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06 de septiembre de 2024

La gesta de Villaamil, ciencia y tradición en dos naves míticas: el Destructor y la Nautilus

La gesta de Villaamil, ciencia y tradición en dos naves míticas: el Destructor y la Nautilus

Grandes gestas de la Historia

La gesta de Villaamil, ciencia y tradición en dos naves míticas: el Destructor y la Nautilus

Lea y escuche esta gesta de la Historia española

Hasta a los más ajenos al tema naval les suena el nombre de destructor, y a muchos más el julioverniano de Nautilus, pero muy pocos saben que ambas denominaciones están ligadas a un insigne militar español.

Fernando Villaamil nació en en 1845 en Serantes, Castropol, frontera marítima y fluvial de Galicia con Asturias y desde niño exhibió una vinculación sanguínea y pasional con el mar. Provenía de una familia acaudalada a la que una mala administración paterna dejaría en la ruina. Por ello, tuvo claro desde temprana edad que tendría que responsabilizarse de su propia vida y comenzó con apenas once años a estudiar matemáticas y náutica en la villa lucense de Ribadeo y a los catorce a ingresar en el Colegio Naval de la Armada de San Fernando, en Cádiz.

Al año siguiente ya navegaba en buques de la Armada y su inteligencia le iría facilitando rápidos ascensos y pronto participó en pequeñas refriegas con independentistas en Puerto Rico y Santo Domingo. De ahí iría destinado a Filipinas y fue embarcando en diferentes buques hasta que con el grado de alférez de navío lograba el mando de sus dos primeras naves. En 1874 pasaría a ser profesor en la Escuela Naval Flotante en El Ferrol. Una ciudad que pronto sintió como propia, en la que fundaría su hogar y se instalaría para siempre en El Seijo, hoy O Seixo. Un emplazamiento mágico situado en una de las bandas de la ría prodigiosa donde aún se conserva su casa al borde del mar y cuyas olas siguen golpeando los mismos muros pétreos.

El Seijo

El Seijo

Todo un gentleman y de apariencia céltica, era de apostura tal que las leyendas populares le atribuyen decenas de hijos naturales en la zona. Los más viejos del lugar todavía recuerdan la canción que se cantaba por esos lares «Pum, pum, pum que ven o Villamil, Pum pum pum ven ca Nautilus, Pum, pum, pum as rapazas do Seixo lumean como un candil». Se casaría con una prima lejana de la que solo tuvo una hija.

El destructor

Las flotas están estratificadas y unos barcos protegen a otros. Por ello, en alta mar, en esta época los barcos estaban seguros hasta que se inventó un tipo de torpedo autopropulsado más rápido que los que existían y que podía sortear la protección y atacar las flotas con facilidad. Por ello, el principal problema de las armadas del mundo se dirigía a solventar la amenaza de estos veloces torpederos.

De Ferrol, Villaamil había pasado a las órdenes de varios ministros de la Guerra y de Marina. Y como experto y estudioso de la más puntera tecnología naval y con un instinto prodigioso comenzó a darle vueltas a un proyecto. Diseñar un barco rápido, bien armado con gran potencia de fuego, que en alta mar sirviera de protección a las escuadras, y actuase en ofensivas rápidas. Sin embargo, se sentía frustrado porque su proyecto era incomprendido o ninguneado por sus superiores.

Pero en 1880 Japón y Gran Bretaña se adelantaban y botaban sus primeros caza-torpederos. Esto desbloqueó todo tipo de impedimento institucional y al fin el teniente Villaamil pudo materializar su idea y en 1885 la Marina de España, le encargaba un barco pionero ¿Su nombre? Destructor.

El Destructor

El Destructor

Villaamil diseñó, contrató y supervisó en Escocia la nave que se entregaría en enero de 1887. Lo tenía todo. 60 metros de eslora, 380 toneladas de desplazamiento, casco de acero, dos hélices gemelas movidas por máquinas de vapor y calderas muy avanzadas. Llevaba una tripulación de 60 marinos y alcanzaba la velocidad de 22,5 nudos, algo nunca visto. Estaba profusamente armado con cañones rápidos, un gran cañón de 90 mm en proa y diversos cañones menores y lanzatorpedos.

Con estas condiciones se adelantaba a su tiempo y batía a sus competidores japoneses y británicos, lo que levantó la expectación de todos los medios náuticos europeos y también ciertos recelos.

Solo cinco días después llegó el bautismo de fuego: el Destructor zarpaba y en menos de 24 horas estaba frente a la costa gallega. Con oleaje y viento racheado había logrado una media de 18 nudos. Fernando Villaamil había hecho historia, al mando de un barco único en el mundo, su Destructor, que influyó decisivamente en el de posteriores barcos de otras armadas, entre ellas la británica. Todos ellos llevarían su nombre como categoría. La reputación profesional de Fernando Villaamil alcanzó niveles internacionales y la Armada española entraba en la historia náutica por la puerta grande. Se dijo entonces en armadas extranjeras: «Si os dirigís en un torpedero a alcanzar una flota y os encontráis con el 'Destructor' de Villaamil, rezad».

El Destructor

El Destructor

La corbeta Nautilus

Su estancia en Inglaterra fue muy provechosa. No solo se encargó del proyecto científico de construcción del Destructor. Pudo darle también forma a su proyecto más romántico. Villaamil, aunque era partidario del uso de la más avanzada tecnología en los barcos de la Armada, afirmaba que, antes, un buen marino debía conocer los seculares fundamentos de la navegación y los alumnos de la marina española debían formarse en buques a vela. Así conocerían de primera mano las maneras tradicionales en el arte de navegar, orientación a través de las estrellas, percepción de los vientos y mareas y las viejas artes marineras ya casi desaparecidas.

Para ello, Villaamil convenció a la Armada Española de que adquirieran un buque que reuniera las características adecuadas para cumplir la misión de buque escuela para la enseñanza de guardamarinas. Era una propuesta que no podían rechazar porque consiguió que el transporte de suministros que traería a la península dicho buque compensaría el costo de la nave y así fue.

La corbeta Nautilus que significa marinero en griego, fue construida en Glasgow y adaptada a su fin sometiéndola a diversas modificaciones. Su principal hito fue que en 1892 Villaamil lograba que el ministerio de Marina incluyera, dentro de las celebraciones del IV centenario del descubrimiento de América, un viaje de circunnavegación a vela, algo que siempre había soñado.

Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus

Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus

El 30 de noviembre, la corbeta Nautilus partía de Ferrol con con una dotación de 200 hombres, una completa promoción de guardiamarinas y una tripulación de marineros voluntarios la inmensa mayoría gallegos que fueron provistos de gaitas para amenizar el viaje. Las Palmas, Bahía, Ciudad del Cabo, Adelaida, Sídney, Valparaíso, Montevideo, Puerto Rico, Nueva York, Plymouth y Brest fueron las principales escalas de aquel crucero, con una sobresaliente entrada triunfal entrada en La Habana, gran ciudad hispánica a del Caribe. Las recepciones del buque en las ciudades –sobre todo las hispánicas– fueron apoteósicas y reforzaron los lazos de Hispanidad.

El día 16 de julio de 1894, fiesta radiante de la Virgen del Carmen, en presencia de la reina María Cristina entraba gallardamente el Nautilus, de nuestra Marina de Guerra, en San Sebastián después de un viaje de aventuras dando la vuelta al mundo. Había recorrido más de 40.000 millas náuticas. Un hecho sin precedentes que acrecentó el aura de marino de Villaamil

El Nautilus, desde su entrega en 1886 hasta el año 1925 estuvo operativa como buque-escuela de guardiamarinas; se formaron varias generaciones de oficiales y marineros y tras muchas millas de navegación sería sustituida por el Galatea y después por el Juan Sebastián de Elcano cuyo palo de mesana lleva en su recuerdo el nombre de Nautilus.

El Nautilus sería la única unidad de la Armada Española cuya tripulación obtuvo cuatro Laureadas de San Fernando, y no en acciones de guerra, sino luchando contra peligrosos elementos atmosféricos.

Actividad política y continuación de su carrera militar

Los años siguientes, Villaamil continuó con sus proyectos de reforma de los buques pero harto de bregar con la negativa de sus mandos decidió abandonar la carrera militar y trabajar por su nación desde otro campo: se presentaría como diputado a Cortes por el partido liberal

En las elecciones de abril 1896 se enfrentará a un temido rival Pablo Iglesias (el totem y fundador del PSOE). Usó el eslogan «Villaamil, el candidato del pueblo» y en la primera convocatoria batía a su oponente y multiplicaba por diez los votos conseguidos por el llamado Apóstol del socialismo que por cierto era también ferrolano. Pero en una segunda convocatoria le dio aún más fuerte, ya que los multiplicaría por treinta.

De su aventura de circunnavegación de la corbeta Nautilus dejó escrito un libro exitoso en el que plasmaba su experiencia en la navegación, así como descripciones de los lugares visitados. También aportaba valoraciones de peso y sorprende entre ellas alguna hoy muy en boga como la diferencia entre las mal llamadas colonias españolas y las británicas. También incluía algo premonitorio: su inquietud tras visitar los arsenales de la marina de guerra estadounidense y contemplar las potentes nuevas naves con las que el destino le reservaría una cita letal.

Villaamil y la Patria. Castropol.

Villaamil y la Patria. Castropol.

La guerra hispano-estadounidense

Pero en 1898 soplaban vientos de guerra y el conflicto entre España y los Estados Unidos estalla. Y es el propio Villaamil, ya sexagenario, con cargo político en la Península y con una posición acomodada, quien considera que su deber era reingresar en la Armada.

El 1 de mayo, la flota del Pacífico de Estados Unidos se enfrentaba a la flota española de Filipinas. La escuadra fue totalmente destruida en el llamado desastre de Cavite.

Tras ello, los norteamericanos enviaban dos flotas a Cuba bajo el mando del almirante Sampson, muy superiores a la española, pero a las que curiosamente ordenaron actuar siempre juntas. Y es que, pese a lo que se ha escrito, la Armada Española estaba considerada una de las mejores flotas del mundo.

España respondía enviando a Cuba una escuadra, al mando del almirante Cervera en la que Fernando Villaamil en este tipo de barcos dirigiría la 1ª División de Destructores (formada por el Furor, el Terror y el Plutón). Lógico: era el mayor experto mundial en este tipo de naves.

El Furor

El Furor

Cervera, y muchos marinos españoles eran plenamente conscientes de que se enfrentarían a un enemigo claramente superior. Entonces, Villaamil tuvo una gran idea. Había comprobado en su viaje que Nueva York, y la mayoría de los de puertos de Estados Unidos, carecía de defensas militares. Con sus veloces destructores, podría realizar incursiones rápidas y atacar puertos de la costa Este de los Estados Unidos (Nueva Orleans, Miami, Charleston, Nueva York o Boston).

Dada la reducida potencia de fuego de los destructores, estos ataques no causarían daños o bajas significativas pero crearían un estado de alarma que hubiera forzado a parte de la escuadra estadounidense a volver para defender sus propias costas.

Pero este plan fue desestimado. No sabemos si la historia hubiera sido otra y hubiera salvado su vida y la de tantos españoles que allí perecieron.

La secuencia de los acontecimientos es muy conocida. Estados unidos situó su flota ante la estrecha bocana del puerto de Santiago de Cuba. Villamil tuvo entonces otra idea: lanzar un ataque nocturno por sorpresa con torpedos con los destructores. También se le ignoró.

Cervera ordenaba entonces la salida de la escuadra española del puerto de Santiago. Era tan estrecha que nuestros barcos sólo podían salir uno a uno... y uno a uno fueron bombardeados. Los grandes cruceros acorazados y los cruceros protegidos, tras ser alcanzados por el fuego enemigo aguantaron algún tiempo a flote antes de hundirse y sus mandos y muchos de sus oficiales y marineros sobrevivieron a la batalla.

Pero los últimos barcos en abandonar el puerto fueron los pequeños y rápidos destructores de Fernando Villaamil, Furor y Plutón carentes de blindaje, que quedaron rápidamente fuera de combate por el intenso fuego enemigo. El Furor explotaba y se hundía con una parte importante de sus tripulantes. Entre ellos, Villaamil el militar de mayor graduación caído en la batalla que moría en combate, precisamente frente a esos potentes barcos norteamericanos que un día contempló en su viaje de circunnavegación.

Villaamil

Villaamil

El cadáver de Fernando Villamil y de la mayoría de los tripulantes de su barco, en el que se dice que iban varios de sus hijos naturales, nunca fueron recuperados. Reposan sus restos por tanto en la hermosísima bahía de Santiago de Cuba. Pero en 1991 el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz) y descubría una lápida con la inscripción: «A la memoria del laureado capitán de navío don Fernando Villaamil. Creador del destructor, comandante de la 'Nautilus', y diputado a Cortes, que gloriosamente entregó su vida en Aras de la Patria a bordo del destructor 'Furor' en el combate naval de Santiago de Cuba el 3-VII-1898».

Fernando Villaamil, un apuesto marino y todo un caballero español, pasaría a la historia porque en él confluyeron dos vertientes que le convertirían en una figura genial. Desde el punto de vista técnico y científico fue todo un experto en ingeniería naval que diseñaría el Destructor, un buque único en su género. Y su vertiente romántica le haría considerar que los fundamentos de la navegación tradicional debían ser la base del aprendizaje de los marinos proyectando para ello un barco mítico el Nautilus, que repitiendo la gesta de Elcano circunnavegó el globo en el primer buque escuela de la Armada. Y además tuvo la muerte de un héroe: en las profundidades del mar y con las botas puestas.

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