Los españoles en Auschwitz, víctimas del horror totalitario
En el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz recordamos a las víctimas españolas
Cuando Benedicto XVI visitó Auschwitz en 2006 se detuvo ante las placas que recuerdan a las víctimas de los distintos pueblos que encontraron la muerte en el campo de exterminio, cuya liberación por el Ejército Rojo hace 80 años se conmemora hoy:
«He recorrido el camino de las lápidas que, en diversas lenguas, recuerdan a las víctimas de este lugar: son lápidas en bielorruso, checo, alemán, francés, griego, hebreo, croata, italiano, yiddish, húngaro, holandés, noruego, polaco, ruso, rom, rumano, eslovaco, serbio, ucraniano, judeo-hispánico e inglés. Todas estas lápidas conmemorativas hablan de dolor humano; nos permiten intuir el cinismo de aquel poder que trataba a los hombres como material, sin reconocerlos como personas, en las que resplandece la imagen de Dios».
En efecto, si todas esas lápidas nos desgarran por dentro, hay una que lo hace con ecos de nuestra propia lengua: «Ke este lugar, ande los nazis eksterminaron un milyon i medio de ombres, de mujeres i de kriaturas, la mas parte djudyos de varyos payizes de la Evropa, sea para syempre, para la umanidad, un grito de dezespero y unas sinyales».
Todo hispanohablante puede entenderla sin esfuerzo. Está en judeoespañol, la lengua que los judíos sefardíes conservaron –y aún atesoran– como parte del legado que llevaron de España cuando los expulsaron en 1492, una de las páginas más oscuras de nuestra historia.
Españoles sin patria
Desperdigados por el norte de África, los Países Bajos y los Balcanes, los descendientes de aquellos verdaderos «españoles sin patria», como los llamó el senador Ángel Pulido (1852-1932) en 1905, encontrarían la muerte a manos de los nazis y sus colaboradores.
La ocupación alemana de la Península Balcánica –Yugoslavia, Bulgaria– y de Grecia selló el destino de miles de judíos sefardíes. Hubo comunidades judías en toda la Europa ocupada que jamás se recuperaron. No exageró, pues, Raul Hilberg cuando tituló su gran obra La destrucción de los judíos europeos.
Sin embargo, los judíos de origen sefardí no fueron las únicas víctimas vinculadas con España que sufrieron en el campo, que se ha convertido en símbolo de todos los campos de exterminio.
Como ha investigado la asociación Amical de Mauthausen en el proyecto Españoles en Auschwitz, hubo compatriotas nuestros –españoles judíos, judíos nacidos en España, españoles integrados en movimientos de resistencia, etcétera– que sufrieron el cautiverio y, en ocasiones, encontraron la muerte en Auschwitz.
Ambos comunistas, se involucraron en las luchas políticas que condujeron a la formación del Frente Popular en el país vecino. Con la invasión alemana de Francia, se unieron a la resistencia. Debido a la traición de un miembro de su célula, los detuvieron en julio de 1943.
A Joseph lo torturaron y lo mataron los alemanes junto a 70 resistentes. A ella la deportaron a Auschwitz hasta 1944, en que la transfirieron al campo de Ravensbrück. Logró sobrevivir al calvario de las deportaciones y los campos. Falleció en 1996.
Otros no vivieron para contarlo. De Sabatia Morand (1920-1944), identificada por Amical Mauthausen, se saben pocas cosas.
Nacida en Barcelona como Sabatia Toros, hija de judíos de Estambul y tercera de diez hermanos, adoptó el apellido de su marido cuando contrajo matrimonio. La detuvieron en París en febrero de 1944 y, tras unas semanas en el campo de Drancy, la deportaron en marzo de ese año a Auschwitz, donde murió a los pocos días.
También era judío el pequeño Max Stammreich, barcelonés nacido en 1935 cuya familia se trasladó a París. Los detuvieron en 1944 y los deportaron, como a Sabatia Morand, al campo de Drancy y, de ahí, a Auschwitz, donde lo mataron al llegar. Era el 3 de febrero de 1944.
Hay más historias de judíos españoles o de origen sefardí. Entre estos últimos, encontramos lugares de nacimiento como Salónica. Por ejemplo, la investigación de Amical Mauthausen registra a Anette Florentín Cabelli, nacida en 1925 y que sobrevivió y recuperó la nacionalidad española en 2017.
Cabe recordar, asimismo, a Mazaltov Behar, nacida también en 1925, superviviente de Auschwitz, de las Marchas de la Muerte (los espantosos traslados a pie en condiciones infrahumanas durante el invierno de 1944-1945) y del campo de Ravensbrück. Establecida en España durante años, acompañó a los representantes de Yad Vashem cuando recogieron el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2007. En otra ocasión, por cierto, contaremos cómo la intervención de un médico marcó la vida de la señora Behar.
En el 80º aniversario de la liberación de Auschwitz, procede recordar a las víctimas del horror totalitario que ese campo representa. Entre ellas, hubo compatriotas nuestros.