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Ernst Röhm

Ernst RöhmBundesarchiv

Ernst Röhm y otros generales alemanes asesinados y degradados «por molestos» durante la Segunda Guerra Mundial

A lo largo de los años, aquellos que molestaban o estaban en contra de Hitler tuvieron el mismo final. La realidad es que veía enemigos por todas partes y creía que todos acabarían traicionándolo

«La Noche de los cuchillos largos» sirvió a Adolf Hitler para acabar con las SA y con el comandante en jefe de esta organización, Ernst Röhm. Aunque era íntimo amigo de Hitler, Röhm molestaba al führer por ser no solo el máximo dirigente de las SA, sino también por su condición de homosexual –él mismo se describía como gleichgeschlachtlich (mismo sexo)–. Röhm escribió que la mojigatería de algunos de sus compañeros nazis no le parecía muy revolucionaria. Sin embargo, su condición sexual se convirtió en un escándalo público.

El régimen nazi era contrario a la homosexualidad. Röhm era un problema. Por eso en 1934 Hitler mandó asesinarlo. Durante los años que el nazismo estuvo en el poder, entre 5.000 y 15.000 hombres fueron encarcelados en los campos de concentración, acusados de transgresores homosexuales. Les obligaban a llevar un triángulo rosa en el uniforme. En el campo de concentración de Buchenwald, algunos prisioneros con triángulos rosas fueron sujetos de inhumanos experimentos médicos. A partir de noviembre de 1942, los comandantes de los campos de concentración obtuvieron oficialmente el poder de ordenar la castración forzada de los prisioneros con triángulos rosas.

Hombres homosexuales en el campo de concentración de Buchenwald, ca. 1938-1941

Hombres homosexuales en el campo de concentración de Buchenwald 1938-1941

Röhm se convirtió en un problema y lo liquidaron. Pero no fue el único. A lo largo de los años, aquellos que molestaban o estaban en contra de Hitler tuvieron el mismo final. La realidad es que veía enemigos por todas partes y creía que todos acabarían traicionándolo. Este estado psicológico hizo que acabara con la vida de un número destacado de oficiales. Además, hay que añadir los celos de otros mandatarios nazis. Un cóctel peligroso y explosivo.

Dentro de los que podemos llamar como generales de Hitler, había dos grupos: los que sobrevivieron a su paranoia y los que no tuvieron la misma suerte. Karl Rudolf Gerd von Rundstedt estuvo en contra de los procedimientos llevados a cabo por Hitler. Consideraba que este no tenía idea de lo que suponía comandar un contingente. Lo cesaron en 1944, después de la derrota alemana en Normandía. Poco después lo nombraron Comandante en Jefe en Occidente. Cargo del que fue depuesto por Hitler en marzo de 1945. Consiguió sobrevivir, aunque con su carrera militar degradada.

Von Brauchitsch y Adolf Hitler en un desfile de líderes de la Wehrmacht en Varsovia , 1939

Von Brauchitsch y Adolf Hitler en un desfile de líderes de la Wehrmacht en Varsovia, 1939Bundesarchiv / Wikimedia Commons

Walther von Brauchitsch, aunque no tomó parte, sí supo de las conspiraciones que se preparaban para derrocar a Hitler. En 1938 le pidieron que participara en una, a lo que respondió «yo no haré nada, pero no impediré que otros actúen, son asuntos políticos, no militares». Hitler le culpó del retraso en la toma de Moscú. Sobre él y el fiasco de la conocida como Operación Barbarroja dijo Hitler que «si hubiera seguido en su puesto solamente unas semanas, esto habría terminado en una catástrofe. No es un soldado, es un incapaz. Algún día se sabrá lo que ha sido para mí estas cuatro semanas». También salvó la vida.

No tuvo la misma suerte Werner von Fritsch. Aunque sus discrepancias con Hitler eran conocidas por todos, este no hizo nada en su contra. Lo dejó en manos de Heydrich y Himmler. Empezó a caer en desgracia cuando destaparon que su mujer había sido prostituta. También se le acusó de ser homosexual. Aunque se demostró que todo era falso, lo degradaron y retiraron de cualquier mando. Al estallar la guerra lo reincorporaron al ejército. Murió cerca de Varsovia, en 1939, durante la invasión de Polonia. Recibió un disparo y se negó a recibir ayuda médica, dejándose desangrar.

Asimismo, recibieron la degradación y muerte Wilhelm Franz Canaris y Johannes Erwin Eugen Rommel. Canaris fue jefe de inteligencia del ejército alemán. A lo largo de los años participó en varias conspiraciones contra Hitler. En la Operación Valquiria, 20 de julio de 1944, Canaris no tomó parte de una manera directa, aunque su nombre apareció en algunos documentos. Como consecuencia fue detenido, el 23 de julio de 1944, por Walter Schellenberg. Estuvo en un principio confinado en su casa. Himmler, enemigo personal de Canaris, descubrió las diferentes conspiraciones en las que estuvo involucrado. Este convenció a Hitler para que lo ejecutara. Lo trasladaron al campo de concentración de Flossenbürg. Allí lo humillo la SS, por orden de Himmler.

Se procedió a juzgarlo en un tribunal militar que estuvo presidido por Otto Thorbeck. En aquel juicio también se condenó a muerte, por el frustrado atentado del 20 de julio de 1944 –aparte de Canaris– a Hans Oster, Karl Sack, Ludwig Gehre y Dietrich Bonhoeffer. Todos fueron ahorcados el 9 de abril de 1945 en el campo de concentración de Flossenbürg. Sus cuerpos fueron incinerados.

Werner von Fritsch (centro) con Werner von Blomberg (izquierda) y Erich Raeder (derecha) en 1936

Werner von Fritsch (centro) con Werner von Blomberg (izquierda) y Erich Raeder (derecha) en 1936Bundesarchiv / Wikimedia Commons

A Erwin Rommel lo apodaron 'El Zorro del Desierto'. Aunque apoyó que Hitler tomara el poder, estuvo en contra del antisemitismo y la ideología nazi. Se considera que estuvo implicado en el atentado del 20 de julio. Teniendo en cuenta que era un héroe nacional, Hitler le permitió que se apartara de una manera discreta. Es decir, no sería juzgado como Canaris y los otros implicados. Le dio la oportunidad de suicidarse, a cambio su reputación se mantendría intacta. Tampoco se perseguiría a su familia. De lo contrario sería degradado y perdería todo su prestigio y honor. Eligió el suicidio con una píldora de cianuro, muriendo el 14 de octubre de 1944. Hitler le concedió un funeral de Estado. La causa oficial de la muerte fue que su coche había sido ametrallado en Normandía.

Aquel 14 de octubre de 1944 fueron a la casa de Rommel los generales Wilhelm Burgdorf y Ernst Maisel. Le comentaron cuál era su futuro, según lo acordado por Hitler. Rommel, acabada la entrevista, fue hacia su mujer y le dijo «vengo para decirte adiós. Dentro de un cuarto de hora estaré muerto. Sospechan que tomé parte en el intento de asesinar a Hitler… El führer me da a elegir el veneno o ser juzgado por el tribunal popular». Después de despedirse de su hijo subió al coche donde lo esperaban Burgdorf y Maisel. Partieron y media hora más tarde llevaron su cuerpo al hospital de Ulm. No permitieron ninguna autopsia. Se incineró el cadáver y las cenizas las enterraron en Herrlingen.

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