Recrean el rostro del faraón más poderoso del antiguo Egipto en el momento de su muerte

El faraón Ramsés II, que reinó en el siglo XIII a.C., fue uno de los reyes más poderosos y longevos del antiguo Egipto que destacó por su diplomacia y una exhaustiva campaña de relaciones públicas. Conocido también por sus colosales estatuas y hazañas militares, un equipo de expertos ha utilizado un modelo 3D del cráneo del faraón, superponiéndolo con tejido suave y piel para recrear su apariencia en el momento de su muerte, alrededor de los 90 años.

Las imágenes proporcionadas por el experto gráfico Cicero Moraes muestran a un hombre frágil y anciano, con un rostro curtido y cierta similitud con las gigantescas estatuas de Ramsés que aún se conservan en Egipto. «El objetivo era comprender hasta qué punto las estatuas son fiables, ya que muchos imaginan que la compatibilidad sería buena», explicó Moraes al medio The Sun.

Pero, si bien las estatuas «indican una buena compatibilidad con la forma de la nariz e incluso, en algunas situaciones, con la forma de la cara», detalla el diseñador gráfico brasileño, no sucede lo mismo en cuanto a la frente, que «es más delicada», o con los labios y el mentón, que «son más pronunciados en las estatuas, lo que las hace insuficientemente fiables», advirtió.

Según detalló Moraes, el diseñador detrás de las recientes recreación de los rostros de Dante o Nicolás Copérnico, para llevar a cabo esta reconstrucción, su equipo analizó los datos antropométricos y de ADN de antiguas poblaciones egipcias dándose cuenta de que hubo muchos elementos difíciles de estandarizar. La «libertad de expresión» constituyó una gran parte del trabajo, en el que los científicos tuvieron que elegir una paleta de colores para visualizar el tono de piel del faraón, «ya que se desconoce el tono verdadero», indicó a Daily Mail.

El equipo también utilizó información de un estudio realizado en 1976 sobre los restos momificados de Ramsés, hallados en 1881, en el que se pudo restaurar tejidos y recrear nuevos vendajes.

Por otro lado, los investigadores determinaron que Ramsés II tenía una sobremordida pronunciada y sus dientes estaban muy desgastados. El faraón tenía una mala salud dental y ósea, principalmente debido a un absceso, que le habría causado mucho dolor. Y aunque el rey disfrutó de una larga vida, «sus músculos mostraban signos de pérdida de memoria y tenía venas muy marcadas en la frente», destaca Moraes y su equipo.

Asimismo, Moraes quería reflejar las alineaciones del envejecimiento en la recreación del rey. Para ello, él y su equipo recopilaron datos de cientos de egipcios para estimar el grosor probable de la piel del faraón en distintos lugares de su cráneo. También utilizaron la deformación anatómica, con la que se alteraron digitalmente la cara y el cráneo de un donante vivo que también tenía una sobremoridida pronunciada para que coincidieran con las dimensiones de la momia.

El resultado final es lo que Moraes ha denominado como un rostro «sabio». Cabe mencionar que su reconstrucción coincide con otra anterior realizada por Sahar Saleem, de la Universidad de El Cairo, y Caroline Wilkinson, de la Universidad John Moores de Liverpool en 2022.

Saleem y Wilkinson utilizaron métodos diferentes a los de Moraes. Para su reconstrucción facial también utilizaron un modelo 3D de su cráneo para después realizaron un proceso de envejecimiento haciendo retroceder casi medio siglo para revelar su rostro en el apogeo de sus facultades. En 2022, Saleem afirmó que el resultado que había revelado era un soberano «muy apuesto» y añadió que el rostro que se imaginaba estaba condicionada por el rostro de la momia; «sin embargo, la reconstrucción facial ayudó a poner un rostro vivo a la momia», consideró.