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Retrato del papa León X con sus primos, los cardenales Julio de Médicis (futuro papa Clemente VII, a la izquierda) y Luis de Rossi (a la derecha)​, obra de Rafael Sanzio

Picotazos de historia

Un caso de nepotismo papal: Paquito el hijo de Inocencio VIII

Este Pontífice tenía una debilidad ante la que era ciego: su hijo Francisco

Giovanni Battista Cybo (1432-1492) era un miembro de la nobleza napolitana que hizo una gran carrera dentro de la estructura administrativa de ese reino. No se casó pero vivió en cómodo amancebamiento con una dulce consorte, tan discreta ella que ni de su nombre tenemos conocimiento. Giovanni tuvo siete hijo de los cuales legitimó a dos (Teodorina y Francesco) haciendo pasar a los otros cinco por nietos suyos. Y es que Giovanni, habiéndose ganado la confianza del cardenal Caladrini y del Papa Pablo II, ingresó en el clero recibiendo las sagradas ordenes y tomando los votos y acabaría –¡qué pícaro que es el destino!– siendo el 213º Papa de la Iglesia católica con el nombre de Inocencio VIII.

Como todo ser humano –algo que últimamente se tiende a olvidar destruyendo honra y fama por un simple acto o dicho sacado fuera de contexto– la vida y el gobierno de Inocencio VIII tuvo sus claroscuros: atacó y consiguió la condena del filosofo Pico della Mirandola, protegió a Andrea Mantegna y a otros muchos artistas, fue el Papa que recibió la noticia de la toma de Granada, etc. Pero este Papa, este ser humano, tenía una debilidad ante la que era ciego: su hijo Francisco, quien era tan bajito que todos le llamaban Franceschetto (1450-1511), Paquito.

Paquito era bajito, era feo, era desagradable –un muchacho consentido y malcriado–, era jugador, era mujeriego, era cobarde y, en definitiva, era un asco como persona. Posiblemente no toda la culpa fuera suya ya que Inocencio mostró siempre una tolerancia extrema hacia las acciones de su hijo. Desde el momento en que el cardenal Cybo accedió al solio pontificio y tomó el nombre de Inocencio trabajó para beneficiar a su querido muchacho. Primero lo reconoció y legitimó oficialmente y luego hizo que llovieran sobre él todo tipo de dignidades y beneficios.

Primero intentó, sin éxito, casarlo con una de las hijas naturales del rey Fernando I de Nápoles. El fracaso no importó porque pronto le encontraron otra prometida: Magdalena, hija de Lorenzo «el Magnífico» de Médicis. A cambió de un capelo cardenalicio para el hermano de Magdalena y alguna que otra menudencia más, Inocencio casó a Paquito a quien, además, le regalaron el palacio Pazzi en Florencia que acababa de ser confiscado a esta familia, enemigos tradicionales de los Médicis.

Ya podía Inocencio elevar a su hijo por encima de todos y le entregó todo tipo de beneficios para su enriquecimiento: Gobernador y Capitán general de Roma, el condado de Anguillara y el señorío de Cerveteri, conde del Palacio Laterano, etc. Encima era notorio que Paquito echaba mano del tesoro papal para pagar sus numerosas deudas de juego y de todo tipo. Cuando en 1490 Inocencio tuvo un ataque y se pensó que estaba en sus últimos momentos, pues su salud siempre fue delicada, Paquito tuvo un ataque de pánico y saqueó el tesoro papal. Inocencio recobró la salud y Paquito la calma, pero el tesoro nunca recobró el oro.

En 1492, año del descubrimiento de América, falleció el pontífice y fue sucedido por el cardenal Rodrigo de Borja que tomó el nombre de Alejandro VI. Paquito rápidamente desapareció, sabedor de las pocas simpatías que había despertado hasta entonces y del odio declarado de la familia del nuevo Papa. Sus muchos gastos –era un manirroto– le obligaron a vender el condado de Anguillara y muchos de los beneficios que había recibido de su padre. Afortunadamente para Paquito, Alejandro VI fue sucedido por el mucho más considerado Julio II que le entregó el ducado de Espoleto para compensarlo del maltrato sufrido a manos de los Borgia. Otro gran golpe de suerte en la vida de Paquito fue que cuando murió el Papa guerrero (Julio II) fue sucedido por el hedonista León X. ¡Su cuñado!

El Papa León X se mostró muy generoso con el marido de su hermana y Paquito se mostró mucho más considerado y atento con la pobre Magdalena, quien no tuvo el más feliz de los matrimonios.

Paquito murió en 1519 a consecuencia de una indigestión – comía como un Heliogábalo– tras participar en un banquete que dio el noble Mulah Mohamed, rey de Túnez en Roma. Así terminó la vida de uno de los más indignos y afortunados casos de nepotismo de la historia del papado.