Fundado en 1910
Grabado de Onésimo Redondo

Grabado de Onésimo RedondoGTRES

Onésimo Redondo Ortega, el fundador de las JONS a las que fusionó con Falange Española

Con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista quiso conquistar los espacios dominados por los revolucionarios a partir del año 1932 y fue perseguido por la II República hasta su asesinato final en 1936

El 16 de febrero de 1904 nacía Onésimo Redondo en Quintanilla de Abajo (actualmente Quintanilla de Onésimo) en la provincia de Valladolid. El cuarto hijo del matrimonio de Buenaventura Redondo Iglesias y Juana Ortega Pico, una pequeña familia agrícola.

Al cumplir los trece años de edad fue trasladado al colegio de Nuestra Señora de Lourdes en la ciudad de Valladolid, donde destacó por ser un estudiante sobresaliente.

Tras terminar los estudios de bachiller en Valladolid se trasladó a Salamanca, donde tras sacarse la oposición de administrativo del Ministerio de Hacienda, empezó a estudiar Derecho.

Allí trabó amistad con el jesuita Enrique Herrera Oria, que le introdujo en el grupo de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNdP), aunque no llegó a militar activamente en ella durante este período.

La idea del sindicalismo nacional

En 1927 obtiene una beca como lector en la Escuela Superior de Comercio de la Universidad de Mannheim, en la región católica de Baden-Wutemberg. Queda impresionado por el partido católico del Zentrum, y observa con cierta distancia el ascenso del nacionalsocialismo.

A su vuelta en 1928 se afilia al Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla la Vieja, conocido como el Sindicato Remolachero. Donde tendrá un primer contacto con el mundo de las formas de explotación agraria y la lucha sindical.

Fue esta experiencia de Onésimo a partir de otoño de 1929 lo que determinó la idea del sindicalismo nacional como clave para sacar a la sociedad del estancamiento económico-social de la época” en sus posteriores planteamientos políticos.

Dentro de este sindicato en 1930 conseguirá la reforma de los estatutos y en 1931 una mejora en las garantías de retribución y derechos del campesinado. Junto a su trabajo en el sindicato comenzó una breve carrera política dentro de las asociaciones católicas, que no llegará a fraguar por sus diferencias sobre la política a seguir. Onésimo defendía la lucha directa con el régimen republicano sin concesiones al sistema instaurado.

Onésimo decide iniciar su propia andadura política creando las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica (JCAH)

Los sucesos de mayo de 1931 impactaron en su vida. Se fue distanciando del movimiento de Acción Nacional (AN) y creando ciertos debates entre él y Ángel Herrera Oria, aunque participó junto AN en la primera campaña electoral a la que se presentó el grupo en junio de 1931. Pero movido por sus inquiertudes pronto empezaría a editar su propio semanario.

La primera publicación del periódico Libertad salió a la luz el 13 de junio de 1931, con una tirada máxima de 5 mil ejemplares. El nombre seleccionado para este semanario –Libertad– era el primer paso para arrebatar a las fuerzas liberales y marxistas las palabras más utilizadas en su propaganda y llenarlas de un verdadero significado.

Tras el fracaso electoral de los grupos de derechas en las elecciones de 1931 y la proclamación de las nuevas cortes el 14 de julio, Onésimo decide iniciar su propia andadura política. Le siguieron otros afiliados de los grupos católicos, destacando su hermano Andrés, y los hermanos Jesús y Francisco Ercilla, que conformarían la cabeza del recién creado movimiento de las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica (JCAH).

En otoño de 1931 publican sus ordenanzas en el diario Libertad. Constaban de 16 artículos, pero que la corta vida del movimiento y los problemas archivísticos conllevaron que una buena parte de la publicación desapareciese, consiguiendo rescatar cuatro de ellos.

Criticó la quema de iglesias

El primer artículo versaba sobre la concepción «de España como nación una e imperial, obligada por su historia»; el segundo, trata sobre los problemas sociales del país y el rechazo a la teoría de la lucha de clases por ser estéril e ir contra la armonía; tercero, cuestiones de orden cultural, social y político; y, por último, la jerarquía de la Junta, que se establece en forma de «triunvirato».

Los problemas de financiación y de organización se hicieron notar tempranamente, por lo que el grupo de Onésimo buscó un acercamiento con otras fuerzas revolucionarias e iniciaron relaciones con la asociación de Ramiro Ledesma generada en torno a la publicación La conquista del Estado.

La situación se iría complicando para el grupo, pero personalmente también para Onésimo Redondo, debido al sistema de represión de la República, tras la publicación de un artículo el 24 de agosto de 1931, donde criticaba la quema de iglesias de mayo. Junto a los problemas organizativos y los primeros encontronazos con la justicia española, surgió otro problema más, el económico. Cuando el Juzgado Provincial de Valladolid dictó una multa de 125 ptas. contra Onésimo por el artículo ya mencionado de su semanario, este certificó ante el juez instructor que era insolvente.

Unión con las JONS

El 10 de octubre de 1931 aparecía en La Conquista del Estado el anuncio de Ledesma de la creación de un grupo de acción que tendría como objetivo reconquistar España a través de la fuerza de la juventud, el aval de la historia y la urgente necesidad del momento. El 12 de octubre el semanario Libertad hacía algo similar, pero con bastantes matices de diferencia.

Hasta el 30 de noviembre no saldrían a la luz los estatutos, en los que ya se ve una participación más uniforme en términos políticos y de la simbología utilizada por ambas partes.

En su conformación se determinó que el grupo sería liderado a través de un triunvirato conformado inicialmente por Ramiro Ledesma, Onésimo Redondo y Antonio Bermúdez Cañete (sustituto de Francisco Jiménez que abandonó el grupo).

La mayor algarada protagonizada por las JCAH había sido un acto contra Alejandro Lerroux en Valladolid en agosto de 1931. Mientras que en el mismo tiempo, el grupo de Ledesma boicoteó la visita del separatista catalán Francisco Maciá en Madrid por el cual, Ledesma acabó encarcelado y se suspendió su publicación. El grupo de Ledesma sufrió cárcel y la suspensión de La Conquista del Estado en 1932, de la que no volvería a ver la luz hasta 1933.

Las JONS convocaron una manifestación en contra del gobierno y la legalización del estatuto catalán

Al suspenderse La Conquista del Estado, el único órgano de expresión de las JONS fue el semanario de Onésimo, sin medios para una tirada a nivel nacional. Este período facilitó la creación y adopción por el grupo de Ledesma de un marco más tradicionalista y agrarista, en clara relación con las ideas de Onésimo Redondo.

Respecto a la acción, las JONS empezaron su gran labor de conquista de los espacios dominados por los revolucionarios a partir del año 1932. El proyecto político pasaba por ganar visibilidad en los espacios públicos. A raíz de los sucesos de Arnedo y Castilblanco organizaron el primer mitin presidido por el triunvirato en Valladolid, fue disuelto violentamente por las izquierdas locales.

En enero de 1932 Onésimo dejó de centrarse en las grandes ciudades y se concentró en las cuencas mineras de León y el norte de Palencia, la Cuenca de Duero y del Pisuerga, además de zonas periféricas como fue en el caso de El Bierzo.

El día 11 de mayo las JONS convocaron una manifestación en contra del gobierno y la legalización del estatuto catalán, que el gobernador desautorizó, como era habitual. Hizo traer refuerzos de la Guardia de Asalto desde Madrid, que utilizó sin miramientos contra los jonsistas. En la refriega se produjo el primer muerto del grupo de las JONS, Cipriano Luiz Zarzuelo, un joven obrero. Según Emilio Gutiérrez Palma, el grupo de Valladolid tenía un carácter más obrerista, incluyendo en sus mandos locales al camarada González, un trabajador del ferrocarril del norte.

En el punto de mira de la República

La falta de dinero y sus continuas críticas a la burguesía como avara e individualista, situó al grupo lejos de las clases más pudientes de la ciudad.

Los sucesos de mayo también supusieron que se secuestrasen los números del semanario Libertad que hablaban de los hechos acontecidos, junto a la clausura del local de Valladolid.

Junto a las amenazas al grupo, también empezó a hacerse notable la persecución de la República al joven Onésimo. Una carta de Gil Robles dirigida a Andrés Redondo, que prueban el renovado interés del gobierno central por el líder de las JONS. El diputado advertía a Andrés que tras un intercambio de palabras con Casares Quiroga a raíz de los hechos de mayo, éste le había asegurado que la izquierda estaba planeando tomar una «medida energética» contra Onésimo.

La «Sanjurjada»

Existía un gran grupo de militares insatisfechos con las reformas azañistas, en especial con las relativas al ejército y el anticlericalismo, así como preocupados por la oleada de violencia desatada por las izquierdas. El principal núcleo de los conspiradores militares lo componían los generales Goded, Ponte y Emilio Barrera, que aprovecharon el descontento de Sanjurjo, tras su destitución al frente de la Guardia Civil para ganarse a uno de los personajes más influentes. En los meses previos al 10 de agosto, el despacho de Sanjurjo, según el testimonio de su subalterno Esteban-Infantes, se llenó de «infinidad de personas de todas las clases sociales, de los más diferentes partidos y de las contrarias significaciones políticas».

Respecto al último punto señalado por Esteban-Infantes –las contrarias significaciones políticas– el análisis de la composición del brazo político-civil del grupo de conjurados demuestran esa difícil unión heterogénea de grupos. Pues en la Sanjurjada participaron desde fuerzas carlistas hasta seguidores de Lerroux. Albiñana también fue invitado al complot desde su cautiverio en Las Hurdes, debido a que en la Cárcel Modelo había trabado amistad con el conde Gamazo, el exministro Galo Ponte, los hermanos Millares o Santiago Fuentes Pila. Fue idea de José Rojo Nondedeu –seguidor de Onésimo Redondo– preparar un viaje en el mes de junio a Las Hurdes para que ambos líderes se entrevistasen. No hubo acercamiento debido a que Onésimo entendía que el movimiento de Albiñana carecía de «hondura social».

Onésimo fue puesto en busca y captura, empezando así su exilio en Portugal. Gran parte de la estructura de las JONS fue intervenida sin tener participación alguna en los sucesos. Casares Quiroga ordenó la suspensión de 109 diarios y el procesamiento de más de 5 mil detenidos, muchos de ellos sin una acusación.

El movimiento de las JONS vivió un período de esplendor propagandístico en el año 1932

Algunos prisioneros fueron relacionados con la intentona simplemente por su afinidad política no viendo la libertad hasta meses después. Fue el caso de José Antonio Primo de Rivera, retenido desde el 11 de agosto hasta el 23 de noviembre, que jamás fue acusado de nada formalmente.

El objetivo de Azaña en los días siguientes al 10 de agosto se centró en amedrentar a Lerroux e inmovilizar a la oposición, bajo una estrategia chantaje llevado a término en el mismo Congreso.

El famoso sobre de Azaña lleno de «nombres y pruebas» fue esgrimido por él mismo en una sesión del Congreso. Hecho que recuerda en sus memorias tanto Lerroux como el periodista y taquígrafo de las Cortes Pepe Masías, que señalan que este sobre «repleto de pruebas» en verdad estaba del todo vacío de verdades y fue una simple figura retórica utilizada en tono de amenaza política.

Aparentemente tras el fracaso del golpe la juventud de las JONS empezó a fijarse más en Ramiro Ledesma y su renovada idea política.

Con ello acabó la etapa política más relevante del Caudillo de Castilla, que iría pasando cada vez más a un plano secundario dentro del movimiento, aunque manteniendo arraigo en Valladolid.

La obra política de Onésimo durante el bienio azañista

En concordancia con el aumento de las acciones del grupo de Valladolid, el movimiento de las JONS vivió un período de esplendor propagandístico en el año 1932. Asentando las bases simbólicas e ideológicas de los años siguientes.

Este discurso político que empezaría a calar en la sociedad fue fruto del diálogo entre Ledesma y Redondo, que manifestaron bastantes diferencias ideológicas. estas desavenencias se debían a que Onésimo Redondo quería dar al catolicismo un papel preponderante en el movimiento. Onésimo seguía dando especial relevancia a los mensajes de los grupos católicos. Llegando a señalar que la idea política sobre el Estado nacional de Herrera quedaba «muy por encima de la disertación del filósofo [Ortega y Gasset] en valor positivo».

Para evaluar el grado de importancia que tienen las encíclicas papales en Onésimo, se puede observar sus publicaciones del diario Libertad en el año 1931, un período bastante activo por parte de la Iglesia a nivel nacional e internacional.

El ideario del movimiento surgió del interés por armonizar el pensamiento revolucionario de Ledesma y la idea tradicionalista de Onésimo.

El grupo de Onésimo provenía principalmente de centros católicos, mientras que el de Ledesma venía de círculos relacionados con el mundo anarquista, marxista o con el irredentismo político en clave orteguiana.

Por lo tanto, el nacionalsindicalista es revolucionario, en cuanto entiende esta postura como la ejecución de la reforma necesaria para intentar traer «una nueva fase económica bajo el predominio sindicalista».

Onésimo fue uno de los integrantes del grupo que apoyarían públicamente a Ledesma frente a José Antonio

Existe también un problema de interpretación de esta disonancia en el grupo, pues algunos autores ven en las diferencias de 1931 elementos de discusión propios de la segunda etapa de las JONS que le llevaron a enfrentarse con FE en 1935.

Incluso en esa futura discusión Onésimo fue uno de los integrantes del grupo que apoyarían públicamente a Ledesma frente a José Antonio, aunque nunca abandonó FE de las JONS.

Norling también señala este defecto historiográfico de los estudios, porque por parte de Ledesma jamás hubo un intento en estos momentos por romper con Onésimo, porque, como reconocería más tarde, el movimiento vallisoletano había dotado al movimiento de un carácter nacionalista católico, agrario, y sindicalista necesario, que no hubiese existido de no haberse producido la fusión.

Por último, Onésimo Redondo no había configurado su idea política a raíz de las corrientes filosóficas de Unamuno o de Ortega y Gasset sino a través de las lecturas de Menéndez Pelayo, Donoso Cortés y las interpretaciones de la teoría de Georges Sorel por parte de autores como Ramiro de Maeztu, así como la interpretación de este último del papel de la hispanidad. Desde su perspectiva el sistema liberal era un fracaso porque: provenía de modelos extranjeros; vivía del enfrentamiento y del escándalo entre ciudadanos; y, dejaba el campo listo para la llegada de la «prospera hidra marxista».El antiliberalismo apareció tempranamente en los escritos del grupo, siendo incluso anterior a la conceptualización del anticomunismo en las JONS.

Una visión del liberalismo

Si como han sostenido algunos autores, el fascismo español se nutría del espíritu de la Generación del 98, Onésimo Redondo careció de ese espíritu y se refugió en las interpretaciones de la Iglesia de los acontecimientos de España, así como de las lecturas propias de un joven tradicionalista.

Onésimo tenía una visión del liberalismo que se nutría de la concepción del pensamiento católico español, considerándole una herramienta de las fuerzas que actúan con el objetivo de destruir los pilares fundamentales de España.

Contrariamente a lo que se suele sostener, el movimiento no defendió en ningún momento un Estado centralizador, sino que defendía los «derechos históricos» de las regiones españolas, aceptando que Cataluña tenía una idiosincrasia propia que se fundamentaba en el «hecho diferencial», posicionándose en contra de otros grupos de derechas y de su «política centralizadora absolutista».

El mejor adjetivo para describir a Onésimo Redondo es el de proto nacionalsindicalista, sin relación con el fascismo italiano o alemán

Lo único que hace pensar que tiene una concepción del futuro Estado, es su primigenia descripción del nacionalsindicalismo como sistema gremial económico. Este hecho es fundamental para entender que Onésimo siempre fue un defensor de la revolución, aunque pudiese rehuir el término, y nada hace pensar que fuese un simple reaccionario.

No obstante, esto no deja de lado que la idea primigenia de Ledesma sufrió un notable cambio con la integración de Onésimo, que puede entenderse como un freno a la línea más de izquierdas del movimiento.

Mientras que viceversa, no parece que Onésimo se viese tan influenciado en sus planteamientos por Ledesma, pues su radicalismo político tenía su propio origen, basado en las percepciones del nacionalismo y el catolicismo totalmente radicalizadas que propugnaban la creación de un movimiento revolucionario rupturista con el gobierno de la Segunda República y con otra forma de gobierno futura de carácter burgués, aunque fuese de derechas, como muestra su enfrentamiento con Lerroux.

Ahora bien, sobre la respuesta a la pregunta de si se puede considerar a Onésimo Redondo como fascista, carecería de sentido de por sí porque sería reinterpretar el catolicismo en clave de partido totalitario único, lo cual ya veía Onésimo como una desviación de la doctrina de la Iglesia.

Es por ello, que a mi parecer, el mejor adjetivo para describir a Onésimo Redondo es el de proto nacionalsindicalista, sin relación de dependencia con el fascismo italiano o alemán y tampoco puede relacionarse con las corrientes del fascismo español inspirado por Ortega y Gasset entre otros.

Muerte

El 19 de marzo de 1936 fue detenido en Valladolid. El 25 de junio fue trasladado a la cárcel de Ávila, de la que fue liberado el 19 de julio por los rebeldes sublevados. Se dirigió a Valladolid, se puso a la cabeza de un grupo armado de falangistas que marchó hacia Madrid y combatió en el Alto del León. El día 24 de julio Onésimo, junto con su hermano Andrés, Eduardo Martín Alonso Calero, Jesús Salcedo y un falangista de su escolta, Agustín Sastre, llegó en automóvil al pueblo segoviano de Labajos, que creía «zona nacional», y murió en una refriega con un grupo de milicianos anarquistas confundido por los colores comunes. Es el único líder falangista que murió en libertad y uno de los primeros.

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