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Teresa de Escoriaza, corresponsal de guerra en el Rif

Teresa de Escoriaza, corresponsal de guerra en el Rif

Teresa de Escoriaza, la corresponsal en Marruecos olvidada por las feministas

En su labor como corresponsal de Marruecos, también para La Libertad, Teresa prefiere no escribir desde la comodidad de una habitación o un despacho y ya desde su llegada se sitúa en primera línea a pesar de ser recibida por las bombas

Enfermeras de la Cruz Roja, cantineras, religiosas, corresponsales de prensa y madrinas de guerra, la campaña militar del Rif fue el escenario perfecto para conseguir la anhelada visibilidad femenina que muchas mujeres reclamaban en su vida social y laboral. Algunas de ellas como Mª del Carmen Angoloti y Mesa, duquesa de la Victoria o Carmen de Burgos, destacaron especialmente gracias a su trabajo en Marruecos y pasando a formar parte de la memoria colectiva.

Una de esas mujeres es Teresa de Escoriaza que desembarcó en Melilla a finales de agosto de 1921 y fue la única periodista femenina que durante el mes de septiembre formó parte del contingente de corresponsales que llegaron desde la península para escribir las crónicas de un conflicto que había alcanzado su cenit informativo con el desastre de Annual.

Nacida en San Sebastián, su formación académica comienza en Madrid y continua en Francia e Inglaterra, algo nada común en esa época, lo que da idea de su capacidad intelectual, su disposición vital y su altura de miras. Al término de sus estudios se instala en Nueva York desde donde comienza a firmar, con pseudónimo masculino, sus primeros artículos como corresponsal para La Libertad.

En su labor como corresponsal de Marruecos, también para La Libertad, Teresa prefiere no escribir desde la comodidad de una habitación o un despacho y ya desde su llegada se sitúa en primera línea a pesar de ser recibida por las bombas en el Gurugú. Los protagonistas de sus crónicas son los cafetines, hospitales, blocaos, caminos, plazas o lugares que ella considera de interés para sus lectores. Por ese motivo, no es de extrañar que su compañero de La Libertad, Antonio Zozaya, la describa de esta forma: «Ágil, nerviosa, varonil, a horcajadas sobre el vigoroso y piafante alazán, como las armipotentes reinas de Castilla y León… Teresa de Escoriaza, esta mujer de enigmática apariencia y, en el fondo, luminosa como un cristal diáfano».

Teresa de Escoriaza escribe con identidad propia y desde una perspectiva femenina. Sus textos están cargados de una profunda humanidad, son directos, precisos y críticos ante el sufrimiento ajeno provocado por la guerra. Sus crónicas son pequeñas historias que se oponen a lo superficial o al simple dato informativo, son la intrahistoria del conflicto.

Durante su estancia en Marruecos forja amistad con González Tablas y Millán Astray, ella se siente a gusto entre los militares. Visita los escenarios donde ocurre la acción y no duda en trasladarse por todo el Rif junto a sus compañeros de la prensa. En uno de esos desplazamientos conoce al comandante Franco, «que, sonriendo, estrecha mi mano» como cuenta en una de sus crónicas con motivo de la preocupación y posterior alivio al enterarse de que han herido a cuatro oficiales de la Legión, pero que Franco no es uno de ellos.

A todos los niveles, la fructífera labor periodística de Escoriaza tuvo una gran relevancia primero colaborando con La Libertad y Radio Ibérica y posteriormente escribiendo para Mundo Gráfico. En los vibrantes años veinte, los movimientos feministas comenzaban a consolidarse y Teresa aprovechó su labor en los medios para estimular entre su público femenino la independencia, lo cual no significaba el abandono de las labores propias del hogar sino su acceso al mercado laboral mejorando su formación intelectual y su capacidad crítica. Es decir, el feminismo de la periodista no se sustentaba en una emulación del comportamiento masculino sino en alcanzar la igualdad entre ambos sexos a través del hogar y el trabajo.

El feminismo de Teresa reclamaba mujeres fuertes y seguras a la vez que hombres comprometidos con la institución familiar. Por ese motivo, la aparición del Lyceum Club la hace llevarse las manos a la cabeza y comienza a publicar una serie artículos en los que denuncia la perversión del discurso feminista que animaba a las mujeres solo a alcanzar cotas de libertad en el trabajo y en el ocio.

En 1934 abandona España y se instala en Estados Unidos, de ese mismo año son sus últimos artículos. No vivió la deriva revolucionaría de la política española ni el convulso devenir de los acontecimientos que desembocaron en la guerra civil. A finales de los años 60 volvió a España, a San Sebastián, donde falleció.

Teresa de Escoriaza fue una prolífica periodista que luchó por los derechos de la mujer con su propio ejemplo, a través de su pluma se intuye un intelecto, una fortaleza, una seguridad y una humanidad fuera de toda duda. Gracias a sus crónicas en la guerra de Marruecos podemos tener una visión del conflicto que, sin dejar de ser informativa, se humaniza gracias a su forma de escribir tan cercana, subjetiva y conmovedora. A pesar de sus aportaciones, la memoria de Escoriaza se diluye en el tiempo y extrañamente, al contrario de lo que ocurre en la actualidad con otras figuras femeninas de su época, ellas no se acuerdan de ella.

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