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¿Por qué falta la mitad del Coliseo de Roma?

Su estructura y función se fueron modificando a lo largo del tiempo

En el corazón de la Ciudad Eterna se encuentra uno de los vestigios más famosos de la arquitectura de la antigua Roma: el Coliseo que cada año recibe a más de seis millones de turistas deseosos de recorrer y fotografiar el anfiteatro más famoso del mundo. En tiempos de la Roma imperial fue sede de espectáculos como la lucha entre gladiadores, las naumaquias (recreación batallas navales), la caza de animales y ejecuciones.

Casi 2.000 años después de su construcción sigue manteniéndose en pie, aunque no de forma íntegra, y maravillando a todo el que lo visita. El paso del tiempo no perdona y consigo se llevó casi la totalidad de la parte sur del anfiteatro. Pero sin dejar de ser una gran pérdida, hace de esta construcción más especial si cabe. Ahora bien, ¿qué ocurrió con aquella mitad perdida?

Cuando el emperador (Tito Flavio) Vespasiano mandó levantar el anfiteatro que llevaría su nombre, lo hizo sobre el mismo terreno en el que años atrás, el emperador Nerón decidió apropiarse, tras el Gran incendio de Roma, para construir su Domus Aurea, un inmenso palacio rodeado de un lago artificial. Con el claro deseo de devolver al pueblo aquel terreno que nunca debió ser propiedad privada, Vespasiano decidió enterrar aquel pasado (de desastres y gobiernos del terror) llenando la laguna de tierra para nivelar la zona y comenzar la construcción del que se convertiría en uno de los emblemas de la capital italiana.

Sin embargo, Vespasiano moriría antes de ver terminada su gran obra. Sería su sucesor su hijo Tito, quien supervisaría las obras finales de la cuarta y última grada. Para festejar la finalización de los trabajos, Tito organizó unos juegos inaugurales en los cuales, según relata el historiador romano Dio Casio, duraron 100 días para complacer al pueblo de Roma y a los dioses romanos con diversas actividades como peleas de animales, la recreación de batallas épicas y combates de gladiadores.

El Coliseo representado en un mapa de la Roma medieval

Pero su función de espacio de espectáculos fue quedando atrás entrada la Alta Edad Media cuando el colosal edificio sufrió grandes cambios. Se construyó una pequeña iglesia en su interior, la arena se transformó en cementerio, lo que en tiempos de Domiciano (hijo menor de Vespasiano y sucesor de Tito) fueron túneles para los animales y esclavos se convirtieron en viviendas y talleres. Y en el siglo XII, una poderosa familia llamada Frangipiani se apoderó del Coliseo –como se conocía al anfiteatro debido a la estatua que había en época imperial en el exterior del edificio: el Coloso de Nerón– fortificándolo para usarlo a modo de castillo y convertirse en su área de influencia.

La vida, el ocio y las prioridades habían cambiado, el edificio perdió su propósito y con ello muchos de sus elementos fueron reutilizados para construir otras edificaciones. Y el golpe final llegaría en 1349, año en el que se produjeron una serie de terremotos con epicentro en los montes Apeninos que llegaron a niveles de grado VIII y IX de la escala Mercalli y afectaron duramente a toda la ciudad de Roma entre otras la destrucción de gran parte del anfiteatro y la pérdida del muro exterior.

Al abandono y la falta de mantenimiento del edificio se sumaron ser cantera para otras construcciones y fue rematado con los daños de los desastres naturales. Pero el Coliseo resistió cinco siglos más hasta la actualidad. Conscientes de la necesidad de conservar el patrimonio que nos han legado, el monumento es objeto de continuos esfuerzos para preservar su estructura y mantenerlo como un símbolo icónico de la historia romana.