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Wellington Mark I, los aviones que llevaron a cabo las incursiones más profundas durante el período 1939-1941

Wellington Mark I, los aviones que llevaron a cabo las incursiones más profundas durante el período 1939-1941

Picotazos de historia

La incursión sobre Schweinfurst o el Jueves Negro de los bombarderos americanos

De los 2.900 hombres que habían participado en la misión 594 fueron declarados como «desaparecidos en combate»

Durante la Segunda Guerra Mundial se denominó como Ofensiva Combinada de Bombardeo a la actuación conjunta del Mando de Bombarderos (Bomber Command) de la RAF y el VIIIº Mando de Bombarderos (después 8ª Fuerza Aérea) de la USAAF, con el objeto de destruir las infraestructuras y minar el apoyo al esfuerzo bélico germano. Se determinó que durante el día los norteamericanos realizarían bombardeos de precisión sobre objetivos con valor estratégico y durante la noche los aviones británicos llevarían a cabo bombardeos de saturación o de área.

Por su parte los alemanes no se quedaron de brazos cruzados y desarrollaron sofisticadas medidas de defensa aérea combinada que integraban y coordinaban interceptores (diurnos y nocturnos) y artillería antiaérea, junto con otras medidas de tipo tecnológico. De la efectividad de estos sistemas fueron buena prueba los sucesos de la denominada Segunda Incursión de Bombardeo de Schweinfurt o el Jueves Negro del 14 de octubre de 1943.

Ese día despegaron de diferentes aeropuertos situados en la zona de East Anglia (Reino Unido) 291 bombarderos B-17 (Fortaleza Volante) y B-24 (Liberator), pertenecientes a la 1ª y 3ª división del VIIIº Mando de la USAAF. Los bombarderos fueron escoltados por cazas hasta llegar al límite de su alcance, lo que dejó a la fuerza de bombardero sin escolta durante un tramo de trescientos kilómetros antes de llegar a su objetivo.

Formación de B-17 en dirección a Schweinfurt

Formación de B-17 en dirección a Schweinfurt

Este era un grupo de fábricas que producían rodamientos, considerados estratégicamente vitales para el funcionamiento de cualquier tipo de maquinaria (bélica, civil o de producción), y que se encontraba en la ciudad bávara de Schweinfurt, en la Baja Franconia. Los norteamericanos –cada bombardero estaba erizado con, al menos, diez ametralladoras defensivas– volaban en formación «Combat Box» cuando fueron detectados por los radares de la defensa aérea de la Luftwaffe, a la altura de Aquisgrán.

Antes de llegar a su objetivo serían atacados por dos agrupaciones distintas, la primera estaba formada por cazas FW-109 pero la segunda la componían Heinkel JU-88 que montaban cañones de 50 milímetros y cohetes que diezmaron a la fuerza norteamericana y rompieron su formación. Cuando alcanzaron las inmediaciones de Schweinfurt la fuerza norteamericana había perdido 28 bombarderos, otros tantos estaban dañados y las tripulaciones sentían que habían envejecido diez años de golpe.

El bombardeo fue un éxito. Se consiguieron al menos 88 impactos directos en el complejo industrial. Pero la realidad fue que tanta destrucción apenas supuso una merma del 10 % de la capacidad de rodamientos y en cuatro semanas se había recuperado y superado la producción anterior –uno de los milagros de organización del ministro de trabajo Albert Speer– de rodamientos.

Los pilotos norteamericanos, entretanto, tenían que vérselas con un sistema de círculos concéntricos de artillería antiaérea, que se coordinaba por medio de radar y que produjo estragos entre los restos de la formación de bombarderos. Cuando los aviones norteamericanos regresaron a sus aeródromos y se pudo hacer un balance de bajas, este fue aterrador: de los 291 aviones que despegaron ese día 60 no volvieron, 17 estaban tan dañados que se declararon inservibles y fueron desguazados y 121 habían sufrido daños catalogados de muy graves a leves. De los 2.900 hombres que habían participado en la misión 594 fueron declarados como «desaparecidos en combate», a los que había que sumar cinco muertos y cuarenta y cinco heridos entre las tripulaciones de los aviones que habían conseguido regresar.

Aunque los norteamericanos públicamente se mostraron muy orgullosos con el desempeño y resultado de la misión sobre Schweinfurt, la realidad fue que no volverían a llevar a cabo ninguna otra incursión en profundidad sobre territorio enemigo hasta febrero de 1944. Esto es: no volverían a repetir un incursión así hasta que no se desarrolló y puso en funcionamiento un caza de escolta con autonomía suficiente. Este sería el P-51 Mustang.

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