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Familias de refugiados ucranianos aguardan junto a la frontera entre Ucrania y EslovaquiaAFP

Testimonios

Más de 500.000 refugiados abandonan Ucrania: «Todo aquel que puede está huyendo»

Miles de familias, que buscan asilo en los países vecinos a Ucrania, comparten sus experiencias en su intento por escapar de la guerra

Ya son más de 500.000 los ucranianos que han huido de la guerra, y abandonado sus hogares en dirección a los países vecinos: Rumanía, Hungría, Moldavia, y Eslovaquia. Más de la mitad entraron en Polonia, y, según las Naciones Unidas y las autoridades polacas, el número «no dejará de crecer». En una histórica muestra de solidaridad, estos países se han volcado para ofrecer asilo a los desplazados por la guerra, mediante la construcción de campamentos fronterizos e infraestructura de apoyo desde las capitales. Decenas de conductores conducen hasta la frontera, para recoger a ucranianos en busca de transporte.

Michal Swieczkowski, de 40 años y nacionalidad polaca, es uno de ellos; sujeta un cartel de cartón que reza: «Wroclaw, 4 plazas». Ofrece transporte desde Medyka, localidad fronteriza que desde la semana pasada recibe un tráfico inusitado de desplazados desde Ucrania. «Esta mañana he tomado mi coche, he llenado el depósito y he venido hasta aquí», explicó a la agencia AFP. «No lo he reflexionado mucho, ha sido un gesto natural, solo para ayudar a la gente».

«Si tienen familia en Polonia o saben a dónde quieren ir, les ayudamos a llegar. A los otros los dirigimos a los centros desplegados por todo el país», añadió Filip, un polaco de 18 años que, como Michal, permanece junto a la frontera para apoyar a los refugiados de Ucrania. «La gente se ha movilizado de forma impresionante. Vemos que todo el mundo quiere ayudar a los refugiados», celebró.

Refugiados desde Ucrania en la ciudad polaca MedykaAFP

Para los desplazados, ninguna ayuda es poca. Igor, que nació en Chernígov, vive en Varsovia desde hace cuatro años; su mujer y sus dos hijas, de cuatro y ocho años, esperan desde hace más de 20 horas a poder cruzar la frontera desde Ucrania, y reunirse con su padre en territorio seguro. «Es extraordinario lo que hacen los polacos. Nos conmueve», agradeció Igor. «No esperábamos tal arrebato de solidaridad. Podemos tener comida, té, ropa, transporte, todo gratuitamente», explicó a la AFP.

Necesitan de todo. Es una tragedia inimaginableKatarzyna Janinska, voluntaria polacan en Medyka

Acaba de pedir dos chaquetas para sus hijas a Katarzyna Janinska, veterinaria polaca que trabaja como voluntaria en un campamento en Medyka. «Algunos [refugiados] han llegado sin absolutamente nada, o con solo una bolsa de mano. Al huir, no tuvieron tiempo de llevarse lo que fuera con ellos. Algunos están heridos. Llanamente, necesitan de todo», contó Janinska, antes de añadir que, a causa de las temperaturas bajo cero por la noche, «la gente necesita sobre todo ropa de abrigo, gorros, guantes, pero también ropa para niños. Es una tragedia inimaginable».

Las familias se enfrentan a desafíos brutales para poner a salvo a sus hijos. Jacob y Jessie Boekman, dos médicos que abandonaron Kiev después de que cayeran los primeros misiles condujeron hasta la frontera polaca con su bebé de dos años, Vivian, pero se toparon con una congestión de tráfico que los mantuvo siete horas bloqueados. «Si nos hubiésemos quedado en el vehículo, el cruce nos habría tomado días o semanas», explicó Jessie al periódico The Times, y por eso la familia tomó la difícil decisión de atravesar a pie los últimos 12 kilómetros del viaje.

Sin embargo, al llegar a la frontera, las autoridades impidieron a Jacob pasar. «Era un caos completo», describió su mujer, antes de contar que Ucrania no deja salir a ningún hombre de entre 18 y 60 años. Sin embargo, “Todo aquel que puede está huyendo", explicó el ucraniano Krisztian Szavla a la AFP.

Refugiados ucranianos en la ciudad fronteriza MedykaAFP

Refugiado en una gasolinera en Záhony, ciudad de Hungría cercana a la frontera con Ucrania, Szavla, de 28 años, recordó que tiene «mujer, y una niña pequeña»; «No quiero que crezca sin padre», admitió el joven, que confesó que huía del reclutamiento del ejército. Planea quedarse un tiempo en Hungría: «En el otro lado, hay colas de una hora para comprar gasolina, los cajeros automáticos de los bancos están vacíos, como las estanterías de las tiendas».

Tengo el corazón roto. Quiero pedir a Putin que nos devuelva nuestra paz.Roksana, refugiada ucraniana en Przemysl

Muchas familias están dividas. Olga, de 60 años, piensa constantemente en sus seres queridos, que siguen en Ucrania mientras ella busca refugio en Przemsyl, histórica estación de tren polaca transformada en refugio para desplazados, con camas y un comedor. «Mi hijo y su mujer han tenido que quedarse», explicó a The Times. «Debe -y quiere- luchar por Ucrania. Es muy difícil». Por su parte, y tras un viaje de 20 horas en tren desde Lviv, ha logrado ampararse en Polonia junto a su nieto Sebastian, su perro, y su gato.

«Está siendo muy, muy duro», lamentó Roksana, de 51 años. También acaba de llegar a Przemysl, tras abandonar su ciudad, Rivne, asediada por los misiles rusos. Echa de menos a su hija, que permaneció allí, y a su hermano, enlistado para defender Kiev. «Tengo el corazón roto. Quiero pedir a Putin que nos devuelva nuestra paz. Quiero vivir y trabajar para mi hija, para mis hijos. Espero nietos. Quiero vivir como cualquier otra persona. Quiero que los niños vayan al colegio, se casen, y estudien», suplicó con lágrimas en los ojos.