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Dirección de Operaciones Especiales

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Picotazos de historia

Cuando los alemanes tomaron el pelo al servicio de inteligencia británico

En el verano de 1941 los alemanes consiguieron arrestar a un agente del MI6. Los mensajes codificados que le intervinieron permitieron desencriptar las claves que entonces usaban tanto el MI6 como la SOE

El 22 de junio de 1940, contando con las bendiciones del propio Winston Churchill, se crea la Special Operations Executive (SOE). Esta nueva oficina se haría cargo de organizar y coordinar la guerra sutil, de guerrillas y sabotajes en los países ocupados por las fuerzas del Eje. Los agentes del SOE contactarían con grupos de resistencia autóctonos, coordinándose para actuar de la manera más eficiente al tiempo que para proveerles del armamento y equipo necesario para combatir a los alemanes.

Dentro de SOE existía una oficina denominada Sección N, cuyas funciones eran las anteriormente mencionadas pero circunscritas al área de los Países Bajos. A partir del verano de 1940 la sección aumentó en importancia y proporcionalmente en personal y medios. Colocaron a diversos agentes británicos (propios o del MI6, que es el servicio secreto dependiente del ministerio de asuntos exteriores) en los Países Bajos y empezaron a trabajar en coordinar envíos de material y recogida y trasmisión de información.

«El juego de Inglaterra»

En 1941 el Abwehr (Servicio de Inteligencia Militar alemán), dirigido por el almirante Canaris nombró responsable de la zona de los Países bajos al comandante Hermann Giskes (1896-1977) quien, junto con la SD (servicio de Inteligencia de las SS y del partido nazi), recibió el encargo de desmantelar todas las estructuras creadas por los británicos. Esta operación sería conocida y bautizada por los alemanes como «el juego de Inglaterra».

En el verano de 1941 los alemanes consiguieron arrestar a un agente del MI6. Los mensajes codificados que le intervinieron permitieron desencriptar las claves que entonces usaban tanto el MI6 como la SOE. En noviembre la SOE envió a dos agentes que fueron casi inmediatamente capturados gracias al conocimiento de las claves británicas.

Uno de los capturados era un operador de radio cualificado, Lauwers era su apellido, quien fue obligado a colaborar enviando mensajes cifrados a Londres. Lauwers cometió errores y dejó de utilizar claves establecidas para dar a entender que había sido capturado y obligado a enviar dichos mensajes por medio de los códigos conocidos. Bien, por alguna ignota razón en Londres sistemáticamente ignoraron estos mismos protocolos establecidos por ellos mismos, así que dieron por buenos todos los mensajes que les llegaban. De esta manera se inició un juego de engaños y mentiras dirigido por el comandante alemán. Giskes convenció a los ingleses para que invirtieran en Holanda grandes cantidades de material y agentes... para que mansamente cayeran en sus manos.

En otoño de 1943 dos prisioneros holandeses del SOE consiguieron escaparse y alcanzar la frontera suiza. Ningún problema. Antes de que llegaran a la frontera Londres había sido informado que esos dos agentes –esta vez los mensajes utilizaban todos los códigos y protocolos de seguridad– se habían pasado a los alemanes y habían sido enviados de vuelta como agentes dobles.

Los pobres agentes de SOE, nada más llegar a Londres, fueron arrestados y no fueron liberados de la prisión y exonerados hasta después del desembarco de Normandía (6 de junio de 1944). En marzo de 1944 habiendo disminuido el valor de la información y siendo evidente que los británicos se estaban «oliendo la tostada» en relación con su red espionaje y sabotaje (inexistente) en Holanda, Giskes envió personalmente un irónico mensaje a la central de SOE, el 1 de abril de 1944, «dando por cancelada la relación comercial entre ambas empresas».

Este juego entre espías costó la captura de 52 agentes, el derribo de 12 bombarderos y la captura de 15 toneladas de explosivos, 75 transmisores de radio, 3.000 metralletas, 300 ametralladoras, un millón de cartuchos de munición y más de medio millón de florines en monedas de oro. Pero lo peor fue el ridículo espantoso en el que quedaron expuestos los servicios de inteligencia y contra inteligencia británicos.

Hermann Giskes, después de la guerra, trabajó para las agencias de espionaje e inteligencia militar de las fuerzas de ocupación aliadas en Alemania y, posteriormente, para la República Federal de Alemania. En el mundo de los servicios secretos su nombre es sinónimo de leyenda y continúa mencionándose con respeto.

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