
Nellie Bly a sus 50 años
Nellie Bly, la periodista que dio la vuelta al mundo en 72 días
Con un equipaje mínimo y un espíritu intrépido, recorrió más de 40.000 kilómetros en 72 días, convirtiéndose en una sensación mediática
Al pensar en las obras de Mark Twain o Julio Verne, lo lógico es que vengan a la mente personajes que llenaron cantidad de páginas con sus aventuras y viajes. Pero ¿qué sabemos de Elisabeth Jane Cochran, o, mejor dicho, de Nellie Bly?
Elisabeth nació en 1864 en el seno de una familia numerosa fruto del matrimonio entre el juez Michael Cochran y Mary Jane. Tras la muerte de su padre, y a pesar del segundo matrimonio de su madre, la familia de los Cochran pasó por tiempos difíciles. Por este motivo Elisabeth se vio obligada a abandonar la escuela y dejar atrás su sueño de convertirse en maestra, para mudarse a Pittsburgh con su familia tras perder su casa.
Fue entonces cuando se cruzó en su camino una columna publicada en el diario Pittsburgh Dispatch titulada Para qué sirven las mujeres. Elisabeth no pudo contener las ganas de contestar al autor. Tal vez fuese su ingenio, o la ironía de su respuesta, lo que hizo que el editor George Madden quedase impresionado. Pero gracias a ese impulso, Elisabeth no solo consiguió un trabajo como redactora, sino una nueva identidad: su seudónimo Nellie Bly.
Afiche «La vuelta al mundo con Nellie Bly»
A Elisabeth nunca le faltaron agallas para involucrarse en investigaciones periodísticas con tal de obtener una primicia. Por eso pudo formar parte y documentar acontecimientos históricos como las revueltas durante el régimen de Porfirio Díaz durante su viaje a México, o ayudar a desentrañar oscuras historias como la que se ocultaba tras el frenopático de mujeres de Blackwell´s Island en Nueva York, en el que ingresó de incógnito durante 10 días.
Con esta periodista de Pensilvania, la ficción dio un salto a la realidad. En 1888, superando los límites de Phileas Fogg, protagonista de la conocida novela, Bly convenció al diario sensacionalista para el que trabajaba por aquel entonces, The New York World, de embarcarla en un viaje alrededor del mundo con una promesa: completar la hazaña en 75 días. Y es que, cuando Verne publicó su novela en 1872, desató una fiebre mundial por comprobar si aquel relato de aventuras era posible.
Bly vs. Fogg
El pistoletazo de salida de su travesía sonó el 14 de noviembre de 1889. Ataviada con lo imprescindible: un único vestido, un par de mudas, un neceser, papel y lápiz; Nellie emprendió su aventura. La ruta comenzó por Inglaterra, pero es en su paso por Francia, cuando aprovecha para visitar al mismísimo Julio Verne en Amiens. Durante su encuentro, el escritor se comprometió a felicitarla públicamente si lograba completar el viaje en 79 días.
El itinerario de Bly la llevaría de Nueva York a Londres, y posteriormente visitaría Calais, Brindisi, Port Said, Ismailía, Suez, Adén, Colombo, Penang, Singapur, Hong Kong, Yokohama, San Francisco, hasta estar de vuelta en Nueva York. Lo que Nellie no sabía es que tendría una rival en esta aventura. El periódico neoyorquino Cosmopolitan contrató a Elisabeth Bisland para realizar la misma hazaña, pero en sentido contrario.
Imagen xilográfica de la recepción de Nellie Bly en Jersey City, publicada el 8 de febrero de 1890
De cada ciudad, Nellie se llevó un recuerdo: la belleza de las mujeres de Adén, el asombro por los buceadores de Ismailía, e incluso un mono que compró en Singapur. Sin embargo, su travesía no estuvo exenta de dificultades: retrasos, dificultades climatológicas…
A medida que avanzaba su viaje, el interés del público crecía exponencialmente. Se realizaban apuestas, artículos sobre su paradero se publicaban diariamente y la expectativa por saber si vencería el tiempo de Fogg se convirtió en un fenómeno mediático. Finalmente, el 25 de enero de 1890, tras recorrer 40.070 kilómetros, Nellie Bly regresó a Nueva York con un récord: había dado la vuelta al mundo en solo 72 días, 6 horas, 11 minutos y 14 segundos. El New York World aprovechó la hazaña para lanzar concursos, distribuir carteles de la periodista en sus ediciones e incluso comercializar un juego de mesa protagonizado por ella.
De las cenizas como el fénix
Más allá de demostrar cómo la realidad pudo superar los límites de la ficción de Verne, Bly desafió los estereotipos de su época alejándose del rol limitado que se les otorgaba a las mujeres en la sociedad. Sin embargo, la fama que obtuvo por su viaje hizo que su trabajo como periodista infiltrada se viera afectado y dejase atrás esta faceta.
Más adelante el destino volvió a poner el periodismo en el camino de Elisabeth. Tras quedar viuda de su marido, un industrial estadounidense, heredó sus negocios los cuales gestionó hasta que, en 1914, la empresa quebró a raíz de un fraude cometido por personas de su confianza. Fue entonces cuando, una vez más, el papel y el lápiz salvaron a la escritora de una situación complicada y se embarcó en otra aventura. Un billete a Europa le permitió cubrir como corresponsal del New York Evening Journal, la Primera Guerra Mundial. Finalmente, el periodismo la acompañó el resto de su vida; escribió hasta su muerte en 1922 a causa de una neumonía.