empleada por los portugueses y, por ello, respetuosa con la parte del globo por la que ellos tenían derecho a navegar. La propuesta era arriesgada, pero Carlos I vio un horizonte de gloria por el que no dudó en apostar.

La historia se encargó de que la hazaña permitida por el rey de España y a petición de un portugués, la culminará un héroe español, Juan Sebastián Elcano.

En agosto de 1519, en Sevilla, son convocados los 265 hombres que van a embarcar en las cinco naves dispuestas para el viaje: Santiago, San Antonio, Concepción, Trinidad y Victoria. Antes de partir, el 2 de agosto, acuden todos a visitar a Nuestra Señora de la Victoria, en el convento de los Mínimos del barrio de Triana. A Ella le encomiendan el viaje y ruegan por su protección.

El 10 de agosto las cinco naves abandonan el puerto de las Muelas de Sevilla y vuelven a reunirse, en Sanlúcar de Barrameda, para disponer los últimos preparativos hasta la salida definitiva el 20 de septiembre de 1519.

Y por fin regresan

Transcurridos tres años desde la partida de las cinco naves, solo una de ellas, la Victoria, regresa al puerto sevillano que la vio zarpar. El capitán al frente es Juan Sebastián Elcano. «Gracias a la Providencia, entramos el sábado 6 de septiembre de 1522 en la bahía de Sanlúcar»

Antes de que la nao sea remolcada al puerto de Las Muelas, Elcano escribe a Carlos I para avisarle de su llegada. Además de constatar que la tierra es redonda, recalca «aquello que más debemos estimar y tener es que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondez del mundo». Asimismo, le ruega que intervenga en la liberación de los miembros de la tripulación retenidos en Cabo Verde.

La Casa de Contratación de Sevilla envía una nao cargada de víveres para alimentar a los famélicos recién llegados. Por fin, desembarcan el 9 de septiembre, hambrientos, con las camisas abiertas y dispuestos a cumplir la promesa realizada a la Virgen mientras estaban en Timor. Descalzos se dirigen con cirios encendidos a la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria.

Algunos días después de su llegada, Elcano es convocado en Valladolid por el rey. Acude con dos de sus hombres y tres indígenas de las Molucas. Los presentes escuchan cautivados el relato del periplo de labios del marinero vasco. Carlos I cede el quinto real del valor de la mercancía para repartir entre los marineros supervivientes y Elcano, nombrado caballero, recibe un escudo en honor de su logro con la leyenda primus circumdedisti me.