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Una investigación (1897), obra de Joaquín Sorolla

Marañón, De la Cierva o Torres Quevedo: cuando España era referente en ciencia y tecnología

A principios del siglo XX se produjo un notable crecimiento económico que favoreció el desarrollo de la investigación y la ingeniería españolas. Los nombres de Blas Cabrera, Juan de la Cierva o Eduardo Torroja son solo un ejemplo

Las décadas de los años 1910 y 1920 estuvieron caracterizadas por la fuerza con la que creció la producción industrial española. Esta circunstancia fue especialmente cierta a partir de la Gran Guerra. La conflagración bélica, que comenzó en el verano de 1914, activó en los países beligerantes una gran demanda de bienes elaborados e intermedios, como productos textiles, metales, construcción mecánica, etc. También aumentó la demanda de servicios especializados en sectores tales como el transporte, los seguros o las finanzas.

Esta circunstancia tuvo un impacto directo en la economía española que, tras la pérdida de los últimos territorios de ultramar, estaba inmersa en una etapa proteccionista y nacionalista. Así, la Primera Guerra Mundial llevó a un aumento de la exportación de productos del sector secundario. La importante acumulación de beneficios empresariales durante la contienda bélica produjo en la década de 1920 un aumento de las inversiones industriales, especialmente tras la llegada al poder de Primo de Rivera en 1923, favoreciendo nuevamente el crecimiento. Será en el apogeo de esta etapa de crecimiento e industrialización cuando surjan nuevas tecnologías que serán difundidas y adoptadas de forma generalizada.

En este contexto, España fue testigo de una efervescencia científica y tecnológica liderada por destacados personajes quienes contribuyeron no solo al avance del conocimiento en sus respectivos campos, sino también un desarrollo tecnológico e industrial generalizados. Dejaron un legado duradero que se sigue sintiendo en la investigación y la innovación españolas.

Por otra parte, esta nueva generación de investigadores e ingenieros comenzó a poner de manifiesto la necesidad de reorganizar la gestión de la ciencia y la tecnología para converger con Europa, en aquellos tiempos el área geográfica donde se concentraban los mayores avances tecnocientíficos. El objetivo era hacer frente a la relativa debilidad del sistema de innovación español.

Hombres como Gregorio Marañón, Juan de la Cierva o Leonardo Torres Quevedo constituyeron la punta de lanza de un profundo proceso de cambio. Numerosos científicos y tecnólogos interiorizaron y difundieron la confianza en el progreso técnico y económico como fórmula de mejora social.

Gregorio Marañón (1887-1960) produjo un perdurable impacto en la medicina. Las contribuciones de este destacado médico e investigador español, especializado en endocrinología y cardiología, incluyen estudios sobre la diabetes y enfermedades cardiovasculares. Impulsó de forma decidida la investigación en salud pública. Marañón fue también un prolífico escritor y pensador, abordando cuestiones médicas, históricas y filosóficas. Su legado se extiende más allá de la ciencia, influyendo en la educación médica y en la sociedad española de su tiempo.

Por su parte, Blas Cabrera y Felipe (1878-1945) destacó por sus contribuciones en el campo de la física. En el año 1912 fue nombrado director del Laboratorio de Investigaciones Físicas. Es considerado un pionero en la investigación sobre las propiedades magnéticas de la materia. También en el campo de la física puede destacarse a Julio Palacios Martínez (1891-1970), conocido por sus contribuciones a la teoría cuántica y la conductividad eléctrica en metales. Palacios trabajó en estrecha colaboración con grandes científicos de la época, como Max Planck y Albert Einstein. Sus trabajos influyeron en la evolución de la física teórica.

Einstein y Cabrera paseando por MadridEFE

La década de 1920 vería el surgimiento de Julio Rey Pastor (1888-1962), matemático e historiador de la ciencia, cuyas contribuciones a la teoría de números y la teoría de funciones lo convirtieron en una figura destacada en su ámbito de actuación. Su labor estuvo marcada por un enfoque riguroso y visionario y dejó un legado que influyó en generaciones futuras de matemáticos.

En el campo de la ingeniería destacó el murciano Juan de la Cierva (1895-1936), ingeniero y científico pionero en la aeronáutica. Destacó por inventar el autogiro, precursor del helicóptero moderno, que tras muchos años de desarrollo fue probado exitosamente en enero 1923. A pesar de su corta carrera (murió con 41 años), el legado de Juan de la Cierva perdura en el desarrollo de tecnologías aeronáuticas y en la historia de la aviación.

Eduardo Torroja MiretCSIC

Finalmente podemos citar a Eduardo Torroja Miret (1899-1961). Fue un innovador ingeniero de caminos, investigador y profesor que destacó en la construcción y diseño de estructuras. Su impronta quedó reflejada en importantes proyectos como el puente de Sancti-Petri en San Fernando (Cádiz), el Hipódromo de la Zarzuela (Madrid), el puente del Pedrido que cruza la ría de Betanzos, el viaducto ferroviario Martín Gil sobre el río Esla (Zamora) o el Estadio Nacional Complutense (Madrid). Torroja fue pionero en el uso del hormigón armado y sus contribuciones en ingeniería estructural lo convirtieron en una figura clave en su tiempo. Pero su enfoque visionario combinado con una notable habilidad técnica dejó un legado duradero, influyendo en la ingeniería y la arquitectura contemporáneas. Como curiosidad, cabe citar que es el abuelo paterno de la cantante del grupo musical Mecano.