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Bucanero del Caribe, del Libro de Piratas de Howard Pyle

El pirata que le hizo la vida imposible a Alonso Ojeda, explorador y descubridor de Venezuela

Bernardino de Talavera, considerado el primer pirata de América, fue un colono español de La Española arruinado y perseguido por acreedores y autoridades que, sin otro recurso, optó por asaltar pequeñas embarcaciones y poblados indios

En los primeros tiempos de la conquista, las tierras americanas eran una salida prometedora para los que buscaban una vida mejor, fortuna, gloria y fama. Una salida digna para los que no tenían lo suficiente para vivir en sus regiones de origen, o querían aumentar sus beneficios. Era la lógica de las emigraciones desde siempre: buscar fuera lo que no se encuentra dentro.

El camino no era fácil, nadie garantizaba que la nueva tierra fuera a culminar con éxito las aspiraciones de todos. El desconocimiento que se tenía de lo recién descubierto era enorme. Y en la empresa no todos iban a salir bien. Unos dejarían la vida, otros nunca alcanzarían nada: ni gloria ni riqueza. Y, a la vez que se abría un nuevo camino para los que obraban dentro de la ley, también surgieron las posibilidades de hacerlo al margen de ella. Por eso pronto aparecieron los que actuaban al margen del orden y entre ellos cobraron singular importancia los piratas, corsarios o filibusteros. Aparecieron pronto y estuvieron presentes siempre.

Alonso de Ojeda fue un conquistador sin suerte. Pagó caro ser pionero en Tierra Firme, aventurándose por regiones desconocidas sin tener noticias ciertas de nada de lo que se iba a encontrar más allá de los que se había dibujado en mapas de la costa de las actuales Venezuela, Colombia y Panamá. Ojeda pudo haber sido, con un poco de fortuna, el primer gran adelantado continental, pero acabó sus aventuras en una tragedia de muerte, enfermedad, hambre y naufragios para sí y los suyos. En una de sus desventuras tuvo la mala fortuna de toparse con el primer pirata del Caribe. Corría el año 1509, Ojeda comandaba la gran expedición a Tierra Firme que, después de fundar el asentamiento llamado San Sebastián de Urabá, quedaron sitiados por indios hostiles, sin alimentos y sin socorros.

En ese momento apareció Bernardino de Talavera, un colono español de La Española arruinado y perseguido por acreedores y autoridades que, sin otro recurso, optó por robar un barco genovés en Ozama (Santo Domingo). Reclutó una tripulación de gentes que no tenían nada que perder: colonos con mala fortuna, delincuentes, esclavos huidos y aventureros. Con eso se dedicó a asaltar pequeñas embarcaciones y poblados indios. En un mundo tan pequeño como la incipiente América española, su fama corrió enseguida.

Enterado de la expedición de Ojeda, puso rumbo a Urabá donde esperaba encontrar alguna riqueza para despojar a sus dueños. Se encontró a un Ojeda desesperado, hambriento y sin salida, aunque con cierta cantidad de oro que le sirvió para comprar alimentos a Talavera. Ojeda necesitaba refuerzos y bastimentos y Talavera se ofreció para llevarlo a Santo Domingo. Una vez a bordo, lo aherrojó y lo encerró en la bodega. Pensaba pedir un gran rescate por el adelantado. Una de las fuertes tormentas de la zona hizo derivar al barco hacia Cuba, frente a cuyas costas naufragó.

«Como Ojeda había navegado con marinos de la talla de Colón y Juan de la Cosa, los piratas tuvieron que liberarle para que capease el temporal. De este modo, gracias a la pericia de Alonso de Ojeda», escribe David Fernández. De forma casi milagrosa, Ojeda sobrevivió en tierras del sur de Cuba, luchando contra la selva y negociando con los caciques de la zona. Era hombre cuyo destino fue siempre el sufrimiento. Los refuerzos enviados por el gobernador de Jamaica Enciso, al mando de Pánfilo de Narváez, lograron rescatar a Ojeda y los piratas sobrevivientes. Ojeda pudo, al fin, alcanzar La Española para buscar refuerzos que auxiliaran el asentamiento de San Sebastián de Urabá que había quedado al mando de un joven Francisco Pizarro.

No hay muchos datos sobre este pirata de primera hora. Solo noticias dispersas en algunas crónicas y en historias posteriores. David Fernández García ha sido quien ha integrado las informaciones en un artículo biográfico clarificador. Por tanto, se sabe poco de este sujeto aventurero, traidor y amoral. Posiblemente, por el nombre, naciera en Talavera de la Reina. Ni siquiera ese dato está comprobado. Lo que se tiene por cierto es lo que sucedió tras la aventura con Ojeda que cuentan algunos historiados como Gomara.

La historia toma un rumbo inesperado al llegar a Jamaica. Las hazañas de Talavera ya eran de sobra conocidas por las denuncias que existían. Así que fue arrestado nada más tocar tierra y llevado a prisión. Ojeda, que había sufrido sus malos tratos, no fue otro de los acusadores sino el máximo defensor del pirata. En un principio, estamos en octubre de 1511, se abrió juicio contra Talavera y sus hombres, pero también contra el desdichado Ojeda. Como era lógico no se hallaron pruebas de ninguna clase contra Ojeda, por lo que fue liberado. Pero sí contra Talavera y sus cómplices por los crímenes que habían cometido en aquella provincia. Los piratas alegaron siempre que Ojeda no era de los suyos y que fue llevado por la fuerza y Ojeda, obligado por nobleza, trató de exculpar a Bernardino. No sirvió de nada. El pirata fue ahorcado en la plaza de La Española por orden del gobernador Diego Colón.