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Duelo de Caballeros, pintura de historia de época romántica (Eugène Delacroix, 1824)

Duelo de Caballeros, pintura de historia de época romántica (Eugène Delacroix, 1824)

Picotazos de historia

La Paz y Tregua de Dios: el movimiento que buscó frenar la violencia y terminó impulsando la caballería

La Iglesia decidió reorientar la violencia de los nobles y enfocarla en el combate contra la injusticia y el paganismo

Durante los siglos X y XI tendrán lugar grandes tensiones sociales en Centroeuropa debido al debilitamiento y atomización de la monarquía carolingia frente a la nobleza. Ésta se tornó cada vez más levantisca: combatía contra el rey y unos contra otros, extorsionaba a los campesinos y vasallos, incluso las propiedades de los eclesiásticos no estaban a salvo. Esta fue una de las consecuencias de la descomposición del Imperio carolingio, en Aragón y Castilla teníamos otros problemas.

Los intentos para tratar de controlar a esta nobleza, transformada en señores de la guerra y siempre dispuesta a combatir para extender sus posesiones o su área de control, dio lugar a un movimiento espiritual apoyado por la Iglesia en un intento de pacificar a la sociedad y de limitar, ya que no podían controlar, el uso de la violencia. De esta necesidad surgió la idea de la «Paz de Dios», como un intento de poner coto a los abusos de estos señores.

La Paz de Dios, promovida por los obispos de Clermont y Puy durante el concilio de Charroux de 989, proclamaba periodos de paz, en los que no podrían ejercerse violencia alguna, bajo pena de excomunión. Durante esta Paz, garantizada por Dios, los campesinos, mercaderes y clérigos serían respetados, lo mismo que sus bienes y propiedades; se delimitarían áreas en torno a lugares de culto y santuarios en las que estaría prohibido ejercer violencia alguna.

Más tarde estas áreas se ampliarían para garantizar las propiedades del clero y de la iglesia. La Paz de Dios también establecía la prohibición de combatir desde el sábado por la tarde hasta el lunes por la mañana, así como durante las fiestas de guardar. Los transgresores serían excomulgados, pena que autorizaba a cualquier cristiano a matar al infractor y a apoderarse de sus riquezas y propiedades, además de privarle de la posibilidad de alcanzar el cielo en la otra vida.

La Paz de Dios fue un intento de proteger de la violencia y abusos de esta nobleza desbocada. En el año 1027, en el concilio de Toulouges, los obispos ampliaron la limitación de la violencia durante la semana y las fiestas. Se trató de una ampliación de las prohibiciones de la Paz de Dios pero mientras que la Paz trataba de proteger a las víctimas, la ampliación –conocida como la Tregua de Dios– intentaba controlar a los victimarios.

Si bien la Tregua de Dios es una suspensión temporal de la violencia, al contrario que la Paz de Dios, su alcance es más lato. La Tregua confirmaba la santidad del domingo y la paz permanente para todas las iglesias, abadías, ermitas, santuarios y sus terrenos; para los monjes y clérigos así como quienes hubieran hecho votos o recibido órdenes de cualquier tipo y las propiedades y bienes que tuvieran; toda mujer, comerciantes y servidores de estos, peregrinos, caballos y ganados de todo tipo, etc.

"Gawain y el cura”, ilustración de Lancelot, el Caballero de la Carreta.

"Gawain y el cura”, ilustración de Lancelot, el Caballero de la Carreta.Biblioteca Nacional de Francia

Para todos los demás se exigió que no pudieran ejercer ni sufrir violencia durante los tiempos de Adviento (periodo comprendido entre los cuatro domingos próximos a la festividad de la Navidad), la Cuaresma (cuarenta días entre el Miércoles de Ceniza y el Triduo Pascual compuesto por el Jueves, Viernes y Sábado Santo), el día de Rogaciones Mayores (25 de abril) y desde los tres días anteriores a la festividad de la Ascensión (que se conocen como Rogaciones Menores) hasta Pentecostés (49º día después de la Pascua).

Para acabar de crispar a los nobles, que veían cada vez más cercenada su actividad empresarial, la prohibición de la Tregua de Dios se extendió a todos los jueves (para conmemorar así la Ascensión), los viernes (por la Pasión) y los sábados (por la Resurrección). Eso dejaba en menos de 80 míseros días al año para poder pelearse a gusto o saquear al vecino. Actividades que se veían limitadas por las estaciones y las cosechas.

Este movimiento –el de la Paz y Tregua de Dios–, en la tumultuosa Europa de entonces, –les insisto que la mayor parte de la Península Ibérica (excepto Cataluña mucho más influenciada y, por lo tanto, donde más incidió el feudalismo europeo) iba a su aire y, por lo tanto, tuvo muy poca influencia ya que los problemas aquí eran de ámbito y dimensión distinta– tuvieron una importante consecuencia: el surgimiento de la caballería.

La batalla de Nájera

La batalla de Nájera

La Iglesia decidió reorientar la violencia de los nobles y sacraliza conceptos y ritos de iniciación que se daban entre los guerreros. El antiguo reconocimiento de un guerrero (se alcanzaba este estatus al matar a un enemigo en combate) se transformó en una serie de ritos que confirmaban la supremacía social del que portaba armas (pues tal era su derecho) y montaba a caballo (pues su hacienda y categoría se los permitía y se lo exigían). Esto le situaba entre la élite militar de la época pero se le enfocaba en el combate contra la injusticia y el paganismo.

Cuando las tradiciones bélicas son asimiladas por la Iglesia, esta hará que sus sacerdotes sean los mejores propagandistas del concepto cristiano de la caballería, de las cruzadas y, por ende, del mito artúrico. Ya ven ustedes, en la historia una acción siempre tiene muchas consecuencias en diferentes espacios de tiempo.

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