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Retirada URSS Afganistán

Retirada de la URSS de Afganistán en 1989Alexandr Lyskin / RIA Novosti

Relaciones internacionales

Rusia y China, a la caza de Afganistán

Tras la aparente retirada de EEUU, tanto rusos como chinos apuestan por reposicionarse en el tablero geopolítico de Asia

El pasado 30 de agosto los Estados Unidos anunció su completa retirada de Afganistán, sin embargo, no parece que su interés en el país asiático haya terminado. El acuerdo de paz firmado entre la administración Trump y la manifiesta voluntad de los jerarcas militares norteamericanos de colaborar con los talibanes en un frente común contra los yihadistas pone en duda un espacio vacante para la intervención rusa o china en ese país.

Aunque la representación diplomática estadounidense en Kabul fue trasladada a Doha, Qatar; gradualmente se va notando que la retirada no será total o al menos definitiva. Por ahora, sin tropas en terreno, Estados Unidos abre las puertas a cooperar con el régimen talibán si éstos se mantienen en su compromiso de luchar contra el Estado Islámico y sus células locales en Afganistán.

«Es posible» una eventual cooperación con las fuerzas militares talibanes, así lo ha señalado Mark A. Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército de los Estados Unidos. A pesar de no ahondar en el alcance o profundidad de la posible coordinación con los talibanes, abre la posibilidad de sumar esfuerzos contra los insurgentes del Daesh que operan en territorio afgano y que se atribuyeron el atentado suicida en las afueras del aeropuerto de Kabul y que provocaron la muerte de 13 militares estadounidenses en plena misión de evacuación.

Las potenciales negociaciones se esperan sean complicadas, dada la división interna de los propios talibanes, entre la facción más moderada que procede de Kandahar y la más radical que logró tomar Kabul junto con franquicias del Daesh.

«No hay necesidad de dramatizar»

La Embajada de Rusia en Afganistán funciona con normalidad como parte de los esfuerzos de reposicionamiento por parte del Kremlin. En las últimas semanas, diferentes personeros de la política exterior rusa dan señales de su estrategia ante el aparente vacío de poder dejado atrás por las fuerzas occidentales.

Igor Morgulov’s viceministro de relaciones exteriores de Rusia, ante preguntas de la prensa señaló: «Creo que no es necesario dramatizar lo que está sucediendo en Afganistán. Las nuevas autoridades declararon el fin de las hostilidades, una amnistía total para los funcionarios del gobierno y dijeron que pretendían formar un gobierno de coalición inclusivo».

Este voto de confianza es un tipo de guiño para los talibanes, aunque también un estilo propio en su intención de jugar el papel de amigable componedor en la reconfiguración geopolítica de la región. «Nuestro papel es ayudar a estabilizar la situación lo más rápido posible, junto con otros socios internacionales».

«No hay líder de la democracia en el mundo»

China por su lado, ha enfilado su discursiva para defender su “modelo de democracia” abriendo un flanco de lucha ideológica en lo que llaman el fracaso afgano. Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores recientemente a defendido la idea que «La situación en Afganistán ha demostrado que trasplantar e imponer un modelo extranjero de democracia solo crearía caos e inestabilidad, que finalmente terminarán en fracaso».

Pero no ha quedado ahí, en un claro desafío en su intención de disputar y ganar la hegemonía ideológica y política ha afirmado que «no existe una forma establecida de democracia en el mundo» y que «no hay líder de la democracia en el mundo». Ambas afirmaciones refuerzan la política exterior china que en realidad es la defensa de su régimen de partido único a lo interno, relativizando el concepto de democracia para ocultar su totalitarismo y usando nuevamente el típico argumento de la no intervención en asuntos internos de los países.

China y Rusia mantienen colaboración estratégica en todos los niveles

La jugada geopolítica que pretenden Rusia y China es forzar una negociación a tres bandas aislando a los Estados Unidos como la única potencia occidental todavía vigente en el tema afgano. El mismo Wang Wenbin añadía que «China y Rusia mantienen una profunda y sólida comunicación y colaboración estratégicas en todos los niveles» sosteniendo que China continuará trabajando con la comunidad internacional para ayudar a Afganistán a «poner fin al caos, restaurar el orden y lograr la paz y la reconstrucción».

En una clara sintonía de las dos potencias emergentes, el viceministro de relaciones exteriores de Rusia Igor Morgulov’s ha propuesto «convocar en Kabul otra reunión en el formato extendido de la troika que incluye a Rusia, Estados Unidos, China y Pakistán, tan pronto como sea posible».

La relativa posición de debilidad estadounidense en la región abre nuevos escenarios y disputas geoestratégicas que giran en torno a la política de alianzas del nuevo gobierno afgano y su propia lucha ideológica para distanciarse de los militantes del Daesh, sin enfrascarse en una guerra civil que extienda un conflicto de ya más de 20 años. 

Talibanes en Moscú

Aunque Moscú considera el movimiento talibán como terrorista, dialoga de manera indirecta con ellos desde hace años. Pero este 7 de octubre han dado un paso estratégico. Zamir Kabúlov, representante especial de Rusia para el país centroasiático, confirmó que invitará a visitar Moscú a los talibanes el próximo 20 de octubre. 

La intensión parece ser abrir negociaciones multilaterales en las que estarían también invitados China, Irán, Pakistán e India y por supuesto excluir a los principales actores occidentales como Estados Unidos y Reino Unido que recientemente envió un delegado especial que se reunió en Kabul con los talibanes.

Rusia está muy interesada en ejercer su influencia en Afganistán, un país que las fuerzas soviéticas ocuparon durante 10 años hasta su retirada en 1989, al término de una guerra sangrienta que no pudieron ganar.

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