El Stonehenge español hundido bajo el agua que los periodos de sequía más severa devuelven a la superficie
Este dolmen megalítico desapareció bajo las aguas de un embalse en los años 60, pero sequías como las de 2019 o 2022 han hecho que vuelva a emerger
La construcción del embalse de Valdecañas (Cáceres) en 1963 provocó la inundación de los terrenos más fértiles del norte de Cáceres y con ellos no sólo quedaron sepultados bajo el agua vestigios de la antigua ciudad romana de Augustóbriga, construida en la ribera del Tajo; sino que sus aguas también sumergieron un destacable monumento prehistórico conocido como el dolmen de Guadalperal.
Fue descubierto en 1925 por el capellán de la casa de Alba y arqueólogo Hugo Obermaier mientras daba un paseo por la finca de la localidad cacereña, en el término municipal de El Gordo. El capellán notó un grupo de piedras medio enterradas que llamaron su atención y durante los siguientes años se encargó de desenterrar y estudiar el conjunto. El resultado de su arduo trabajo fue sacar a la luz un conjunto megalítico funerario de al menos cinco mil años de antigüedad.
Parte de los objetos que halló durante sus excavaciones fueron trasladados a Berlín mientras que las piedras se mantuvieron in situ. Durante los trabajos, Obermaier se dio cuenta de que no fue el primero en excavar el lugar: los romanos ya lo hicieron y dejaron unas cuantas monedas entre la tierra revuelta.
Las autoridades locales de la época no dieron importancia al descubrimiento y con el paso de los años fue quedando en el olvido hasta quedar sumergida por las aguas del embalse en 1963.
Conjunto funerario
El origen del dolmen se remonta a la Edad del Bronce, entre el milenio III y II a.C., aunque sufrió diversas alteraciones a lo largo de los siglos. Según los expertos, al principio se erigió un círculo de piedras a modo de templo solar como el famoso Stonehenge inglés, pero de menor tamaño. Tiempo después, los siguientes pobladores añadieron más menhires y cubrieron el conjunto con lajas horizontales para crear un dolmen. Por otro lado, también sugieren que los 140 bloques de piedras que actualmente se conservan pudieron albergar un espacio donde realizar ritos religiosos, un espacio de reuniones o incluso ser un lugar destinado a guardar pertenencias y enseres de la comunidad que habitó la zona milenios atrás.
Aún se puede apreciar la forma ovalada de la cámara principal y los restos del corredor de unos 21 metros que unió la ribera del Tajo con el monumento y en cuya entrada se encuentra un menhir con el grabado de una especie de serpiente, que supuestamente sería la encargada de custodiar la entrada a la cámara y de proteger sus tesoros. No obstante, algunos investigadores, como es el caso de Ángel Castaño, presidente de la Asociación Cultural Raíces de Peraleda, piensan que, en realidad, podría tratarse de una representación de 15 kilómetros del curso del río Tajo, entre dos de sus afluentes: el Gualija y el Ibor.
Por ser uno de los pocos sitios de cruce del Tajo de norte a sur, algunos estudiosos afirman que este lugar pudo ser un importante centro religioso y económico de la región.
Fuertes sequías
Durante todos estos años, cuando el nivel del agua descendía, el dolmen ha salido a la superficie en algunas ocasiones parcialmente, pero nunca había quedado totalmente a la vista, como sucedió en el verano de 2019 y 2022. Su afloramiento completo hace cinco años provocó un interés inusitado por los lugareños y una gran repercusión a nivel internacional hasta tal punto que la Dirección General de Bellas Artes y otras administraciones públicas se pusieron manos a la obra para tomar las medidas oportunas para proteger el lugar, declarado Bien de Interés Cultural tras la segunda aparición completa.
Muchas voces se han alzado para que las autoridades actúen en favor de la conservación del monumento megalítico, pero el Ministerio de Cultura y la Junta de Extremadura han descartado hasta hoy moverlo, pues de hacerlo supondría una pérdida irreversible, según han considerado los expertos. Aunque lo que sí se contempla son algunos planes de emergencia para la protección, estabilización y consolidación del yacimiento al tiempo que se documenta.
Desde la Asociación Raíces de Peraleda piden que se deje de visitar el yacimiento de forma masiva para preservar su integridad, pues aseguran que la actuación humana puede suponer para el dolmen de Guadalperal un peligro mucho mayor que las aguas del embalse.