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Historias de la historiaAntonio Pérez Henares

Magón, el hermano pequeño de Aníbal que puso su nombre a una ciudad española

El menor de los Barca ha quedado siempre opacado bajo la sombra inmensa de su hermano mayor, el gran Aníbal y por ello aunque sea tan evidente el nombre de la capital de Menorca, aún casi idéntico, no se relaciona con él ni con los cartagineses

Batalla de Liguria verano del 203 AC. Entre las fuerzas de Magón Barca y los romanos. Ilustración de Giussepe Rava

Pocos lo saben, ni siquiera en Menorca. El pequeño de los hijos de Amílcar, Magón Barca, ha quedado siempre opacado bajo la sombra inmensa de su hermano mayor, el gran Aníbal y por ello aunque sea tan evidente el nombre de su capital, aún casi idéntico, no se relaciona con él ni con los cartagineses, que tuvieron en las Pitiusas bases y puertos y hasta haya quienes dicen, que pudo ser en una de sus islas, Cabrera, donde tal vez vino al mundo, y no en Cartago.

Magón, el más joven de los Bárcidas, en medio estaba Asdrúbal, fue siempre el favorito de su madre, considerada en su tiempo la mujer más bella de todo el mundo y tratado con esmero al ser él su último vástago por el curtido y exitoso general, que por cierto también le puso su nombre a una ciudad y ésta de mundial notoriedad, nada menos que a Barcelona, la ciudad del Barca, del Rayo, pues eso viene a significar el apodo y luego patronímico de Amílcar.

Amílcar Barca

Fue este quien estableció sus reales en nuestra península que llamaron «I-span-ya», tierra de conejos, luego latinizada por los romanos, sus enconados enemigos, como Hispania. Amílcar fue el salvador de la propia ciudad Cartago del ataque de los mercenarios sublevados y obtuvo importantes éxitos contra Roma en la I Guerra Púnica, ante los que al final hubo que doblegarse, y de pedir la paz.

Aquí establecido preservó sus dominios hispanos y puso bajo su control buena parte del territorio pero fue a perecer en una batalla menor en la que no contó con el arrojo de los íberos, en este caso de las tribus oretanas, que lo derrotaron en el combate de Illice, en las cercanías del actual Elche. Soltaron contra sus tropas toros con haces de sarmientos encendidos en su testuz que le rompieron las líneas y él acabó por ser muerto en la confusión al atravesar un riachuelo cercano.

Su hijo Aníbal tenía ya entonces 19 años y el pequeño, Magón, apenas 15. Y sobre su lugar de nacimiento se da ya por seguro en que fue en tierra hispana, posiblemente ya en Qart Hadasht (Ciudad Nueva), la actual Cartagena donde ya consta su presencia de muy niño. Desde ella, Asdrúbal se quedó, junto a su hermano Aníbal hacia Italia. Con él y sus elefantes cruzó los Alpes y con su infantería y caballería ibera y sus honderos baleáricos combatió en las batallas de Trebia y desempeñó un papel trascendental en la de Cannas, maravilla de la estrategia militar que hoy sigue siendo objeto de estudio, y en la que Aníbal infligió a Roma la peor de sus derrotas y puso Italia a su merced.

Batalla de Cannas o Cannae 216 AC. Lucha en el centro entre galos y legionarios romanos. Obra de Peter Dennis

El joven Magón formó junto a su hermano, en el centro, junto a sus tropas más débiles, la infantería gala, y que debían de soportar el empuje de los legionarios romanos, para así poderlos envolver por los flancos. Magón consiguió mantener sus formaciones y eso propicio el aplastamiento final de la infantería romana.

Fue él quien llevó al Senado de Cartago la noticia, junto con los anillos de oro de los équites romanos caídos en el combate y quien pidió refuerzos para Aníbal, que consiguió a pesar de la oposición de los enemigos de los Bárcidas, encabezados por Hannón el Grande, que se los negaba una y otra vez. Esta vez el impacto de la victoria lo permitió y un ejército se aprestaba a salir para Italia bajo su mando: 12.000 infantes, 1.500 de caballería y 20 elefantes iban a partir cuando llegó la mala nueva de que su hermano Asdrúbal, el mediano, había sido derrotado en Hispania por los Escipiones, Publio y Cneo, al sur del Ebro. La ruta de llegada de posibles refuerzos por vía terrestre quedaba por ello cortada o y el dominio cartaginés en la península en serio peligro.

Magón, el pequeño de los Barca y fundador de Mahón

Magón entonces se dirigió hacia la Península con el grueso de esas tropas, aunque, por mar y con la escolta de la flota púnica de Bomílcar, se enviaran a su hermano por mar 4.000 jinetes númidas y 40 elefantes. Nada más iba a recibir Aníbal, a pesar de sus éxitos, de los sufetes de Cartago, que se la tenían jurada.

La llegada de Magón en el año 215 a de C., que compartió el mando en Hispania con su hermano Asdrúbal, resultó decisiva. Fue una guerra de dos hermanos púnicos contra dos hermanos romanos, dos Barca contra dos Escipión.

La primera gran victoria de Magón tuvo lugar en Akra Leuké (Alicante), una hábil emboscada donde aplastó a la caballería del cónsul Publio Cornelio que perdió 2.000 hombres y permitió restablecer el equilibrio y la lealtad a los púnicos de las tribus íberas aliadas. Pero siguieron sin poder enviar refuerzos a Aníbal y, además Asdrúbal, hubo de retornar a África para combatir una rebelión de Sifax, el rey númida.

Eso dejaba a los Escipiones con ventaja pero no se atrevieron a explotarla y Magón junto con un general cartaginés, Asdrúbal Giscón, los mantuvo a raya hasta la vuelta de su hermano.

Corría ya el año 211 a de C. cuando los Escipiones se lanzaron al ataque, sabiendo que los tres ejércitos púnicos estaban separados. Asdrúbal Giscón estaba cerca de Gadir (Cádiz) y Magón al lado de Cástulo (Linares) de donde era natural la princesa Imilce con la que se había casado Aníbal, cada uno con unos 10.000 hombres, y Asdrúbal Barca con 15.000 en Amtorgis.

Los Escipiones consideraron llegada su oportunidad y se dividieron también. Sus fuerzas eran, a priori, muy superiores. Publio con 20.000 soldados, el doble que el pequeño de los Barca, se dirigió a Cástulo contra Magón. Pero entonces, a gran velocidad, Asdrúbal Giscón saliendo de Cádiz logró unírsele allí antes de que llegara el romano y juntos, con la ayuda, además, de caudillo íbero Indíbil y del númida Masinisa destrozaron a sus legiones del cónsul y le dieron muerte a él.

Sin perder el tiempo en celebraciones, se pusieron de nuevo en marcha para ir en ayuda de Asdrúbal Barca, contra quien venía el otro Escipión, con 35.000 hombres. Magón era un excelente general de caballería y supo sacarle el mayor de los partidos. Concentrado a la postre toda la fuerza cartaginesa trabó batalla con los romanos, les infligió una tremenda derrota y mató también su jefe, Cneo. Los dos hermanos Escipiones habían perecido y de sus tropas tan solo quedaron 8.000 hombres que huyeron al norte del Ebro .

Los 8.000 supervivientes romanos aguantaron las embestidas cartaginesas amparado por el gran río y pronto se vieron reforzados por 20.000 hombres más enviados por el senado romano en el año 210 a de C. Fue entonces cuando además apareció otro Escipión, el hijo y sobrino de los dos muertos de uno de los muertos que acabaría de pasar a la historia como El Africano, vengaría a su linaje y acabaría por convertirse en la némesis de los Barca.

Aprovechando la separación de los tres mandos cartagineses, Giscón estaba en la desembocadura del Tajo, Asdrúbal en el centro peninsular y Magón por Gibraltar, se lanzó por mar contra su capital, Cartagena. Solo Magón tras una marcha infernal, con muy pocas tropas y agotadas intentó llegar a defenderla y consiguió con sus avanzadas entrar en ella cuando ya los romanos habían tomado parte de la muralla que daba al mar. Tras una última resistencia en la ciudadela, ya conquistada casi por completo la ciudad y sin esperanza de socorro, pactó la capitulación. Escipión, que había hecho gala de humanidad, impidiendo el saqueo, la hizo también de generosidad con Magón, al que dejó partir y zarpar con sus hombres. El joven Barca se dirigió entonces a Gadir (Cádiz) donde estableció su base.

Escipión marchó entonces contra Asdrúbal Barca al que derrotó en Baecula el año después y este se retiró ya de Iberia rumbo a Italia donde intento reforzar a Aníbal, pero los romanos lo vencieron y mataron en Metauro. En Hispania, Magón logró volver a levantar un ejército, aliándose tanto con tribus íberas como celtas y avanzar por encima del Tajo hasta llegar a orillas del Duero.

La batalla de Zama. Ilustración de Cornelis Cort

La indisciplina de los contingentes nativos hizo que la aventura acabara con sus campamentos asaltados y el joven Barca, huyendo hacia el sur de nuevo para refugiarse con sus tropas en Gadir (Cadiz) y reunirse con Giscon y las suyas. Pero antes de que pudieran reorganizarse obligo a Giscón a una batalla (206 a de C) y acabó con lo que quedaba de su ejército.

Magón se lanzó entonces a una última y desesperada ofensiva. Aprovechando la rebelión ibera contra los romanos encabezada por su viejo aliado y amigo Indíbil, intentó la reconquista de Cartagena. Fue un desastre y fue casi aún peor la postrera amargura de encontrarse al volver a Gadir, las puertas cerradas para él. Furioso las hizo derribar y crucificó a los magistrados de la ciudad por traición. Luego embargo con sus tropas y tristemente se dirigió a las islas Baleares para invernar.

Al llegar a Menorca se adentró por el hermoso y protegido puerto que hoy lleva su nombre y allí se estableció. Dicen los marinos que Magón eligió muy bien, pues no hay puerto mejor, si acaso el de Malta, en todo el Mediterráneo que pueda equipararse a él. A Nelson y Collingwood, también así se lo pareció. Los cartagineses, fenicios al cabo, de navegación sabían más que nadie aunque su mar acabaría siendo romano. El Mare Nostrum se llamó.

Vista aérea de Mahón

Pero Magón no iba a quedarse en su refugio balear. Decidió atacar a Roma en su propio territorio. A principios del verano de 205 a de C. zarpó de Mahón rumbo a la Liguria con 30 naves, las quiquirremes púnicas. Logró apoderarse de Génova y controlar buena parte del norte de Italia durante más de tres años, poniendo en jaque a nada menos que siete legiones que enviaron contra él y que no consiguieron desalojarle a pesar de haberle conseguido herir en la batalla de Galia Cisalpina.

Al cabo se vio obligado a reembarcar, llamado como su hermano Aníbal, a defender Cartago, la ciudad que no había consentido en apoyarles, y que ahora se encontraba a merced de Escipión. No llegó a su destino. Pereció por una tempestad en alta mar. El leal Magón no pudo estar, en esta ocasión y esta vez en la derrota, en la definitiva batalla de Zama, junto a su hermano Aníbal.