Agonía y penas de la expresidenta de Bolivia, Jeanine Áñez
Carlos Mesa y Jorge Tuto Quiroga exigen un trato humanitario para la mujer que convocó elecciones democráticas donde ganó el MAS (Movimiento Al Socialismo) de Evo Morales
Cada día que pasa hay más riesgos de que entre en una situación irreversible. La salud, física y mental, de la expresidenta, Jeanine Añez, va de mal en peor. En prisión desde hace un año, lleva trece días en huelga de hambre, las autoridades le prohíben las visitas de su hija Carolina, el Gobierno le organiza escraches a las puertas del penal y la justicia, cuando dispone su traslado a un hospital, da marcha atrás en tiempo récord por presiones. Este es el escenario que rodea o tiene cercada a Áñez en su calabozo.
En una vista judicial telemática la expresidenta que tomó las riendas de Bolivia, tras la dimisión y huida de Evo Morales en octubre de 2019, denunció estar sometida a abusos y suplicios. «Sufro tortura psicológica porque estoy en huelga de hambre», manifestó desde el Centro Penitenciario de Miraflores donde cumple prisión preventiva desde hace un año.
Mientras aguarda a que se celebren los juicios por las denominadas causas de Golpe de Estado I y Golpe de Estado II, la exvicepresidenta segunda del Senado protestó por el estado en que mal vive. A su hija, Carolina Ribera, la impidieron visitarla y según denunció, la golpearon a la entrada del centro. La mujer mostró a los medios de comunicación marcas y morados como consecuencia de las agresiones.
El juez Franklin Siñani ordenó el viernes pasado el traslado de Áñez a un centro médico para que fuera tratada pero posteriormente dispuso lo contrario porque los alrededores del penal estaban rodeados de manifestantes del oficialista MAS (Movimiento Al Socialismo) con carteles y entre otros elementos, bolsas con huevos y tomates.
Janine Áñez que intentó abrirse las venas hace unos meses, dijo que la intervención de los facultativos y personal del penal le provocó severas crisis nerviosas. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos colgó un tuit en el que advirtió: «Todo tratamiento médico o alimentación forzada podría equivaler a tortura o malos tratos». Respecto a la orden y contra orden judicial aseguró: «El Estado es responsable de preservar el orden público para garantizar la seguridad de esa persona y hacer cumplir la disposición judicial».
Apoyo de expresidentes
La Defensoría del Pueblo de Bolivia también intervino y cuestionó que se obligue a medicarse en contra de su voluntad a la expresidenta. «Aceptó recibir tratamiento de rehidratación por vía intravenosa», matizó. Asimismo, exigió un «trato igualitario y sin discriminación para todas las privadas de libertad, sus familias y visitas», en alusión a las denuncias de la hija y otros familiares de Yáñez.
La hija de Yáñez, además de denunciar los malos tratos, declaró que los agentes que custodian a su madre le dijeron que ésta nunca saldría fuera de la cárcel. El ex presidente Carlos Mesa salió, una vez más, en defensa de Áñez: «Exigimos a Luis Arce que garantice la vida de la ex presidenta Jeanine Áñez y que sea traslada de inmediato a un centro de salud, protegida de los grupos masistas que agredieron brutalmente a Carolina Ribera. Los organismo internacionales deben pronunciarse», escribió en cu cuenta de Twitter, antes de difundirse el comunicado de la ONU. Otro ex presidente Jorge Tuto Quiroga, criticó la labor del relator especial de Naciones Unidas y ex ministro de justicia de Alejandro Toledo, Diego García Sayán: «Tu silencio cómplice es una vergüenza para Antonio Guterres» (secretario general de ONY), escribió también en su cuenta del pajarito azul.
Fraude electoral
El ensañamiento con Áñez está directamente relacionado al revanchismo de Evo Morales, consierado el verdadero poder y a aquellos ministros suyos que fueron acusados durante su Gobierno de corrupción y de intentar asediar La Paz para matar de hambre a la población que protestaba por el pucherazo de las elecciones.
El fraude de aquel proceso electoral fue el detonante de una serie de protestas y manifestaciones en contra de Morales que, finalmente y abandonado por la Policía que le custodiaba, presentó su dimisión.
Previa escala en la región del Chaparé, feudo cocalero suyo, el ex presidente viajo a México y se exilio en Buenos Aires. Lejos de su país denunció que había sido víctima de un golpe de Estado.
Jeanine Áñez, ante la renuncia de la línea sucesoria presidencial, asumió como presidenta del Senado y de Bolivia. La prolongada crisis desatada parecía zanjarse con la convocatoria de elecciones generales en 2020. En el proceso, democrático, limpio y transparente, se impuso Luis Arce (MAS) considerado el testaferro político de Evo Morales.