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18 de septiembre de 2024

La venta de la Luisiana, en un minuto

La venta de la Luisiana, en un minuto

Un negocio ruinoso: la venta de la Luisiana con la que Napoleón engañó a España

Estados Unidos y de Francia firmaron el tratado de venta de la Luisiana. Este acuerdo supuso la mayor expansión territorial de la historia de Estados Unidos, duplicando el territorio del país y abriendo el camino a su expansión sin límite hacia el oeste

El 30 de abril de 1803, en el Hôtel Tubeuf de París, representantes de Estados Unidos y de Francia firmaron el tratado de venta de la Luisiana. Este acuerdo supuso la mayor expansión territorial de la historia de Estados Unidos, duplicando el territorio del país y abriendo el camino a su expansión sin límite hacia el oeste. Uno de los firmantes estadounidenses, Robert Livingston, afirmó: «Desde este día, Estados Unidos toma su puesto entre las potencias de primer orden». El gran perjudicado ausente, sin embargo, sería España, a la que solo tres años antes había pertenecido ese territorio.

El territorio comprado de la Luisiana en un mapa de principios del siglo XX

El territorio comprado de la Luisiana en un mapa de principios del siglo XX

La Luisiana era un territorio inmenso de límites poco definidos que se extendía a lo largo del río Misisipi ocupando toda la parte central de los actuales Estados Unidos, desde los Apalaches en el este hasta las Montañas Rocosas al oeste y desde el golfo de México al sur hasta la frontera con Canadá en el norte. Los franceses lo reclamaron en el siglo XVII, dándole el nombre en honor a su rey Luis XIV. Sin embargo, el único asentamiento relevante fue el puerto de Nueva Orleans, en la desembocadura del Misisipi. El resto del enorme territorio apenas tenía unos pocos asentamientos siguiendo el río con una minúscula población de criollos franceses y esclavos negros, mientras la mayor parte permanecía deshabitada o en manos de tribus indias.

Tras la derrota francesa a manos de los británicos en la Guerra de los Siete Años los franceses perdieron toda esperanza de mantener un imperio colonial en América. Por eso, en 1762 Luis XV decidió entregar la Luisiana a su aliado, Carlos III de España, como pago por la ayuda que le había prestado en la guerra. De esta manera, España incorporaba casi todo el norte de América a su ya inmenso imperio. La Luisiana se convirtió en la frontera entre la América española y las Trece Colonias inglesas al este del Misisipi.

Unos años después, esas colonias se rebelaron con ayuda de España y Francia y se convirtieron en los Estados Unidos de América. Aunque la ayuda española había sido fundamental para lograr su independencia, el nuevo país fue un vecino mucho más molesto que los británicos y pronto surgieron disputas sobre los límites fronterizos. Los estadounidenses, cuya población crecía sin parar, ambicionaban los vastos territorios despoblados de la Luisiana española.

En 1795 Godoy firmó el Tratado de San Lorenzo, por el que, intentando mantener buenas relaciones con los estadounidenses, aceptaba que la navegación del Misisipi fuese libre para los ciudadanos de ambas naciones en igualdad. Pero la presión de los angloamericanos no paraba y España, agobiada por guerras en Europa, no tenía recursos para poder defender el territorio.

Dibujo de Thure de Thulstrup que muestra el momento en que se arría la bandera francesa y se iza la estadounidense , que representa simbólicamente la transferencia de soberanía en Nueva Orleans, 20 de diciembre de 1803

Dibujo de Thure de Thulstrup que muestra el momento en que se arría la bandera francesa y se iza la estadounidense , que representa simbólicamente la transferencia de soberanía en Nueva Orleans, 20 de diciembre de 1803

En 1800, el nuevo gobernante de Francia, Napoleón, ofreció a Godoy una aparente solución. A cambio de que devolviese la Luisiana a Francia, el emperador francés crearía un nuevo reino en Italia, el Reino de Etruria, para el infante Luis Francisco de Borbón-Parma y su mujer, la infanta María Luisa, hija de Carlos IV. Este infausto acuerdo se cerró en el Tratado de San Ildefonso de 1800 y ratificado por el Tratado de Aranjuez el año siguiente.

La cesión de la Luisiana a Francia suponía sacrificar la hegemonía española en Norteamérica a las ambiciones dinásticas italianas de Carlos IV. Frente al pequeño Reino de Etruria, la Luisiana ocupaba más de 2 millones de kilómetros cuadrados. Con su entrega el gobierno de Carlos IV confiaba al menos en poder alejar la amenaza de la expansión estadounidense al situar a la poderosa Francia como tapón entre los anglo-americanos y México. Esta esperanza, sin embargo, fue brutalmente defraudada cuando solo un año después de formalizarse la cesión, en 1803, Napoleón vendió todo el territorio al gobierno estadounidense en contra de las promesas hechas a España.

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