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Enrique Tierno Galván, Santiago Carrillo, José María Triginer, Joan Raventos, Felipe González, Juan Ajuriaguerra, Adolfo Suárez, Manuel Fraga, Miguel Roca y Leopoldo Calvo Sotelo (i-d) posan para los medios tras la firma de los «Pactos de la Moncloa»

Imagen de archivo de los Pactos de La MoncloaEFE

¿Qué fueron los Pactos de la Moncloa de 1977?

En apenas un año, entre 1976 y 1977, España sufrió numerosos e importantes acontecimientos de gran calado histórico, a lo que se fue añadiendo una crisis económica sin precedentes

El nombramiento de Adolfo Suárez como jefe del Ejecutivo, la Ley para la Reforma Política, las continuas acciones terroristas de ETA y los GRAPO, la matanza de Atocha, la legalización del PCE, las primeras elecciones democráticas… En apenas un año, entre 1976 y 1977, España sufrió numerosos e importantes acontecimientos de gran calado histórico, a lo que se fue añadiendo una crisis económica sin precedentes: índice de paro desproporcionado (llegó a alcanzar el 25%), la devaluación de la peseta (un 25%), los tipos de interés (entre el 10% y el 20%) y la inflación (superior al 26%).

Por todo ello, los denominados «Pactos de la Moncloa» consistieron, básicamente, en llegar a unos acuerdos entre los principales partidos políticos españoles –apoyados por los sindicatos– para asegurar la paz social en tiempos de una inestabilidad económica que venía desarrollándose desde la crisis del petróleo de 1973, la cual trajo momentos de enorme conflictividad social y laboral en España. De alguna manera, fue el preámbulo de las bases para el pacto de la Constitución de 1978 y constituyeron el nexo para consolidar el tránsito de una dictadura a una democracia homologable al resto de países europeos.

Estos Pactos de la Moncloa, firmados el 25 de octubre de 1977, realmente fueron dos: uno que trató de sentar las bases del sistema económico tras la dictadura para contener el desempleo, rebajar la inflación y favorecer la recuperación del país; y otro de carácter jurídico y político, preludio de los marcos legislativos que vinieron posteriormente con la aprobación de la Constitución.

Los acuerdos fueron impulsados por el Ejecutivo de Suárez (UCD), que gobernaba sin mayoría absoluta desde junio del 77, y contó con el apoyo del PSOE, los socialistas catalanes, el PSP de Enrique Tierno Galván, el Partido Comunista de Santiago Carrillo, los nacionalistas vascos y catalanes y la Alianza Popular de Manuel Fraga, que rechazó firmar el documento político de estos pactos (no así el económico).

El papel de la izquierda

En el seno de la oposición, sobre todo en el PCE, estos acuerdos terminaron provocando una agria polémica interna, pues contravenían las políticas sociales propias de la militancia comunista. Los acuerdos daban al Ejecutivo de Suárez la posibilidad de congelar los salarios, reducir el gasto público, restringir el crédito y aumentar la presión fiscal; como contrapartida, el Gobierno se comprometía a realizar una reforma fiscal progresiva, introducir cambios en el ámbito de la educación y de la Seguridad Social, reorganizar el sistema financiero y poner en práctica una serie de urgentes reformas políticas.

Curiosamente, la posición de cada una de las tres principales fuerzas políticas ante estos pactos era radicalmente distinta. El PCE trataría de lograr un pacto político con ciertos contenidos económicos que sirviera de marco para la elaboración de la Constitución y como base operativa de un Gobierno de concentración. Para Adolfo Suárez, por el contrario, estos acuerdos consistirían en elaborar un plan económico con contrapartidas políticas que garantizara unos niveles de paz social imprescindibles para llevar a buen término la legislatura constituyente sin un acoso de los sindicatos.

Pactos de La Moncloa

Pactos de La MoncloaEFE

Ante este panorama, la táctica de Carrillo hizo que el PCE se convirtiera en un interlocutor privilegiado del Gobierno, tratando ambas partes de transmitir a la opinión pública una visión irresponsable del PSOE. Por último, los socialistas percibían que los Pactos no iban a resultar otra cosa que un intento de alianza Suárez-Carrillo para excluirles de las principales decisiones políticas. A la larga, la postura que terminaría imponiéndose sería la del presidente Suárez.

Tiempo después, era el propio PCE, a través de uno de sus principales dirigentes, Simón Sánchez Montero, quien mencionaba las supuestas causas que hicieron fracasar los Pactos de la Moncloa. Por un lado, los comunistas acusaron a Suárez y a su Gobierno de resistirse a cumplir los pactos, muy presionados por los sectores oligárquicos. Por otro, el PCE trató de deslegitimar al PSOE y a la UGT aduciendo falta de entusiasmo en apoyar los acuerdos. Incluso los propios partidos situados a la izquierda del PCE presentaron los acuerdos como una traición a la clase trabajadora, posición más en consonancia con el PSOE que con el PCE.

Lo cierto es que los Pactos de la Moncloa tuvieron poca vigencia, apenas un año, pero fueron eficaces en la corrección de los principales desequilibrios de la economía española. Sin embargo, sí supusieron un modo de concienciar a los ciudadanos basado en el consenso y el entendimiento, algo muy positivo para avanzar en la firma de la Constitución a finales de 1978.

¿Serían hoy posibles unos acuerdos similares entre las principales fuerzas políticas? La realidad parece empeñarse en decirnos que no. Lo cierto es que aquellos pactos de 1977 no se dirigieron contra nadie, ni en el Gobierno ni en la oposición. Todos los que participaron en aquellos acuerdos entendieron que tocaba arrimar el hombro y elaborar unas propuestas integradoras de verdad, en favor de toda la sociedad en su conjunto.

El panorama político actual, con un Gobierno a la deriva por sus casos de corrupción, un centro-derecha que siguen sin sumar juntos una mayoría suficiente y una extrema izquierda dividida, no favorece el entendimiento y las políticas de consenso que no hace mucho tiempo supusieron un hito trascendental para consolidar el régimen democrático del que hoy, todavía, podemos disfrutar.

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