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Portada de Le Petit Journal con ilustración a página completa de la recreación
del momento del asesinato del presidente Dato

Portada de Le Petit Journal con ilustración a página completa de la recreación del momento del asesinato del presidente DatoCongreso de Diputados

Todas las teorías de conspiración detrás de la muerte de Eduardo Dato

Con el tiempo, empezaron a surgir dudas acerca de la versión oficial. Algunos hechos no cuadraban y se dio pie a la teoría de la conspiración

El 8 de marzo de 1921, en la madrileña plaza de la Independencia, unos individuos acribillaron el coche de Eduardo Dato cuando se dirigía a su casa en la calle de Lagasca. Siempre se ha achacado a sindicalistas anarquistas radicales de la CNT. Tres individuos que iban en una moto, amparados por varios cómplices y encubridores, se acercaron al vehículo y, con dos pistolas Mauser, acribillaron al presidente. Después huyeron por la calle de Serrano sin que nada se lo impidiera. Dato estaba a un paso de su casa, a la que llegó herido. Lo trasladaron a la Casa de Socorro donde murió.

Un crimen que cerraba el paso al reformismo liberal moderno en España, a una época de estabilidad, seguridad y crecimiento económico. Tres meses después, el Desastre de Annual dio paso a una de las grandes crisis contemporáneas que acabó con la Restauración, trajo la República y desembocó en la Guerra Civil y el franquismo. Dato había sido ministro de Gobernación con Silvela. De su iniciativa fueron dos leyes muy importantes: Accidentes de Trabajo y Trabajo de Mujeres y niños, que le granjearon simpatías socialistas.

En 1902, en otro gabinete de Silvela, esta vez como ministro de Gracia y Justicia, logró que se aprobara su Ley del Descanso Dominical. Sucedió a Maura al frente del gobierno conservador cuando aquel no quiso volver a presidirlo. Coincidió con el inicio de la Primera Guerra Mundial y supo mantener a España neutral, con el riesgo de ruptura con Alemania. En 1920 llegó, por tercera vez, a la presidencia del Consejo. Ante la crisis de pistolerismo en Cataluña, cedió ante los líderes regionalistas y nombró al general Martínez Anido como gobernador.

La violencia, la muerte política y las huelgas se extendían por toda España. El general hizo una dura represión y a este hecho achacan la muerte de Dato como represalia por su actitud inhibida. Otros piensan en la respuesta germana ante la neutralidad declarada por Dato. Los hay que ven intrigas partidistas. Los que piensan que fueron instigadores franceses que querían llevar a España la inestabilidad permanente para evitar su progreso. En fin, hay donde tomar teorías.

Con el tiempo, empezaron a surgir dudas acerca de la versión oficial. Algunos hechos no cuadraban y se dio pie a la teoría de la conspiración, propia de acontecimientos en los que parece que no se ha contado toda la verdad. Hay varios ejemplos en la España contemporánea desde los asesinatos de Prim y Cánovas hasta las bombas del 11-M, pasando por la muerte de Carrero. Los huecos dejan margen a la imaginación y a las hipótesis imposibles de demostrar. Y las preferencias van desde los que aceptan las versiones difundidas, a pesar de que nunca se podrán atar todos los cabos, hasta los que concluyen en que se tapó la verdad por razón de Estado.

¿Qué dudas surgen en torno al asesinato de Dato?

Primero, el poco disimulo en la preparación ya que los anarquistas estuvieron varios días circulando con la moto por las calles por la que iba a transitar en presidente sin que nadie sospechara, a pesar de que la Policía debía tener vigilada la zona.

Segundo, un error en la sentencia del Supremo sobre la marca de la pistola empleada. Era una Mauser muy difícil de conseguir en España, pero confundieron Star con Astra en el fabricante español con licencia alemana.

Tercero, el asesino Mateu, el ser interrogado, no recordaba la calle donde vivía Dato ni conocía el calibre del arma.

Tres anarquistas subidos en una moto con sidecar asesinaron a Eduardo Dato en Madrid con veinte disparos

Tres anarquistas subidos en una moto con sidecar asesinaron a Eduardo Dato en Madrid con veinte disparos

Cuarto, los delincuentes huyeron con suma facilidad. Uno –Casanellas– acabó en Alemania y otro –Nicolau– en Rusia. El primero fue extraditado pronto. El segundo nunca volvió. El tercero, fue detenido por la policía tras encontrar muchos documentos en la pensión donde se alojaron.

Quinto, bajo el disfraz de anarquistas se escondieron en la época asesinos a sueldos y sicarios dispuestos a ofrecer sus servicios por dinero. Era una manera de disimular.

En 1928, el cronista de tribunales de El Sol Rafael Salazar Alonso, publicó el libro La muerte de Dato, en el que afirma la tesis oficial y se deshace en elogios a los jueces e incluso al propio Dato, al que tanto atacaron desde su diario. Un libro para cerrar un caso, con grandes resúmenes de los sumarios y de las sesiones. Esta tesis es reforzada por el catedrático Francisco J. Romero Salvadó en ¿Quién mató a Eduardo Dato? Comedia política y tragedia social en España, 1892-1921 (Granada 2020).

Foto de la parte posterior del automóvil en el que fue asesinado Dato cuando el vehículo atravesaba la Plaza de la Independencia24​ en la que se aprecian los agujeros de bala

Foto de la parte posterior del automóvil en el que fue asesinado Dato cuando el vehículo atravesaba la Plaza de la Independencia24​ en la que se aprecian los agujeros de bala

El movimiento anarquista estaba en un momento de agitación, de paroxismo es la palabra utilizada por el autor, sometido a una cruel campaña represiva. Su salida fue violenta y desaforada, pero bien organizada. Hubo muchas personas comprometidas en el atentado en diferentes escalones de la trama. Para la CNT fue un momento sublime al saberse capaces de golpear a lo más alto del poder y lo consideraron un día glorioso para el proletariado. Sin embargo los efectos les fueron adversos. La represión se acentuó y las clases burguesas, asustadas por la escalada violenta, se inhibieron ante la reacción.

A veces, a pesar de los huecos sin rellenar, las cosas son como nos las cuentas. En otras ocasiones, a pesar de la coherencia del relato, ocultan extrañas maniobras.

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