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Pintura de Wojciech Kossak sobre la Batalla de Leópolis

Picotazos de historia

La pequeña Termópilas polaca que contribuyó al Milagro de Varsovia

Durante todo el día los polacos rechazaron con éxito todos los ataques rusos. Al anochecer, y con la munición prácticamente agotada, resistieron peleando cuerpo a cuerpo, con palas, bayonetas y cuchillos

En otro artículo ya les he mencionado a ustedes la guerra polaco soviética de 1918 a 1921 y de la ofensiva que destrozó los tres frentes polacos y que, al final, se resolvería a favor de Polonia, durante la denominada batalla de Varsovia o Milagro de Varsovia. Durante esta batalla se produjo un pequeño incidente que tuvo importantes consecuencias y que me gustaría relatarles.

La ofensiva soviética de mediados de agosto de 1920 rompió todos los frentes y provocó la retirada de las tropas polacas para desplazar y redistribuirse, tratando de apuntalar un nuevo frente y reforzar los puntos en los que tendrían lugar los contraataques polacos que darían lugar a la batalla de Varsovia. Durante esta redistribución se retiraron las tropas que guarnicionaban la ciudad de Lwow (durante el Imperio austrohúngaro se llamó Lemberg. Hoy está en Ucrania y se conoce como Lviv o Leópolis) quedando prácticamente indefensa. Para paliar esto se crearon unidades de milicias voluntarias formadas por veteranos de la Primera Guerra Mundial y estudiantes (a los que llamarían «aguiluchos de Lwow»).

El 16 de agosto el general al mando de las milicias de Lwow, Román Abraham, envió dos batallones para ocupar la villa de Krosne, al este de Lwow (o Leópolis o como ustedes prefieran), junto con la línea del ferrocarril de Lwow-Tarnopol (ahora Ternopil). Ambos batallones, con fuerzas muy disminuidas, convergerían en la población de Zadworze. El primero en llegar fue el primer batallón del 54º regimiento de fusileros de Kresy, que rápidamente fue rodeado y exterminado por la 6ª división del primer Ejército Soviético de Caballería.

El 17 de agosto llegó el batallón de voluntarios que faltaba. Habían salido unos quinientos de Lwow, pero después de los violentos combates para capturar la estación del ferrocarril de Zadworze los efectivos habían quedado reducidos a 330. El comandante de la unidad, capitán Boleslaw Zajaczkowski, dio orden de cavar trincheras y fortificar la posición para defenderla frente a un ataque inminente.

Durante todo el día los polacos rechazaron con éxito todos los ataques rusos. Al anochecer, y con la munición prácticamente agotada, el capitán dio la orden de retirarse al considerar indefendible la posición con los escasos medios y tropas que le quedaban. Los polacos se retiraron a una colina cercana que habían tomado al principio de ese día. Desde este nuevo punto continuaron rechazando los ataques rusos. Sin munición, al caer la noche, el capitán polaco condujo al pequeño grupo de supervivientes hasta el cercano bosque de Barszczwice, donde se hicieron fuertes en la caseta del guardagujas del ferrocarril (punto ferroviario n.º 287), a las afueras de la estación. En este lugar se llevó a cabo la defensa final. Sin municiones, se luchó a cuchillo. Se usaron bayonetas, palas de infantería, las culatas de los fusiles y cual fuera el arma improvisada que tuvieran a mano. Era cerca del mediodía del día 19 de agosto.

Mando Supremo polaco defendiendo Leópolis 1918

En la madrugada del día siguiente las tropas de la 6ª división de caballería soviética, agotadas, se retiraron frente al avance del tren blindado polaco «Huregan». Del batallón que defendió Zadworzce —330 entre suboficiales, oficiales y tropa— apenas se pudo recuperar a cuatro supervivientes. Se encontraron los cuerpos de 318, todos desnudados y mutilados, y se pensó que los que faltaban habrían caído en manos de los rusos y habrían sido asesinados a lo largo de su retirada. El capitán Boleslaw Zajaczkowski, según testimonio de los escasos supervivientes, prefirió suicidarse antes de caer en manos del enemigo.

Esta acción, muy menor, tuvo la importante consecuencia de frenar el avance de la 6ª división de caballería soviética y retrasar durante veinticuatro horas la progresión del 1er Ejército, lo que sería crucial para preparar las defensas de la ciudad de Lwow (o Lviv, o como prefieran ustedes llamarla) y, a la postre, para el resultado de la Batalla de Varsovia.