Vladimir Putin
¿Por qué ningún francés llama a Putin por su nombre?
En Francia, el apellido del presidente ruso es peligrosamente parecido a una de sus palabrotas más utilizadas
Esto es lo que dice la firma de Putin sobre su personalidad
Ya en español, el nombre de Vladimir Putin puede incitar a un desafortunado juego de palabras. Pero en Francia, como si de Lord Voldemort se tratase, el apellido del presidente ruso está vetado hasta en la escritura, por la sencilla razón de que, directamente, es una palabrota en toda regla.
La palabra «putain», en francés, significa «prostituta», pero se utiliza comúnmente como maldición para las inconveniencias diarias. Cuando un francés de dejes vulgares tropieza, suele pronunciar, bajito, un «putain» lleno de rencor, el equivalente francófono de ese «joder» que se escapa a los españoles cuando el café quema demasiado. A primera vista, la palabra «putain» se parece algo al «Putin» de Vladimir, pero sin exagerar.
Sin embargo, una de las peculiaridades fonéticas de la lengua francesa es que las terminaciones «in» y «ain» no difieren casi en su pronunciación: ambas adoptan el sonido «an», de forma que, en lo hablado, el apellido del presidente Vladimir Putin suena idéntico a la palabrota favorita de Francia. Y a pesar de su popularidad en el ámbito corriente francés, el término resulta completamente inapropiado para el mundo diplomático.
Pero los franceses han sabido resolver el desafío. De entrada, la denominación «Putin» es una transliteración occidental del cirílico «Путин», y no es exacta; aprovechando, Francia decidió formar su propia traducción, y referirse al presidente como «Poutine», que no ofende a nadie y se pronuncia casi igual a cómo lo decimos nosotros. Esa es la versión del apellido de Putin utilizada en toda Francia y en Quebec, y no se verá a nadie de habla francesa decirlo, o escribirlo, de otra manera.
El Gobierno francés, y las embajadas rusas en tanto Francia como Estados Unidos reconocen la escritura «Poutine» como transliteración oficial del nombre del presidente. En diplomacia, es la opción más delicada.