Fundado en 1910

Estudio de una momia en el Museo Egipcio de El Cairo. Paul-Dominique-PhilippoteauxBridgeman Images

Cuando la momia de Ramsés II se movió 3.000 años después de su muerte

Ramsés II ha sido uno de los faraones que más se ha movido tras su muerte, y no solo por Egipto

«Treinta y un siglos y medio después de su muerte, todavía se dio el gusto de asustar una vez más a los egipcios», escribió el novelista Vicente Blasco Ibáñez sobre la momia de Ramsés II, durante su visita al Museo de El Cairo, en Egipto. No era parte de su novela, sino un suceso real, más propio del mundo paranormal o de una película, para el que décadas después los científicos encontraron una justificación que poco tenía ver con una maldición egipcia. ¿Qué sucedió con la momia del faraón?

Las momias egipcias se conservan en los museos de El Cairo y otras ciudades del país, para que los visitantes conozcan cómo era la milenaria civilización que creció a las orillas del Nilo. Muchas momias procedían de tumbas ubicadas en el Valle de los Reyes. No es el caso de Ramsés II, cuyos restos se encontraron en 1881 por un grupo de arqueólogos en el «escondite real», de Deir el Bahari, cerca del templo funerario de Hatshepsut, en Luxor.

Ramsés II, conocido como «el Grande», fue uno de los faraones más importantes del Antiguo Egipto, gobernó durante más de 60 años (circa 1279 – 1213), construyó templos majestuosos, ciudades monumentales y combatió a los hititas en batallas como la de Qadesh. El faraón ordenó levantar estatuas suyas por los templos de todo el imperio del Nilo, y fue adorado como un dios. Esa mística que envolvía el legado de los gobernantes del Antiguo Egipto y que durante el siglo XIX utilizaron los novelistas para resucitar momias que despertaban de su sueño eterno, cobró vida a principios del siglo XX.

Después de varios traslados, las antigüedades egipcias acabaron en el nuevo Museo Egipcio de El Cairo, inaugurado en 1902. La momia de Ramsés II, como tantas otras, se trasladó del Museo de Bulaq al nuevo emplazamiento, su cadáver se colocó en una vitrina de cristal, con los dos brazos cruzados en aspa sobre el pecho y las manos tocando sus hombros.

La momia del faraón Ramsés II es una de las que mejor se conserva después de 3000 añosCC

«La momia de Ramsés II levantó una de sus manos, dando una bofetada a la cubierta de cristal. Todos los guardianes egipcios del museo sufrieron el susto más grande de su vida. Corrieron despavoridos hacia las puertas, luchando por quién escaparía el primero. Algunos rodaron escaleras abajo; a otros hubo que curarlos por haberse arrojado de cabeza a través de las vidrieras de los ventanales, cayendo en el jardín inmediato. Esta fue la última victoria de Sesostris», describió Ibáñez en su libro de viajes La vuelta al mundo de un novelista.

Una explicación científica

El faraón no se volvió a mover. Más allá de la mística o las teorías sobre la voluntad del faraón de comunicarse desde el más allá, la ciencia del siglo XX encontró una respuesta al misterio de la momia de Ramsés II. Ya Ibáñez planteó que «los brazos del cadáver, cubiertos de una capa de betún, al recibir un rayo solar a través del vidrio, sufrieron la dilatación que produce el calor sobre ciertas materias, moviéndose espasmódicamente uno de ellos».

Décadas después, los científicos explicaron que los movimientos del faraón se debieron a cambios bruscos en la humedad y la temperatura ambiente, que provocaron en el cadáver ciclos de deshidratación y rehidratación en los tejidos momificados, causando la contracción muscular del brazo. Al final, el temor de los trabajadores del museo, que describió Ibáñez, tenía una explicación científica. Eso no quita que Ramsés II haya sido uno de los faraones que más se ha movido tras su muerte, no solo en su vitrina, también por Egipto e incluso Francia.