Vea el nuevo documental sobre los corresponsales en la Guerra del Rif

Desde que a comienzos del siglo XX España obtuvo el norte de Marruecos bajo forma de Protectorado, los enfrentamientos con los nacionalistas rifeños provocaron un conflicto de dramáticas consecuencias humanas que amenazó con la ruptura del orden social: la guerra del Rif (1907-1927).

La presencia de corresponsales en la zona de Melilla había sido habitual desde la primera década del siglo XX y las informaciones sobre las ofensivas nacionalistas de El Raisuni o Abd el-Krim ocupaban muchas de las páginas de los diarios peninsulares. Luis de Oteyza, Eduardo Ortega y Gasset, Víctor Ruiz Albéniz –El Tebbib Arrumi– o Teresa de Escoriaza escribieron algunas de las crónicas más vibrantes sobre este conflicto. El «barranco del lobo» o el desastre de Annual de 1921 son los episodios más sangrientos de un conflicto que durante casi dos décadas hizo de esta guerra una sangría humana y económica para la monarquía de Alfonso XIII. Pero la dictadura de Miguel Primo de Rivera –por fin– se había decidido a poner fin a un conflicto que alimentó la ruptura social y enfrentó al Ejército con la política. Gracias a las crónicas de los corresponsales que viajaron a Marruecos, los españoles supieron la realidad.

La Guerra del Rif va a ocupar las primeras páginas de los diarios españoles en la primera mitad del siglo XX. Lo ocurrido en el Barranco del Lobo o en Anual despertó tal interés informativo, que los periódicos quisieron enviar a sus mejores corresponsales. Para cubrir la actualidad en la guerra se contó con corresponsales fijos, colaboradores, enviados especiales y fotógrafos.

Las campañas militares en el protectorado español dejaron una profunda huella en dos generaciones de españoles. «En el Barranco del Lobo» –decía la copla– «hay una fuente que emana sangre de los españoles que murieron por España». El madrileño barrio de Tetuán se llenó de los soldados que habían luchado en África. La guerra del Rif generó un componente de rencor provocado por la imposibilidad que tenían las clases populares, sin patrimonio, de librar a sus hijos de ir a la guerra. Todo ello, estallaría definitivamente en 1936 con el inicio de la Guerra Civil.