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Agustín Agualongo

Agustín Agualongo, el coronel indígena que fue leal a España y desafió a Bolívar

En muchos lugares la población india fue leal a España y luchó con denuedo contra los líderes criollos independentistas. Un caso espectacular de lealtad y tesón es de los habitantes de Pasto

Las guerras de independencia de la América española fueron caóticos conflictos civiles que enfrentaron a la población más allá de divisiones locales, raciales o de clase. Sin embargo, en contra de lo que suele afirmarse, en muchos lugares la población india fue leal a España y luchó con denuedo contra los líderes criollos independentistas. Un caso espectacular de lealtad y tesón es de los habitantes de Pasto y el coronel indígena Agustín Agualongo.

Pasto, enclave estratégico

Pasto es una ciudad situada en el extremo sur de Colombia, donde la cordillera de los Andes hace frontera con Ecuador. Aunque la ciudad fue una de las más antiguas fundadas por los españoles, y gozó siempre de cierta prosperidad bajo el gobierno virreinal, a comienzos del siglo XIX era una de las regiones con mayor población indígena. Al estallar las guerras, Pasto se convirtió en un enclave estratégico al dominar el paso montañoso entre Colombia y Ecuador, por lo que tanto los rebeldes de Quito como los de Bogotá intentaron tomarla varias veces.

Pero los pastusos, profundamente católicos y leales a la Corona, se opusieron a todo movimiento revolucionario y lucharon ferozmente contra los invasores, por lo que la ciudad ganó el apodo de «Leona de los Andes».

El líder más notable de los pastusos fue el caudillo Agustín Agualongo. Indígena de origen humilde, sabemos poco de su vida antes de la guerra, aunque parece que aprendió a leer y escribir y fue pintor artesano. En 1811 se alistó voluntario en las Milicias realistas reclutadas para luchar contra los ejércitos revolucionarios que atacaban Pasto. Durante los siguientes años, Agualongo se distinguió por su bravura, ascendiendo lentamente desde soldado raso y ganando experiencia en innumerables combates.

En 1819 Simón Bolívar derrotó decisivamente a las tropas españolas en Boyacá y proclamó la República de la Gran Colombia (actuales Colombia y Venezuela). Pero Pasto se negó a aceptar la derrota y se mantuvo como bastión realista. Mientras tanto, Agualongo marchó a servir en el Ejército del general español Melchor Aymerich, que defendía Quito. En esta campaña se demostró como un líder valeroso y carismático, por lo que Aymerich lo ascendió hasta teniente coronel. Poco después, sin embargo, el ejército realista fue decisivamente derrotado por el subalterno de Bolívar, el general Sucre, en la batalla de Pichincha (1822). Agualongo fue capturado, pero logró escapar y volver a su Pasto natal.

Agualongo se indignó al enterarse de que, mientras combatía en Ecuador, algunos notables de Pasto habían pactado entregar la ciudad a Bolívar. El descontento de la población, profundamente realista, era enorme y fue entonces cuando, el 28 de octubre de 1822, Agualongo y su compañero el teniente coronel Benito Boves encabezaron una rebelión alzando el estandarte real de España y llamando al pueblo a luchar «por Don Fernando VII y la Religión Católica». A su alrededor se reunió entusiasta la población, formando un improvisado ejército de campesinos, mujeres y hasta niños. Bolívar escribió:

«Pasto es la puerta del sur, y si no la tenemos expedita, estamos siempre cortados, por consiguiente es de necesidad que no haya un solo enemigo nuestro en esa garganta. Las mujeres mismas son peligrosísimas […] Quiere decir esto, que tenemos un cuerpo de más de 3.000 almas contra nosotros, pero un alma de acero que no pliega por nada. Desde la conquista acá, ningún pueblo se ha mostrado más tenaz que ese […] Ya está visto que no se pueden ganar, y por lo mismo es preciso destruirlos hasta en sus elementos».

Para aplicar el castigo a los pastuso, Bolívar envió a Sucre, pero fue derrotado en Taindalá. Furioso, pidió refuerzos y el día de Navidad de 1822 entró a sangre y fuego en Pasto, sometiendo a la ciudad a un brutal saqueo. Tras la llamada «Navidad Negra» de Pasto, Boves huyó pero Agualongo decidió seguir luchando y se echó al monte con una numerosa guerrilla de seguidores indígenas. Durante un año y medio, Agualongo desquició a los comandantes revolucionarios, que eran incapaces de derrotar a los escurridizos nativos en sus montañas y valles natales. Varias veces derrotó a las tropas enemigas y consiguió reconquistar la ciudad de Pasto hasta que el propio Bolívar tuvo que entrar al frente de su ejército, derrotando a Agualongo en la batalla de Ibarra (1823).

El último deseo del líder indígena, que se negó a abjurar en todo momento de su lealtad a España, fue ser fusilado con su uniforme de coronel del Ejército español

El caudillo consiguió escapar y siguió acosando a los invasores, pero era una lucha condenada: la superioridad numérica, técnica y de medios de Bolívar era aplastante y no había ya ninguna esperanza de recibir apoyo de España, pues apenas quedaban reductos realistas en América. En julio de 1824, un emisario de Agualongo fue capturado, descubriendo a los ejércitos revolucionarios dónde se escondía el caudillo realista. Sorprendido, fue capturado y llevado a la ciudad de Popayán, donde se le condenó a muerte. El último deseo del líder indígena, que se negó a abjurar en todo momento de su lealtad a España, fue ser fusilado con su uniforme de coronel del Ejército español.