De Tutankamón al Emperador Wu: el auge de la reconstrucción facial de personajes históricos
Aunque la inteligencia artificial ya ha intentado recrear los rostros de varios personajes históricos, el análisis del ADN permite conocer de forma más exacta el color de los ojos, la piel y hasta la textura de cabello de estos personajes
En las últimas décadas, los científicos convirtieron la reconstrucción facial en una nueva ventana para mirar al pasado. Por este método ya han pasado grandes figuras de la historia como el joven faraón Tutankamón, Ramsés II, el rey inglés Enrique VII o incluso Lucy, la abuela de la Humanidad.
Para lograr revivir sus rostros, los científicos han analizado los restos humanos que se conservan de ellos como los cráneos u otros elementos óseos, permitiendo que las imágenes sean más precisas. De esta forma obtenemos datos sobre la ascendencia, el color de la piel y de los ojos, el ancho y la forma de la nariz, la textura del cabello, las cejas, el grosor de la barba, y otros rasgos genéticos.
Así se pudo saber que Dante, el autor de la Divina Comedia tenía un mentón menos pronunciado y una nariz aguileña, pero sin la punta hacia abajo como Botticelli le había representado en su famoso retrato guiado por la descripción de Boccaccio sobre el humanista italiano. La reconstrucción de su rostro lo elaboró el experto en gráficos Cicero Moraes, quien utilizó un estudio del cráneo de Dante de 1921 combinado con información sobre el rostro del escritor de un artículo de 2007 que decía que Dante tenía una cabeza grande, nariz aguileña, ojos grandes y cara alargada.
Lo mismo ha sucedido con el astrónomo y matemático renacentista Nicolás Copérnico. Arqueólogos y antropólogos polacos unieron sus disciplinas para la reconstrucción por ordenador de los rasgos del astrónomo que desplazó a la Tierra como el centro del universo. Los arqueólogos descubrieron en 2005 los restos de un individuo sepultado en la catedral de la ciudad polaca de Frombork, donde vivió, trabajó y murió Copérnico.
Al pensar que podía pertenecer al astrónomo renacentista, los antropólogos analizaron los restos en el laboratorio forense de la capital polaca y la reconstrucción se realizó por ordenador obteniendo una imagen bastante similar al de los retratos que se conservan de él.
Con el tiempo, algunos expertos han apuntado la posibilidad de que los restos hallados no fueran del científico, por lo que, teniendo en cuenta de que faltaba la mandíbula, otra vez Moraes –experto en reconstrucción forense– utilizó primero datos de tomografía computerizada para reconstruir el aspecto que habría tenido el cráneo completo y una vez conseguido el cráneo completo procedió a realizar una aproximación del astrónomo la cual seguía asemejándose en gran medida a los retratos que se conservan de Copérnico. Ambas imágenes muestran una mandíbula cuadrada, pómulos altos y una nariz parecida.
Ahora, los científicos vuelven a emplear el análisis de ADN para reconstruir el rostro de un emperador chino que reinó hace 1.500 años. Según recoge la revista Popular Science, se trata del Emperador Wu, quien perteneció a la dinastía Zhou del Norte y formó un ejército fuerte para unificar la parte norte de China después de derrotar a la dinastía Qi del Norte.
Su tumba fue descubierta en 1996 y los arqueólogos encontraron varios huesos incluido un cráneo casi completo. El estudio, publicado en la revista Current Biology, desvela que el emperador tenía características faciales típicas del este o noreste de Asia. Por otra parte, los datos genéticos indican que tenía los ojos marrones, el cabello negro y «piel oscura a intermedia».
La investigación también permitió descubrir la causa de la muerte de este emperador chino que falleció a la edad de 36 años. Algunos arqueólogos piensan que murió de una enfermedad, mientras que otros argumentan que el gobernador Wu fue envenenado por sus rivales; sin embargo, el análisis de su ADN desvela que tenía un mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral, lo que podría haber contribuido a su muerte.
Además el equipo de investigadores indican que esta hipótesis concuerda con los registros históricos que describen al Emperador Wu con síntomas potenciales de un derrabe cerebral: afasia, párpados caídos y marcha anormal.
Pero sin duda, uno de los ejemplos más destacados de esta técnica de reconstrucción del rostro de personajes históricos es el caso de la única mujer que navegó en el Vasa, la joya de la corona de Gustavo II Adolfo de Suecia de los buque de guerra que desgraciadamente se hunde el mismo día de su botadura, arrastrando a 30 personas con él.
Su caso es peculiar porque hasta que no se realizó otro análisis, los restos de esta persona se identificaron con la letra «G» y fue catalogado como un hombre, pero en realidad se trataba de una mujer: «Los osteólogos sospecharon que 'G' podía ser una mujer, basándose en la pelvis. El análisis del ADN reveló aún más», afirmó el Dr. Fred Hocker, director de investigación del Museo Vasa de Estocolmo.
«Es muy difícil extraer ADN de huesos que llevan 333 años en el fondo del mar, pero no imposible», comentó Marie Allen, profesora de genética forense y la responsable de dirigir estos trabajos. «Ya hace algunos años –continuó– teníamos indicios de que el esqueleto 'G' no era un hombre, sino una mujer. Sencillamente, no encontramos cromosomas Y en el material genético de 'G'. Pero no podíamos estar seguros y queríamos confirmar el resultado».
Por ello, el retrato previo que realizó el artista forense Oscar Nilsson de Gustav –como los arqueólogos lo habían apodado– cambió. Ahora era una mujer de entre 25 y 30 años, con ojos azules, cabello rubio y piel pálida.
El arte de la reconstrucción facial
A pesar de que se han hecho muchos avances y podemos conocer con más claridad los rostros de aquellos que marcaron la historia, la reconstrucción facial tiene algunas limitaciones. Estos trabajos toman como referentes los restos óseos que se han descubierto, algunos de los cuales pueden estar dañados, descompuestos o incompletos.
Por ello, la mayoría de los especialistas recurren a las bases de datos de tomografías computarizadas de individuos vivos, conocidos como donantes, para determinar la posición de elementos como los músculos faciales, grasa y piel.
Gracias a esta base de datos los artistas forenses ajustan sus búsquedas según sexo, edad y etnia, para lograr la mejor coincidencia. Una vez recopilado la suficiente información, se utilizan software para la creación en 3D, materiales como arcilla o silicona para crear la representación final. Es fundamental la colaboración entre artistas forenses, arqueólogos e historiadores para un resultado más completo.