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Estatuas romanas in cabeza del siglo II d.c. en Chipre

Estatuas romanas in cabeza del siglo II d.c. en ChipreWikimedia Commons

¿Por qué muchas estatuas romanas perdieron la cabeza?

Aunque la erosión, el descuido o el deterioro tienen gran parte de culpa, también hubo otras razones deliberadas que resuelven el misterio

A lo largo del tiempo han sido muchas las estatuas romanas que se han descubierto sin su cabeza. Muchas de las cuales podemos contemplar en diferentes museos del mundo. «Sin cabeza, estas estatuas invocan una sensación de misterio y fragmentación, permitiéndonos vislumbrar el pasado mientras nos recuerdan las lagunas en nuestra comprensión», relata la historiadora americana Diana Kleiner en su libro Escultura romana. Pero ¿por qué las estatuas romanas se encuentran tan a menudo decapitadas?

La erosión natural y el deterioro de los materiales ha hecho que muchas de estas esculturas pierdan partes. El descuido durante las excavaciones o en los traslados también tiene parte de culpa, provocando que las zonas más frágiles se desprendan dejando, por ejemplo, torsos sin cabezas o rostros sin narices.

Esculturas romanas

Esculturas romanas

Así lo confirma la profesora de Historia Clásica y de Arte en el Brooklyn College y la Universidad de la Ciudad de Nueva York en el medio especializado Live Science: «El cuello es un punto débil natural del cuerpo humano. Cuando una estatua cae tras años de exposición, se transporta por todo el mundo o cambia de propietario, el cuello suele ser el primer punto que se rompe».

Sin embargo, también hubo ocasiones en las que los romanos decidieron descabezar sus propias estatuas como parte de un proceso llamado damnatio memoriae (condena a la memoria) en el que el Senado podía votar para condenar la memoria de un emperador especialmente odiado tras su muerte. «Si se aprobaba la votación, el Senado borraba el nombre del emperador de los registros, confiscaba sus propiedades y desfiguraba sus retratos y estatuas», explica Kousser.

Así sucedió con Nerón, cuyas representaciones fueron dañadas o retocadas. Además, fue el único condenado a este proceso en vida. Con esta práctica se pretendía borrar su existencia de la historia, eliminando su huella de textos, grabados, murales, estatuas e incluso música popular. Además de la desfiguración de retratos y estatuas, la damnatio memoriae iba acompañado de la confiscación de los bienes del condenado, el destierro de su familia y la persecución y exterminio de lo físico o moral de sus partidarios.

Por otro lado, según apunta Kenneth Lapatin, conservador de antigüedades del Museo J. Paul Getty de Los Ángeles, los escultores romanos a veces diseñaban las estatuas con «cabezas desmontables». Este diseño permitía «utilizar diferentes materiales para el cuerpo y la cara, tener diferentes escultores trabajando en la misma pieza, o incluso sustituir la cabeza por completo», recoge Live Science. Este tipo de estatuas —advierte el experto— son claramente reconocibles porque los cuerpos tienen un agujero donde el escultor podía insertar el cuello, y la cabeza tiene un borde suavemente tallado donde termina el cuello, en lugar de una rotura dentada.

«Decapitaciones» modernas

El artículo publicado en Live Science también menciona una práctica más reciente entre contrabandistas y vendedores de arte, quienes dañan deliberadamente las estatuas para conseguir más dinero «vendiendo dos artefactos en lugar de uno». Un ejemplo de esto es la Estatua de la mujer drapeada que custodia el museo Getty.

Estatua de la mujer drapeada

Estatua de la mujer drapeadaMuseo J. Paul Getty

El museo de arte en el estado de California adquirió esta pieza de 2,1 metros de altura en 1972. Pensaron que solo quedaba el cuerpo; sin embargo, fotografías de archivo mostraban que la mujer esculpida tenía cabeza, al menos hasta los años 30, lo que hizo pensar que alguien había separado las dos en algún momento del siglo XX. Sus sospechas se confirmaron cuando el conservador jefe del museo se dio cuenta de que un anticuario vendía en su colección una cabeza «sospechosamente parecida a la de la estatua rota». El museo recuperó la cabeza y pudo volver a unir las partes separadas.

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