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Los murales de Diego Rivera han ilustrado para la historia del Arte, la leyenda negra de España en América

Alberto Gil Ibáñez, escritor: «El mayor vicio del mundo hispano no es la envidia, sino la ingenuidad»

El autor de varias publicaciones sobre la leyenda negra española impartió una lección magistral en la que reivindicó la hispanidad frente a los falsos mitos

El escritor, Alberto Gil Ibáñez, ha acudido al «Aula Política Joven» organizada por el Instituto de Estudios de la Democracia, centro adscrito a la Universidad CEU San Pablo, para dar una conferencia titulada España y Leyenda Negra acerca de la hispanidad y de los mitos de la influencia española en América.

Una batalla cultural llamada «leyenda negra»

El autor de El Sacro Imperio Romano Hispánico: Una mirada a nuestro pasado común para una nueva Hispanidad y de Leyenda Negra: Historia del odio a España ha comenzado explicando la naturaleza del término afirmando que: «La leyenda negra existió y fue la primera guerra cultural». Una guerra cultural «permanente» que se ha situado en tres ámbitos diferentes: «el relato, la imagen y los nombres».

Para encontrar al responsable del inicio de esta batalla desde la cultura, el escritor ha retrocedido a: «Hace cinco siglos este país dominó el mundo… pero había países dispuestos a que esto no fuera así». Ubicado durante el reinado de Felipe II la unión entre España, Portugal y el Nuevo Mundo erigió a la Corona española como una «monarquía universal» cimentada con la religión –el catolicismo– como férreo nexo espiritual de los territorios, más fuerte que el de las banderas.

Alberto Gil Ibáñez en su intervención en el Aula Política JovenCEU

Ante la preponderancia internacional española, Gil Ibáñez ha señalado a varios sujetos como los principales difusores de la leyenda negra: Inglaterra y Francia –principalmente– a los que se le suman los países protestantes –Holanda y Alemania–, todos temerosos de su protagonismo. El ponente ha apuntado que las diferentes naciones primero procuraron atacar a España desde las armas sin éxito: desde la tierra les frenó el Ejército –los Tercios de Flandes–; desde el mar, se enfrentaron a laureada Armada. Asimismo, se intentó una lucha desde el campo religioso, desde el protestantismo, siguiendo la misma suerte que en las otras tentativas.

Fue entonces cuando se buscó una nueva perspectiva para desprestigiar a la Corona española, esta vez desde la cultura, con la llamada leyenda negra. En este campo finalmente salieron victoriosos, y, consiguieron el mayor éxito posible, que es que «tus enemigos se crean lo que tú vendes», como ha indicado el autor. Ante este fenómeno, Gil Ibáñez ha desarrollado el adjetivo «hispanobobo» por el que define a los españoles que han aceptado el relato «del enemigo» y se «lanzan piedras a su propio tejado porque no quieren sentirse españoles», como añade.

Las acusaciones a España

Frente al relato de adversario, Gil Ibáñez ha definido el término de leyenda negra como un «conjunto de falsedades que tienen en común que se achaquen a los españoles». Y ha centrado su ámbito en cuatro acusaciones hacia el Imperio español:

En primer lugar, se dice que el Imperio español fue un «genocida». Contraargumentado con una comparativa entre la cantidad de indígenas en los territorios hispanos frente a su vecino en el norte del continente. Asimismo, frente al colonialismo «depredador» del siglo XIX, el autor ha remarcado las diferencias con los virreinatos españoles y la presencia de nativos tanto en la vida social como en la nobleza.

Prosigue su lección magistral desmintiendo aquello de que «el Imperio español era intolerante», un mito sustentado en la presencia de la Santa Inquisición y la expulsión de los judíos en 1492. Partiendo desde el Edicto de Granada, el escritor ha expuesto que España no fue el primer país que decretó la salida de los judíos de sus fronteras y ha subrayado que la mayor parte de los judíos aceptó la conversión y de ellos derivan personalidades como Teresa de Jesús o el propio Miguel de Cervantes. Asimismo, ha destacado que más del 20% de la población española actual tiene antepasados judíos.

Por parte de la Inquisición, el autor ha remarcado que frente a los 3.000 ajusticiados por los la «brutal» Inquisición española, su análoga alemana llevó a la hoguera a más de 150.000 mujeres consideradas «brujas».

En tercer lugar, ha tratado la acusación que se hace del Imperio español al llamarlo «acientífico» y «anticuado»: si esta acusación fuera cierta, la Marina española jamás hubiera alcanzado América, un continente que no aparecía en los mapas y cuya ruta que se fue posible gracias al estudio de la náutica, geografía y la astronomía. También ha señalado que, si la ciencia española fuera anticuada, otra gran gesta, la vuelta al mundo de Magallanes y El Cano, tampoco hubiera sido posible y mucho menos el lema del escudo de España evocaría al latinismo «Plus Ultra» –más allá– en referencia a su llegada al Nuevo Mundo.

Por último, refuta la recriminación al calificar el Imperio español de «esclavista». La referencia al esclavismo durante el Imperio español es una atribución de nueva adquisición como ha destacado el ponente. A su vez, Gil Ibáñez ha remarcado que frente a las palabras de Isabel la Católica de «Éstos son mis vasallos, protegedlos» otros imperios coloniales aplicaron la doctrina de «terra nullius» por el que ni el territorio tenía dueño, ni los nativos eran considerados personas.

Los españoles, los más «negrolegendarios»

Ante el relato dominante, Gil Ibáñez ha destacado que lo más dramático es que: «Hay una leyenda negra fuera y la hemos interiorizado». Además, como fruto de la propia idiosincrasia española por la que «los españoles siempre culpan a españoles», el principal valedor de la leyenda negra se ha convertido en el propio español: «El mayor negrolegendario es un hispano», como ha advertido el ponente.

Frente a la batalla cultural derivada de la leyenda negra, el escritor ha dejado un espacio para la esperanza con autores que combaten los mitos de la llegada española a América como Elvira Roca Barea o Marcelo Gullo Omodeo. Cuyas obras son herramientas clave para vencer al «mayor vicio del mundo hispano no es la envidia, sino la ingenuidad» como ha subrayado Gil Ibáñez.