Fundado en 1910

Retrato de Isabel y FernandoINAH-Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec

Picotazos de historia

El desconocido Renato de Anjou, responsable del matrimonio de los Reyes Católicos

Desempeñó indirectamente un papel importantísimo en la historia de España al ser el responsable indirecto del matrimonio entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón

Hoy quisiera hablarles de alguien que, estoy completamente seguro, jamás habrán oído hablar de él y, sin embargo, desempeñó indirectamente un papel importantísimo en la historia de España al ser el responsable indirecto del matrimonio de los Reyes Católicos.

Renato, que así se llamaba el pájaro, nació el 16 de enero del año 1409 y fue el segundo hijo de Luis II de Anjou y de Yolanda de Aragón, hija del rey Juan I.

El joven fue creado conde de Guisa a los ocho años, más tarde sería prohijado y nombrado heredero del anciano cardenal Luis de Bar, tío de Yolanda y último miembro de la casa y linaje de Bar. Fue una gran jugada, ya que con solo once años el chaval heredó el rico ducado de Bar y, de paso y para completar el doblete conseguido por su madre, casó con Isabel, hija única y heredera del duque de Lorena. En 1431 Renato pasaría a ser duque consorte de Lorena y uno de los caballeros más ricos y poderosos de Europa. Durante la guerra de los Cien Años, acompañaría a Carlos VII y Juana de Arco en su triunfal desfile por las ciudades al norte de París.

Retrato de Renato de Anjou

En 1434 fallece su hermano mayor, sin descendencia. A sus muchos títulos se añadirán el ducado de Anjou, el condado de Provenza y la titularidad de los reinos de Sicilia y Jerusalén. Para continuar con la racha, la reina Juana de Nápoles le nombra heredero de su reino; el problema estaba en que Nápoles era de facto reino de Alfonso V de Aragón y no estaba por la labor de renunciar, como dejó muy claro en el campo de batalla.

En 1458 fallece Alfonso V pasando la corona a su hermano Juan II, quien había sido duque de Peñafiel y rey de Navarra. Juan II andaba a la gresca con Carlos, príncipe de Viana, que era hijo de su primer matrimonio con la reina Blanca de Navarra. El hijo pretendía que su padre le pasara la corona del reino de Navarra, lo que el padre no estaba por la labor. Hubo paces, pero Juan II no reconoció la primogenitura de Carlos por lo que este buscó alianzas con Castilla y negoció con Enrique IV la boda con su hermana la infanta Isabel, que entonces tenía nueve años de edad.

Enterado Juan II dio orden de que tomara preso al príncipe. Las cortes protestaron, así como la Diputación y el Consejo que se pusieron de parte de Carlos de Viana, proclamándolo heredero a la corona de Aragón. A Juan II no le quedó más remedio que liberar a su hijo y reconocerle su primogenitura y derecho a suceder en la corona (31 de julio de 1461). Dos meses después falleció el príncipe de Viana.

Juana Enríquez, segunda esposa del rey Juan II y madre del príncipe Fernando de Aragón, asumió la regencia de Cataluña en nombre de su hijo. Los súbditos de los condados se negaron y la tensión aumentó hasta desatarse un enfrentamiento (revolución y guerra civil catalana 1460-72). En 1466, el obispo de Vic, en nombre de la nobleza y patricios de las ciudades, ofreció la corona de Aragón a Renato. El rey de Nápoles solicitó la autorización a su primo el rey de Francia y cuando este le dio su Placet aceptó la nueva corona.

Renato nunca puso los pies en su nuevo reino, pero envió a su hijo Juan, duque de Lorena, para que defendiera sus intereses. El duque de Lorena demostró ser alguien capaz y astuto y derrotó contundentemente a las tropas de Juan II en la batalla de Viladamat. Desesperado, a Juan II no le quedo más remedio que buscar una alianza con Castilla. El 9 de septiembre de 1468, en la llamada Concordia de los Toros de Guisando se había proclamado a la infanta Isabel como heredera de su hermano, ignorando los derechos de la hija de este, la triste señora Doña Juana difamada como «la Beltraneja».

Juan II envió embajadores para concertar el matrimonio entre la infanta Isabel y su hijo Fernando. El 5 de marzo de 1469 se firmaron las capitulaciones de Cervera por la cual se establecían las condiciones del matrimonio entre ambos príncipes. La boda se celebró en Valladolid el 18 de octubre de ese mismo año.

En agosto de 1470 murió Juan de Anjou, el duque de Lorena que tan bien se había desempeñado como general y lugarteniente de Renato. Probablemente envenenado. Dejo la lugartenencia del reino a un hijo natural que tuvo el mismo fin que su padre. Renato, desilusionado y deprimido por la muerte de su hijo, poco a poco, renunció a defender sus derechos sobre Aragón.

Renato sería rey nominal de Aragón y conde de Barcelona, aunque con tal denominación y títulos solo lo mencionan unos pocos autores catalanes y los franceses. Lo que está claro es que su intervención y, el buen manejo como general de su hijo Juan, fueron determinantes para arreglar el matrimonio entre los dos jóvenes príncipes herederos de las coronas de Castilla y Aragón. Los futuros monarcas darían lugar a la Unión de Reinos, origen de la formación de la nación española actual; y reformarían las instituciones, preparando así a la naciente España para los siglos más brillantes de su historia. Muchas gracias, Renato.